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Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

En el 'mundo del Piojo'

2017-08-08 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Corrían 78 minutos de juego en la cancha del Estadio Azteca. El grito y los ademanes desesperados desde la banda eran de Miguel Herrera. El entrenador del América se retorcía, saltaba, silbaba y requería la atención de Oribe Peralta: “¡el 10, el 10!”, gritaba eufórico el Piojo para indicar que fuese Cecilio Domínguez el que cobrara el penalti que el árbitro había decretado a favor del América.

Algunos minutos más tarde, y tras cobrar la falta a lo ‘Panenka’, el América podía sentirse ganador del primer Clásico de la temporada. Había vencido, legítimamente, a los Pumas. El triunfo significaba, también, la primera gran victoria desde el regreso de Miguel Herrera a Coapa.

Pero podríamos y hasta deberíamos ir más allá. El mensaje principal que llega a través del triunfo americanista sobre Pumas radica en una cuestión mental antes que futbolística, sello imprescindible en los equipos del Piojo y la manera en la cual logró sus mayores éxitos en su primera etapa como entrenador del popular equipo azulcrema.

El América está lejos de jugar como quisiera el Piojo, pero ha comenzado a pensar y a reaccionar como le gusta al Piojo. Y ese es el primer aviso de que el América anda mejor que el torneo pasado y que puede andar mucho mejor en el futuro inmediato.

No hay penaltis bien tirados y mal tirados. Lo que hay son penaltis convertidos en gol. Lo que cuenta aquí es que Miguel Herrera sabía que el hombre ideal para cobrar la falta en la agonía del juego era Cecilio Domínguez. ¿Por qué? Porque justamente el paraguayo tendría la capacidad y el temperamento de hacer lo que hizo. Dialogar con el portero de Pumas, sonreír ante la aparente presión y entender que había que ‘vengar’ (en cierto modo) lo que su compañero (Silvio Romero) había hecho en los últimos minutos de la primera mitad y que le valieron dejar la cancha bajo una poderosa rechifla de la afición.

Cecilio hizo lo que tenía que hacer: tomar la pelota como se lo ordenó su entrenador, meter el balón a la portería, festejar con la tribuna y enviar un mensaje contundente de que este América se ha desprendido de todos sus complejos y que va mejorar en todos los aspectos hasta colocarse en el sitio que debe estar en el futbol mexicano.

Hay, por otra parte, muchos aficionados, especialistas, periodistas y también los clásicos porristas del América que parecen tener prisa en colocarle a Cecilio Domínguez la etiqueta de figura y hasta de ídolo por lo que vieron de él.

Hasta ahora, el paraguayo no ha jugado ni 10 partidos completos con el América. Hay que tener calma y esperar. Apunta bien, pero hasta ahí nada más. Hay otras pistas en la cancha que hacen indicar que este América puede ir de menos a mucho más: el regreso de Paul Aguilar por la banda derecha (tanto en defensa, como en proyección ofensiva) y la mejoría notable de carlos Darwin Quintero.

El jugador colombiano era, hasta hace no mucho, el mejor de la Liga. Luego, se perdió. Tuvo una lesión grave, pero si alguien sabe recuperar futbolistas ese es Miguel Herrera. Lo mismo con el ecuatoriano Renato Ibarra que por momentos parece detenido en su proceso. El Piojo parece haber encontrado ya una alineación base en la cual trabajar. En las próximas horas se incorporará el colombiano Mateus Uribe, la última contratación del club.

El América no juega todavía como tendría que jugar y parece expuesto a la tradicional irregularidad que siempre afecta a los equipos del futbol mexicano, pero ha dado una muestra, en el sitio y a la hora indicada (en un Clásico) cómo se debe jugar un partido y cómo se debe ganarlo. El América empieza a volver al ‘mundo del Piojo’, un mundo donde, generalmente, no vive tranquilo, pero sí cercano a una felicidad completa.

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