'El Aguafiestas'...

Hace dos años estábamos atravesando por el penoso y amargo incidente de caer 7-0 en una Copa América del Centenario. Hoy… ¿Estamos hablando de ser campeones del mundo? Por favor, un poco de coherencia para un futbol que  históricamente ha vivido de la inconsistencia.

Me dicen 'El Aguafiestas', aunque en estos tiempos de exagerado valor patriótico, nacionalista y triunfalista, me pueden confundir de otra manera. 

Ganarle a una potencia mundial del futbol no habrá sido tan complicado como lo que vendrá enseguida para el futbol mexicano: soportar, con los pies bien afincados sobre la tierra, el ánimo triunfalista de un pueblo urgido de triunfos, capaz de desbordar sus sueños y su imaginación hasta unos niveles alarmantes.

Pero una vez apaciguada la calentura y la euforia, es tiempo de pensar fría y coherentemente: si México vuelve a jugar con Alemania, otra vez, no será declarado el favorito en el juego y a pesar de que el triunfo del domingo queda inscrito en la historia de nuestro futbol, México no está, todavía, en el nivel de las grandes potencias del juego.

Lo del domingo fue impetuoso, imponente, fantástico -y deben faltar epítetos-. Fue una demostración de que el futbol mexicano aspira a estar en los sitios de mayor relevancia dentro de un deporte llamado futbol. Con actitud, con mentalidad, con un despliegue técnico, físico y táctico, México no le pide nada ni a Alemania ni a Brasil ni a España o Francia, pero todo debe ser parte de un proceso y también de una regularidad a la que el futbol mexicano no está totalmente acostumbrado. Aquí pasamos de los sublime a lo ridículo en apenas algunos días. Hace dos años, justamente, estábamos lamentando el penoso incidente ante Chile y hoy, de pronto, estamos suspirando por trascender en un Mundial.

Lo del domingo sigue palpitando en nuestros corazones. México jugó bien al futbol -como quizá no lo había hecho nunca en su larga historia mundialista-, pero hay que tener los pies bien puestos sobre la tierra. Puede ser el 'primer paso' de algo fantástico y puede que no termine ocurriendo en este Mundial, pero si se trabaja, se planea, se respetan proyectos, personas y se mantiene la mentalidad, México puede, en algún día no muy lejano, ponerse a la par de las grandes selecciones del mundo.

Creo que el triunfo ante Alemania es una muestra inequívoca del potencial del futbol mexicano. En otras ocasiones, se había amagado con ofrecer competencia ante el rival. Esta vez se logró también un triunfo, que es fundamental para el juego y el ánimo del aficionado.

Creo que lo que ha ocurrido aquí en Moscú, es una muestra de que en México hay talento de sobra en el campo de juego. El futbolista mexicano necesita ser más apoyado por los clubes y por la propia FMF, para que surja en mayor número y tenga facilidades para ser exportado a las Ligas de mayor desarrollo.

Necesitamos, también, convencer a Juan Carlos Osorio, debe quedarse en México. Ha hecho un trabajo impecable. Hay que darle el crédito a él y a quienes creyeron en él: Decio de María y Guillermo Cantú, dos dirigentes que parecen ir de salida en la Federación, son los responsables principales. Hay que buscar la manera de ofrecerle a Osorio un proyecto hasta 2026, año en que México organizará la Copa del Mundo. Hay tiempo suficiente para trabajar y pensar que la meta en ese Mundial podrían ser las Semifinales. Nunca el futbol mexicano ha trabajado con un plan a largo plazo. Hagámoslo de una vez.

Los aficionados del futbol tienen todo el derecho de festejar. Los futbolistas de mantener la mentalidad en los compromisos que siguen. Y el entrenador de hacer su trabajo en libertad y bajo un clima de respeto.

No entremos en el penoso paraje de una 'cacería de brujas'. Todos queremos el bien común del futbol mexicano. Todos estamos conscientes de que hace falta trabajar más para poder sostenerse en el nivel que hoy pretende tener el futbol mexicano. Hagámoslo con responsabilidad, con la misma responsabilidad que debe tener un equipo de futbol que el domingo se atrevió a ponerse de frente ante su destino y le ganó, con justicia absoluta, a un Campeón del Mundo llamado
Alemania.