La historia sin fin

La crisis trata de apoderarse de Cruz Azul casi a la mitad del torneo; la escuadra de Caixinha vive el peor momento desde su llegada al banco cementero y la eliminación como local en la Copa sólo incrementó la presión que viven en la actualidad.

“En caso de no sentir respaldo ya me habría ido, yo soy así”, palabras del lusitano después del ridículo frente a Oaxaca.

A La Máquina le cuesta trabajo establecer un ritmo de juego y un estilo profundo de ataque, sin hablar de la contundencia que parece haberse esfumado desde la Final de Liga del campeonato pasado.

Los delanteros no mojan, el equipo de visita especula demasiado e incluso por momentos no aspira ni al contragolpe. Está claro que vivir en la posición 14 de la tabla no representa a un equipo con semejante plantel y urgencias.

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A pesar de todo, en la Liga son únicamente dos puntos los que separan al Azul de la zona de Liguila, al final es un bálsamo la medianía eterna del torneo mexicano, pero no puede ser un pretexto para esconderse de lo pobre que juega hoy Cruz Azul.

De entrada, mañana van a un campo con todas las obligaciones porque el Veracruz está desahuciado, es un conjunto que respira artificialmente sin poder haber marcado un gol en siete jornadas.

Lo del Tiburón es una pena para su gente y un desastre empresarial-deportivo por donde se le vea.

Cruz Azul tiene tiempo suficiente para levantar la cara y encaminar sus números, situación totalmente distinta a la del Veracruz, por ende, el club que maneja el portugués necesita recuperar la forma en el Puerto, porque de lo contrario, lo que hoy es confianza y respaldo de Peláez, se puede esfumar sin pensarlo dos veces, si llega Cruz Azul a caer en el 'Pirata'.