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Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

Gigante de la banda

2017-04-13 | Christian Martinoli
CHRISTIAN MARTINOLI
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Club típico de barrio, y aunque de barrio alemán alejado de las necesidades básicas de otras regiones, al fin y al cabo transpira la esencia romántica de equipo de familia y amigos. Son apenas dos canchas, impecables por cierto, las que posee al oeste de Munich el FT Gern, escuadra social que tiene como misión más allá de formar jugadores, la de entregar entretenimiento a los chicos y en la medida de lo posible generar mejores personas desde la convivencia deportiva en un entorno sano. Son muy pocos los que llegan ahí pensando en crear una carrera estelar dentro del futbol teutón. Uno de ellos fue el pequeño Phillip, hijo de un exjugador del club, Roland, y de Daniela, activista permanente de dicha institución deportiva. 

Desde que pisó el club a los cinco años siempre fue el niño más pequeño de estatura en su categoría y también de las venideras; sin embargo, nunca este tema resultó un impedimento para divertirse y desarrollar su juego. 

“Mejor poco y bueno, que mucho y malo”, frase de cajón con la que solía defenderse una vez que entendió el significado de la misma, la cual seguramente alguien en casa le sugirió, ante cualquier atrevimiento ajeno para desmotivarlo.

Phillip, el varón de la familia Lahm, de inmediato supo que no podría ser un atacante determinante, por lo que se adaptó con facilidad al juego defensivo por los costados debido a su velocidad para subir y bajar sin parar. 

Difícilmente equivocaba un pase, tenía una gran lectura de juego y anímicamente jamás se rendía. 

Con apenas 10 años, ya todos sabían en la serena Baviera que existía un atrevido muchacho con un liderazgo inusual para su edad que generaba emociones a granel defendiendo y avanzando pegado a la línea lateral. 

Los dos equipos más importantes de la ciudad lanzaron el anzuelo a los Lahm para adquirir los derechos formativos de Phillip, que en realidad, sin ser fanático recalcitrante, no les disgustaban las formas del Munich 1860, a pesar de que su padre era aficionado del poderoso Bayern. 

Estaba claro que en el papel, quizá ir con ‘Los Leones’ del 1860 sonaba un camino menos espinoso para asomarse al futbol profesional, en lugar de asistir al flemático y multicampeón cuadro rojo, sitio de mayor competencia, pero con mejor filtro y estándar de calidad, en donde el lograr la escalada jerárquica garantizaría la fama y la fortuna. 

Fue una simple diferencia la que ofrecía el Bayern sobre su competidor: si Phillip aceptaba jugar para ellos, tendría la oportunidad y privilegio, cada 15 días, de ser uno de los recogebalones dentro de la impactante y gigantesca telaraña que abraza al emblemático Estadio Olímpico de Munich. 

La propuesta arrasó con las dudas y Lahm dejaría el club de su vida, el Gern, por la casaca más temida de Alemania y una de las más grandes del mundo. 

No hubo un solo partido en juveniles, durante casi una década, que sus entrenadores hayan capturado una falla en el desempeño individual del diminuto lateral. 

Hermann Hummels, técnico de categorías menores en el Bayern y padre del defensa central Mats Hummels, mencionó para UEFA.com: “Si Phillip no triunfaba en el futbol profesional alemán, entonces nadie sería capaz de lograrlo”. 

A los 19 años debutó en Primera y a los 20 ya formaba parte de la Mannschaft.

La excesiva población de talento internacional en el club, y sobre todo en su posición, provocó que fuera prestado sin opción de compra al Stuttgart. La gente del Bayern sabía que Lahm era el futuro del equipo, pero todavía no estaba listo para semejante exigencia de resultados y querían que rodara en la Bundesliga dentro de un club con una similar preferencia por el juego elaborado, como eran ‘Los Suabos’. 

Félix Magath lo reubicó en el campo, cambiándolo de izquierda a derecha, línea donde escribió sus mejores obras.

Tras dos años vestido con la línea horizontal colorada en el pecho, tiñó completamente su camiseta de rojo y comenzó una trayectoria intachable rumbo al firmamento futbolístico.  Desde entonces jugó más de 500 veces con la casaca del Bayern, ganando 22 títulos.

Phillip nunca ha sido expulsado y supo jugar de lateral por ambos costados; volante de ida y vuelta, así como de contención, bajo las órdenes de Pep Guardiola, posición que lo limitaba de manera clara, pero a la que cubrió con honor. “Es el jugador más inteligente que he dirigido en mi carrera”, soltó el DT catalán.

Su carácter antiderrota y sin límites para externar sus pensamientos le generaron admiradores y varios detractores. Muchos aseguraron que las diferencias con Michael Ballack provocaron sismos internos en la selección y la declaración de: “No voy a dejar jamás la cinta de capitán”, luego de serle entregada tras la lesión que apartó a Ballack del Mundial 2010, destilaron tinta en los periódicos germanos, construyendo un sinfín de historias repletas de boicots y conspiraciones. “No era el momento para declarar eso y mucho menos cuando alguien dejó el gafete por estar lastimado”, criticó Ballack. 

Marcó cinco goles en 113 partidos ataviado de blanco, pero todos fueron en citas de gran envergadura, como el primero que hizo en la inauguración del Mundial 2006 contra Costa Rica. “Fue el mejor gol de mi vida, por el lugar donde lo hice, porque estaban mis amigos presentes y porque venía de una lesión que estuvo apunto de sacarme del torneo”. 

Sus palabras son tan directas como sus interminables aproximaciones por la banda en cada juego; por ejemplo, no tuvo piedad en su autobiografía para describir los métodos de trabajo de Jürgen Klinsmann. “A las ocho semanas de que llegó al cargo sabíamos que no existía mucho futuro. Hacíamos yoga y bastante físico. Se trabajaba poco en lo táctico y lo técnico. A tal punto que minutos antes de los partidos entre los jugadores nos poníamos de acuerdo de cómo íbamos a jugar”.

Fue multado con 10 mil euros por declarar en contra del técnico holandés Louis van Gaal, quien en su segunda temporada como mandamás rojo empezó a tambalearse. “Los demás equipos tienen un sistema y una filosofía, nosotros no. No basta sólo con comprar buenos jugadores, si no se pueden desarrollar correctamente bajo una idea”, soltó sin tapujos. También en el mentado libro lanzó otro recuerdo del holandés. “Es un gran entrenador, pero jamás acepta sus errores y muchos menos busca corregirlos”. 

La órbita del Barcelona, Madrid y Manchester United siempre intentó ingresar en su mente, sin embargo, en más de una ocasión, blanqueó su postura. “Bayern es mi casa y mi familia, sé que sería lindo vivir en Inglaterra o España, pero aquí en Alemania estoy feliz”.

Se unió a Fritz Walter, Franz Beckenbauer y Lothar Matthäus como el cuarto privilegiado futbolista alemán en levantar glorioso la Copa del Mundo. 

Fue ése el momento decisivo para saber que no había nada más grande que conseguir y por ello decidió dejar a la selección. “Mi vida me pertenece y no quiero que me arrastre del deporte de alta competición. Fueron 10 años sensacionales. La decisión estaba tomada. También hubiera renunciado si hubiéramos vuelto a casa sin ese triunfo contra Argentina. Ahora tiene la responsabilidad la siguiente generación, en parte son 8 o 9 años más jóvenes que yo y deben encontrar en su grupo su propio líder, al que respeten y con cuyo apoyo continúen desarrollándose”, afirmó tras Brasil 2014.

Lahm tuvo buenas y malas importantes. Sufrió derrotas contundentes contra España, tanto en  juveniles como en mayores. No dio crédito al perder contra el Chelsea una Champions y padeció una decepción enorme cuando quedó fuera de la final mundialista en su país. Pero gozó como nadie el 7-0 global al Barcelona en Semifinales de la Liga de Campeones, el histórico 7-1 a Brasil y por supuesto la Final de la Copa ante Argentina. 

A los 33 años, su tremenda capacidad para evadir la derrota contra el tiempo optó por abandonar el juego antes de que el futbol lo empezará a relegar a él, dando un anuncio que el propio Bayern catalogó de prematuro e innecesario. 

“Lo que es seguro es que el final de mi carrera será un cambio en mi vida. Desde los cinco años juego al futbol y, de repente, no habrá más futbol. Mi vida va a cambiar, pero cuando uno se prepara, que es mi caso, y haces un balance de todos estos años, piensas que podrás afrontar con serenidad todo lo que venga”, le explicó a L’Équipe. 

Dueño de una fundación en favor de niños necesitados y defensor de los derechos para la comunidad gay, Lahm jamás escondió su opinión a ningún tema. “Yo no soy homosexual y no tendría problema alguno en compartir vestidor con algún compañero que lo fuera. Es momento de terminar con el tabú dentro del futbol y dejar que la gente sea libre”.

Joven empezó y así terminará su carrera en unos meses. Nunca se olvida de sus raíces y de vez en cuando se da una vuelta por el club que lo vio nacer para exhortar a los más pequeños a seguir luchando por sus sueños, aunque la talla les atormente el inconsciente. Lahm logró tocar el firmamento en tierra de gigantes con su modesto 1.70 de estatura, y es que, como dicen varios, la inteligencia y la capacidad muchas veces se miden de la cabeza al cielo.

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