¿'El más grande'?

Todavía me retumban los oídos y se alteran algunos de mis sentidos: “El más grande…”, se situó como uno de los tópicos favoritos de las redes sociales durante gran parte de la noche y de la madrugada de un día se la semana anterior. El americanismo aprovechaba un nuevo trofeo –así fuese un título de Copa conseguido ante un equipo de la División de Ascenso– para ratificarse así mismo y restregárselo a los demás que se trata del máximo equipo de futbol que ha existido y que existe en el futbol mexicano. ¿El más grande? ¿Quién, cómo, de qué forma se prueba, se mide o se justifica?

La situación ocurre justamente cuando el rival que debe ofrecer el bendito equilibrio pasional ha ingresado a un paraje nuevamente oscuro en su reciente historia. Chivas no está como para responderle a nadie, ni en la cancha ni en la tribuna o en las redes sociales, justo el sitio donde hoy se acostumbra a proclamar la grandeza. El América pretende adueñarse de todo en medio de la catástrofe que azota al llamado Rebaño Sagrado. 

No se trata de desconocer la 'grandeza' del América. La historia, los títulos y los hechos en el campo de juego la justifican plenamente, pero el futbol mexicano es un futbol donde, afortunadamente, impera cierta proporción o competitividad que permita que no uno, ni dos o tres –como ocurre en la mayor parte de las más prestigiosas Ligas del mundo– sino un buen número de equipos aspire a levantar el trofeo de campeón y a adueñarse de la gloria. 

Luego y siempre habrá diferencias entre los llamados 'grandes' –por historia, por pasión y por popularidad– a los cuadros que tienen sus propias limitaciones en ese sentido. ¿Usted cree que sería muy extraño que el León, Tigres, Rayados, Pachuca o hasta el mismo Necaxa lograran ser campeones en el próximo mes de mayo?

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Puede que se trate de un asunto de irregularidad, mediocridad o quizá una paridad o un equilibrio. Hay varias interpretaciones sobre el tema, pero más allá de que en el conteo final el América tenga más trofeos que otros, no significa que ejerza un poder absoluto sobre el resto de los contendientes como pudiese ocurrir en España, donde las distancias entre el Real Madrid, el Barcelona e incluso el Atlético de Madrid, marcan brechas imponentes con respecto al resto de los 'competidores'.

En México, las 'fuerzas' están más repartidas y se han repartido todavía más a partir de que más compañías se han acercado a la industria y han provocado una paridad en la economía de muchos clubes. El antiguo calificativo de  millonario' que se le otorgaba al  América hoy ha quedado anticuado y es, casi, 'uno más' de instituciones como un poder y una inversión similar en el futbol. Ni Tigres ni Rayados ni Cruz Azul ni Chivas ni Pachuca ni León ni Toluca ni Santos ni Gallos Blancos ni Atlas-Morelia y Puebla son equipos 'pobres'. Están respaldados por grandes empresas, situación que, de pronto, mal o bien, les permite confeccionar buenos planteles y acceder a la lucha por el título.

Ridícula, también, la declaración de Miguel Herrera, minutos después de ganar el mentado trofeo de Copa, donde afirmaba entre seria y jocosamente que el América ya no tiene rivales ante quién competir. Unos días más tarde, en el Clásico ante Cruz Azul, el América volvió a una versión poco afortunada de su futbol y se conformó con un 0-0 a sólo tres semanas del inicio de la Liguilla.

Ser 'el más grande' del futbol mexicano es una garantía de nada. Tigres o Rayados están por disputarse una Copa –la de Concacaf– que es más importante que la que ganó el América la semana pasada en Ciudad Juárez, y en la Liguilla por el título, el América no tiene asegurado nada.

El futbol de México tiene, para bien o para mal, algo qué presumir: su equilibrio, un equilibrio donde cuesta demasiado trabajo ser o identificar al 'más grande'.