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Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

Vida de Tigre

2017-07-13 | CHRISTIAN MARTINOLI
CHRISTIAN MARTINOLI
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Era tan elegante que parecía flotar en el centro de la cancha. Postura inmaculada, erguida de precisión quirúrgica. Un jugador refinado al momento de tocar la pelota y de disfrutar el futbol. Cabellera blonda que iluminaba el medio sector de una generación adulada que sin ser campeona del mundo es recordada por todos. Y es que en aquel Brasil del 82 estaban Zico, Junior, Toninho Cerezo, Éder, Dirceu y Sócrates, pero para manejar los hilos y destilar cadencia estaba Paulo Roberto Falcao, espigado medio centro que fue figura en Internacional de Porto Alegre y que supo ser rey en Roma.

Ese mismo que fue capaz de arrancarle admiración pura e idolatría por su juego a un hombre cuatro años menor que él. Un defensa central colombiano de mucha fuerza y poca técnica de nombre Radamel García King.

“Siempre dije que si llegaba a tener un varón le pondría el nombre de Falcao, debido a la gran admiración que le tuve al brasileño”, le contó a RCN, el recio central que jugara profesionalmente en Colombia para Independiente Santa Fe, Unión Magdalena, Bucaramanga, Junior, Deportes Tolima e Independiente Medellín, así como en Deportivo Táchira y Mineros de Venezuela donde cerró su carrera.

Fue ahí en el vecino país, amante del beisbol, donde su hijo Radamel Falcao (cumplió su promesa) se hizo asiduo a los deportes. Daba lo mismo el guante y el bat, que el balón, por ello el pequeño Falcao practicaba ambas disciplinas con gran frecuencia y enorme aprovechamiento.

Corría tan rápido que las bases se esfumaban a su paso y saltaba tan bien que hacía diferencia en cada pelota aérea dentro del área. Su padre nunca dudó ni un instante en saber que su hijo seguiría la herencia más allá de las facilidades que presentaba su vástago en el diamante, ya que la capacidad goleadora del chico era abrumadora.

De regreso en Colombia, el beisbol fue olvidado y Falcao se lanzó directo por el balompié. Muchacho extremadamente educado, con amplia gama léxica e ideas claras.

“Quiero ser famoso, salir de Colombia y aportar algo al futbol colombiano y a los niños cuando yo sea grande. Acá en el equipo nuestros valores son respetar al rival, al árbitro, a los compañeros y jugar con lealtad”, palabras de un niño de 12 años que 365 días después se convertiría en el futbolista colombiano más joven en debutar en la Segunda División de ese país con el Lanceros Boyacá, escuadra que contra cualquier lógica puso en el campo como solución de ataque a un imberbe chamaco que rozaba los 500 goles en partidos amateurs.

Dicho atrevimiento traspasó fronteras y en Argentina, River Plate puso atención en el novel colombiano. Nadie pensó en realidad que dejaran salir de su casa a un mozalbete de 14 años; sin embargo, al escuchar con la madurez y decisión con la que se expresaba, la gerencia de inferiores del club millonario no dudó en llevarlo a Buenos Aires, la situación sería a prueba y con opción de compra en medio millón de dólares.

El primer día en el Monumental lo pusieron a jugar contra el equipo de Primera, ahí Hernán Díaz, experimentado y durísimo lateral, le marcó derecho de piso. “Le fui con todo, muy fuerte, solíamos hacerlo con los chicos para que se fueran formando. Al final de la práctica le dije a los dirigentes, “es una roca”; a él lo fui a felicitar y le di mi respaldo”, recordó para La Nación.

Compartía la pensión de River junto con 80 jugadores más; lugar húmedo y helado por los vientos australes que llegan desde el vecino Río de la Plata, pero sitio ideal para crecer y fortalecer el alma.

Cuentan que las lágrimas de añoranza se fueron convirtiendo en rezos de fe e introspección, mismos que lo serenaban y de paso le daban mucha ascendencia con el resto de los huéspedes y cómplices de sueño.

Falcao se hacía grande en una institución acostumbrada a debutar elementos sin analizar actas de nacimiento, pero nunca dejó de creer en que podría dar el paso grande. Si bien su debut ante Instituto de Córdoba fue discreto, eso le ayudó a sentir que la planta crecía. Meses después con la llegada de ‘Mostaza’ Merlo, al banco rojiblanco, su espectro de acción de abrió.

“Le pregunté si se sentía en condiciones de jugar 20 minutos contra Independiente y me respondió que estaba para jugar todo el partido. Entonces el domingo sin pensarlo estuvo los 90 en la cancha y metió dos goles”, rememora el entrenador para Caracol.

A partir de ahí sólo las lesiones sacarían del camino al apodado Tigre, mote ganado tras llevarse el premio Tigre de los lubricantes Esso al mejor jugador de la jornada en Argentina, sobrenombre colocado por su compañero de alojamiento Gonzalo Ludueña.

Supo alternar el ataque durante cuatro años con Abreu, Alexis Sánchez, Cavenaghi, Higuaín, Marcelo Salas y Ariel Ortega.

La vitrina millonaria es tan poderosa que sin importar el presente del equipo, sus jugadores tienen una marca registrada y un valor adicional en el mercado internacional, eso lo sabía perfectamente el Porto lusitano, especialista en pulir las últimas impurezas técnicas de jóvenes promesas mundiales y por ello apostó por el atacante colombiano.

Si Falcao ya hacía diferencia en Argentina, del otro lado del Atlántico, en Portugal donde se juega con menor rigor defensivo se hizo estrella.

Sus estadísticas se convirtieron en un huracán devastador, 72 goles en 87 encuentros fueron suficientes para que la escuadra de Do Dragao no pudiera retenerlo más. Su potencia física, despampanante cabeceo y ductilidad para impactar el balón con ambas piernas, pedían a gritos una liga de mayor calibre y fue por eso que el Atlético de Madrid apareció en escena para darle la camiseta de goleador que Hugo, Baltazar, Penev, Vieri, Hasselbaink, Kiko, Torres, Forlán y Agüero supieron vestir.

Los 45 millones pagados por los Colchoneros y la conexión inmediata lograda con el técnico Diego Simeone, amortizaron cada euro invertido en el Tigre.

Una Europa League, una Supercopa europea y una Copa del Rey, todas logradas con Falcao como diferenciador, hicieron que el mundo se diera cuenta del verdadero valor futbolístico de un chico que desde la famosa camada cafetalera del Pibe Valderrama, Higuita, Asprilla, Rincón y compañía, no había salido semejante talento balompédico con pasaporte colombiano hasta su estelar irrupción. El Mónaco lo compró por 63 millones y para Francia llevó sus goles.

16 años más tarde Colombia volvería  a un Mundial gracias a su liderazgo, sin embargo una desafortunada entrada de Soner Ertek del Chasselay de la cuarta categoría gala en juego de Copa francesa le destrozó los ligamentos de la rodilla a seis meses de la Copa.

Tras intentos desesperados para recuperarlo fue el mismo delantero junto a Néstor Pekerman, técnico de Colombia quienes públicamente dieron la noticia de su ausencia en Brasil.

“Quería con toda mi alma jugar el Mundial pero a pesar del esfuerzo por tratar de llegar me he dado cuenta que no puedo ser egoísta y prefiero dejarle el lugar a un compañero que esté al cien por cien, porque eso es lo que se merece la Selección”, mencionó estoico en conferencia de prensa.

A partir de ese instante, la vida de Radamel Falcao, cambió. Su Selección tuvo un gran Mundial sin él. Desde Inglaterra dos pesos grandes como el Manchester United de Van Gaal y el Chelsea de Mourinho, lo vieron pasar sin gloria, lo hicieron sufrir y sobre todo dudar, por eso cuando el cielo se le nublaba como nunca antes y parecía indicar que el Tigre se quedaba sin garras, fue otra vez el Mónaco el equipo que le dio a los 30 años de edad quizá la última llamada europea de su carrera, misma que el que fuera considerado en su momento como el mejor atacante del Viejo Continente supo aprovechar.

“En Inglaterra viví experiencias duras que me hicieron aprender mucho. Yo sabía que si me daban continuidad y minutos, los goles regresarían. Por ello estoy muy agradecido con el Mónaco porque me entregaron la confianza y eso me hizo también volver a la Selección”, relató para L’Equipe.

Asentado dentro de un equipo que supo romper la hegemonía local del París Saint-Germain y que deslumbró a todos apareciendo en las Semifinales de la Champions, ahora solo le queda luchar nuevamente por un sitio para el Mundial de Rusia y cumplir con la tarea pendiente.

“Es un sueño personal para mí poder jugar en la Copa del Mundo. Para cualquier futbolista, representar al país es lo mejor, todos soñamos desde cuando somos niños el poder ponernos un día la camiseta de nuestro país, representarla y escuchar el himno”, dijo para CNN.

Máximo anotador de Colombia con 24 goles  igualando al poderoso Arnoldo Iguarán y por encima de nombres como el del ‘Tren’ Valencia, ‘Tino’ Asprilla, Freddy Rincón y Víctor Hugo Aristizábal; Radamel Falcao García, nunca se ha rendido y está de vuelta más fuerte que nunca, a pesar de que en River se rompió los ligamentos del tobillo derecho y también de la rodilla derecha; a pesar de que en Francia se quebró los ligamentos de la rodilla izquierda y que en Inglaterra dos jeques de la dirección técnica le aniquilaron la confianza, el colombiano sigue de pie demostrando que su trayectoria deportiva tiene más vidas que las de un tigre.

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