Muy “gallos”

Cuando un dirigente sale en conferencia de prensa a decir que el árbitro le robó un partido a su equipo, como lo hizo el martes por la noche Joaquín Beltrán, representa varios puntos.

Por un lado, refleja el cansancio de una directiva contra las injusticias ‘negativas’ del juego arbitral, ya que está demás decir que jamás se sabrá de un ejecutivo deportivo que hable sobre las injusticias ‘positivas’ que los mismos árbitros cometen al momento de errar y beneficiar un resultado.

Además, quejarse representa en automático levantar la voz en busca de equidad y, por ende, plantar una postura institucional de cara a los siguientes choques futbolísticos. Para decirlo rápido y cómo asevera el dicho internacional popular con respecto a los bebés: ‘quien no llora, no mama’.

También destila la presión con la que viven actualmente los hombres de pantalón largo de la escuadra queretana, comandados por Arturo Villanueva, que fue directamente a charlar con el árbitro Miranda tras el choque ante Cruz Azul y de quienes ha trascendido no tienen últimamente muy a gusto al dueño de su club, y pesa sobre ellos una necesidad urgente de resultados de cara al descenso y aún más importante en cuestiones personales, de frente a su continuidad laboral.

Nadie puede negar que Villanueva ha vivido los momentos más agradables de Gallos en el máximo circuito con el triunfo en Copa MX y el subcampeonato de Liga, sin olvidar el golpe mediático internacional que ofreció al contratar a Ronaldinho; sin embargo, la gente del Corregidora habituada al sufrimiento deportivo, vio la luz en un par de ocasiones y le gustó, a tal grado que ahora se resiste en volver a las sombras macabras que casi siempre se posaron sobre el club de sus amores.

Querétaro difícilmente se librará en los próximos ocho meses de la soga que comparte con cinco equipos más en busca de su supervivencia, por ello ha lanzado una crítica abierta contra el arbitraje que sinceramente ante el equipo de Jémez, los lastimó.

El asunto es que tanto Beltrán como Villanueva, parecen más alarmados por el mal momento que pasan los hombres de negro del balompié azteca, que por responsabilizarse y/o preocuparse de la triste actualidad que vive su escuadra. Porque mandarle cartitas a la afición basadas en el compromiso y la pesadumbre no arreglan nada cuando la pelota rueda en el campo de juego.