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Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

Del pozo al gozo

2017-11-27 | Christian Martinoli
CHRISTIAN MARTINOLI
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Roberto Hernández ha sido en Monarcas lo que en las empresas se conoce como un ‘utility’, es decir, un todoterreno que falla poco y responde donde se le coloque.

Tras un paso amplio como jugador profesional por Santos, Monterrey y la propia monarquía, el piedadense arrancó como auxiliar en Monarcas, estuvo también dirigiendo divisiones inferiores, fue entrenador de los equipos filiales de Mérida y Neza, además de vicepresidente deportivo de la entidad michoacana.

Absorbió varios interinatos con la primera escuadra moreliana, pero un día nadie quiso agarrar a un club estadísticamente en el desahucio y tuvo que ser nuevamente él acompañado por Eugenio Villazón los que caminaron por la cornisa del descenso hasta aquel milagro de Ruidíaz en Monterrey.

Desde entonces, nadie más en el futbol mexicano, incluso la propia dirigencia de su equipo, dudaron de la capacidad de Hernández y entonces le arrancaron para siempre el cartel de ‘bombero’.

De a poco su equipo, ya sin la presión y el estrés del descenso, se soltó el pelo y encontró momentos colectivos agradables.

Sustentado en un portero de enorme categoría como Sosa, de un formato técnico bien fundamentado con hombres de buen pie en el medio campo y de un delantero voraz como el peruano, Monarcas sin mucho ruido se fue metiendo a zona de clasificación.

La valía de Roberto es que dirige a un equipo serio, de presupuesto medio en el futbol mexicano y que, en su momento, con la presión absoluta encima se arriesgó al sentar a un prócer del club como Carlos Adrián Morales, a un experimentado Juan Pablo Rodríguez y de dejar ir al asentado portero Carlos Felipe Rodríguez.

Decisiones polémicas en su momento que hoy por lo menos a él le dieron la razón.

Monarcas está en Semifinales porque sin sacarle ventaja en el global al Toluca fue más en 180 minutos dentro del campo y Hernández fue menos timorato que Cristante.

 

Premio grande para Roberto y Eugenio tener a su equipo entre los cuarto sobrevivientes del torneo. Merecido lo tienen porque fueron ellos los que tomaron a un conjunto que varios entrenadores consagrados se negaron a aceptar por el temor a quemar su carrera con un descenso que parecía ‘cantado’.

 

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