opinion.blog.christian-martinoli.ecualizador
Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

Ecualizador

2017-04-27 | Christian Martinoli
CHRISTIAN MARTINOLI
Comparte en:
Contenido Patrocinado

Eran épocas donde el dinero no formaba parte primaria en la creación de un proyecto deportivo, claro está que la plata era bienvenida, pero las pesetas al final del camino no hacían la gran diferencia porque la incipiente mercadotecnia y los candados en la importación de talento se abrían poco y con extremadas reglamentaciones, haciendo que las cosas en papel lucieran más artesanales.

Finales de los años setenta y principios de los ochenta fueron los últimos tiempos donde la Copa del Rey estaba para cualquiera y la Liga daba lugar a más protagonistas, he ahí que desde el País Vasco, tanto el Athletic Club como la Real Sociedad plantaban cara a los más grandes de España y mostraban desde la fortaleza física y la intensidad de no dar una sola pelota perdida, la posibilidad del triunfo arraigada a una mentalidad tozuda basada en el bienestar grupal por encima del individual con ligeros aderezos de talento y chispa.

Profesionales y serios son los vascos, muy de los suyos y analíticos del forastero. Personas trabajadoras, repletas de ahínco, eso sí, de puertas abiertas y sinceras cuando el “extraño” se gana su confianza. Compiten siempre y no se quejan jamás del clima, porque mira que habría que quejarse viviendo en la parte más “británica” de la península donde la lluvia y el viento son partícipes del día a día, pero ellos no lo hacen, son a prueba de todo. 

Cuando el pequeño Xabier nació, en casa apenas empezaba a caminar Mikel, su hermano mayor. Vivían en la tranquila Tolosa, ciudad a menos de 30 kilómetros de la aristocrática San Sebastián, donde su padre Mikel, ‘Periko’  para todos, despachaba como mediocampista de recuperación tanto en la Real Sociedad como en la selección española de futbol. 

El olor a ungüento, el inconfundible sonido de los tachones metálicos raspando el frío concreto del piso, las toneladas de barro con vestigios de pasto que quedaban esparcidos por todos los rincones del vestuario, las camisetas empapadas con el número tapado por el lodazal y el mítico vapor provocado por el agua hirviendo proveniente de las duchas eran lugares comunes para los hijos de ‘Periko’ Alonso, uno de los símbolos de la Real, bicampeona de España.

Desde muy pequeños los herederos del rocoso mediocentro vasco supieron que el futbol sería una llave divertida para crecer juntos. Sin embargo, no era la prioridad en el hogar, ya que mamá Isabel quería que con las posibilidades económicas de la familia, sus hijos se preparan académica y mentalmente al mundo competitivo. Clases de inglés, de música, apertura a todo tipo de actividad cultural y física estaban abiertas en la casa de los Alonso. Los sábados eran los días en donde ‘Periko’ llevaba a sus hijos al entrenamiento previo a los partidos. “Pues como había colegio, pues allí nos dejaba, en una esquina del césped. Le veíamos entrenar y dábamos unas patadas al balón. Son mis primeros recuerdos ligados al futbol”, contó Xabier a Esquire. 

Xabi, como le conocían en el barrio, solía como buen vasco,  jugar con sus amigos al frontón. Obvio cuando el balón aparecía no dudaba en pegarle de patadas y disfrutar del momento. Jamás estuvo ligado a una academia de futbol y únicamente jugaba por diversión. Quizás el momento más serio con la pelota era cuando su papá, ya retirado, entrenaba al Eibar de Segunda División, en donde los sábados, sí otra vez los sábados, lo acompañaba para dispararle a los porteros en el calentamiento, entre ellos al mítico José Ignacio Garmendia, defensor del marco eibarrés durante 17 temporadas consecutivas, todo un récord ibérico. “Me ponía a pegarle a la portería y así entraba en calor Garmendia y los demás arqueros” relató para Informe Robinson. 

Fue hasta los 17 años cuando recién ingresado a la Universidad, la gente de la Real Sociedad lo vio jugar y decidió reclutarlo. Debutó temprano en Copa del Rey meses después, devastando lo que había hecho su padre, quien vio la luz profesional hasta los 24 años.

Xabi no tenía continuidad en el primer equipo y fue una tarde de verano cuando se enteró de su futuro. “Estaba con mis amigos y leí en el periódico que la Real me prestaría al Eibar. Le llamé a mi padre y me dijo: ‘es la mejor decisión, ahí podrás jugar y te servirá’. Sin duda fue la mejor opción, era un lugar que conocía y estaba relativamente cerca de casa”. 

Xabi Alonso jugó un semestre en Segunda porque Clemente no lo tenía en cuenta, el caso es que cuando echaron al técnico, John Benjamin Toshack, pidió su regreso de inmediato.  Jugador de toque fácil, aunque alejado de la habilidad, sí muy dúctil con la pelota, jugador líder sin temor al esfuerzo, entregado al sacrificio, a la recuperación y sabedor de ser el pase de salida o el primer toque ofensivo, Xabi se ganó un lugar en la Primera Txuri Urdin y sus disparos de media distancia empezaron a conmover a la exigente grada de Anoeta. 

Cinco años en la Real Sociedad, entre ellos la temporada mágica del 2002-2003, donde quedaron a la orilla del título cuando en Balaídos perdieron 3-2 ante el Celta de un fenomenal Mostovoi. “Fuimos segundos, dos puntos por debajo del Real Madrid. Fue la temporada soñada, jugando en el equipo de mi casa; estuvimos a nada de entregarle un campeonato más a la Real. Aquella tarde de Vigo la tendré siempre en mente, es algo que no se podrá arrancar del recuerdo. Me habría encantando ser campeón” relató para EITB.

Con la globalización a flor de piel y la Ley Bosman, en su máximo nivel, Xabi Alonso fue contratado en Inglaterra por el Liverpool. Sin problemas con el idioma supo adaptarse a un clima conocido y a la velocidad del juego inglés. “Llegar al Liverpool, es entrar en un club muy apegado a sus fanáticos y raíces. Es una entidad deportiva que ha vivido muchas tragedias y eso hace que la gente se conecte mucho más y aliente por encima de cualquier resultado”. 

Vestido de rojo supo regresarle al club scouser  la gloria europea desde la penumbra de una derrota cantada. La noche de Estambul en la Final de la Champions League 2005, fue un parteaguas histórico. Los dos goles de Crespo, más la anotación tempranera de Maldini, invitaban al medio tiempo a un trámite seguro por parte del Milan para alzar una ‘Orejona’ más, pero el amor propio del equipo de Benítez dignificó la postura heroica que terminaría con una igualada feroz conseguida en cinco minutos. Gerrard clavó un cabezazo; Smicer de larga distancia descontó y fue el propio Xabi Alonso, quien anotó el tercero luego que Dida le atajara un penal pero que el mismo brasileño no pudiera sostener el contrarremate del vasco. El milagro terminaría por hacerse posible en la tanda de penaltis regresando así el trofeo más importante de clubes a las entrañas de Anfield. “La verdad, no comprendo bien lo que pasó. Nosotros teníamos mejor equipo la temporada anterior, pero el futbol es así y fue con ese cuadro con el que dimos vuelta a algo impensado. Por donde me paro en el mundo, siempre me hablan y me preguntan sobre aquella noche en Turquía. Fue increíble” recupera la declaración El País. 

Pep Guardiola, técnico del Barcelona quiso contratar a Xabi Alonso, de esta manera habría seguido la tradición familiar ya que ‘Periko’, tras su fantástico pasaje con la Real Sociedad, participó tres campañas con el Barça antes de retirarse con el Sabadell. “Fue un verano donde Rafa Benítez y Pep, charlaron sobre la posibilidad de llevarme. Al final no se dio porque justo apareció Busquets y lo empezó a hacer fenomenal. La verdad a Pep le salió un jugadorazo” sintetizó para Sport. 

La Casablanca del futbol español lo vería inmaculado en el Bernabéu. Titular indiscutido con España y reciente campeón de la Euro, su aporte sería fundamental. “Logramos romper la barrera donde España no lograba quitarse el fantasma de los Cuartos de final. Una vez que conseguimos el objetivo supimos sacar provecho a todas nuestras bondades técnicas como equipo”.

Xabi Alonso formó parte de la más grande generación española de todos los tiempos, la bicampeona continental y la monarca mundial. La dramática final contra Holanda que definió Iniesta, lo tuvo como víctima cuando Nigel de Jong le estrujó el cuerpo con una plancha  descalificadora al pecho que el árbitro Webb, mal interpretó. “En realidad yo vi la pelota, la toqué y sentí el golpe. Creo que fue imprudente pero no mal intencionada. De todas maneras se ve mucho peor en la repetición”. 

Alonso fue el termostato durante la candente época de Mourinho como entrenador merengue. Supo ganarle y también sufrir contra un Barcelona de época. Una Liga, dos Copas del Rey y una Supercopa de España fueron los títulos ataviado de blanco. Sin embargo nada se compara con la alegría de conseguir una Champions más con aquel testarazo de Sergio Ramos, al 93 que derrumbó al Atlético de Madrid. “Le estaré toda la vida agradecido a Sergio por aquel gol. La verdad que estábamos devastados, no veíamos por donde y pensamos que estaba perdida”. 

Nadie se imaginó su salida de Madrid, misma que pidió en busca de otros retos. “Ganar la Champions, la décima que todos queríamos me hizo recapacitar y buscar otro tipo de experiencia, no tenía nada más que ganar en un club que me lo dio todo”. Parte de la prensa desilusionada por su decisión, arremetió contra el mediocampista revelando que la buena relación que llevó con Mourinho, hizo que se desgastara con dos referentes como Ramos y Casillas, aunada también a la posible incomodidad que le causaría la llegada de Kroos, al plantel, poniendo en la cornisa su status de intocable.

Al final, sus últimos destellos jerárquicos los presentó con el Bayern Munich y bajo el mando de Guardiola y Ancelotti, viejos conocidos. “Todos los que tuve son grandes técnicos. De todos aprendí. Su manera de entrenar, de trasmitir los conceptos. Todos te dejan algo para bien. Ademas está claro que cuando un técnico no es capaz de convencer al jugador, está liquidado. Pero ellos siempre lograron su objetivo”. 

Correcto y ecuánime hasta la última instancia, como en la cancha, afuera de ella, Xabi Alonso fue un ecualizador absoluto de las emociones y dejó claro que aún pudiendo seguir jugando dos o tres años más lo que deseaba era irse al máximo nivel y lo ha logrado. Ganó todo en el mundo de futbol pero su mentalidad siempre le dejó en el cajón algunas deudas. Una Liga con la Real; una Premier con el Liverpool y una Champions con el Bayern fueron las materias pendientes con las que el hijo menor de ‘Periko’ se quedará. Al final nada mal para alguien que nunca tuvo como principal misión en la vida dedicarse a lo que hacía su padre pero que cuando lo hizo supo rebasar por mucho a su amado maestro. 

Contenido Patrocinado