Es zafiro sólido y resplandeciente

Qué difícil es resistirse al encanto de este Cruz Azul. Es una joya. Peláez extrajo de la mina la materia prima y Caixinha logró pulirla, convertirla en un zafiro de azul intenso, sólido y resplandeciente.

Este equipo es una piedra preciosa capaz de soportar la máxima presión, como ayer con los embates de la mejor ofensiva del torneo y, al mismo tiempo, puede cortar el material más duro aplicando la fuerza necesaria.

El gol celeste en Torreón fue un claro ejemplo, un contragolpe hecho centella, justo cuando el asedio del Santos era asfixiante, vaya obra de arte que selló Cauteruccio.

Pero el zafiro de La Noria no se cotizó en el TSM por su brillo, sino por su resistencia. El trabajo en defensa fue exquisito, coordinado con la precisión de la maquinaria de un reloj suizo. Cuando se encendió el ataque rival estuvo en el momento adecuado una pierna para barrer, una cabeza para despejar o un pie para desviar. Al final, también está Corona, que ayer volvió al plan salvador. Este torneo, Chuy tiene como pocas veces en su era como celeste, una guardia digna de un César en el máximo esplendor de Roma.

Lichnovsky alineó junto al comandante Aguilar, pues el Cata ocupó la pradera derecha en lugar del lesionado Jerry Flores, con Aldrete por el costado contrario. La base del zafiro que deslumbra a la Liga.

El juego perfecto se rompió cuando tuvo una falla la bujía cementera, Marcone, quien perdió un duelo que lucía ganando con Rodríguez, el Cabecita desbordó y metió centro excelso a Quiñones para firmar un empate que repartió mayor justicia, pues fueron los Guerreros los que dominaron.

Podemos aceptar que La Máquina ha corrido también con fortuna. El zafiro se asocia también con el favor divino, pues el azul era usado por sacerdotes para mostrar su vínculo con los cielos. Hoy, los dioses del estadio también le sonríen a Cruz Azul y no pasa nada al aceptarlo. Es el gran favorito al título y pocos pueden asegurar lo contrario.