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Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

En el 'oasis' de la Concacaf...

2017-07-18 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Domingo, en el Alamodome. En el palco oficial de la Federación Mexicana de Futbol había más nerviosismo, intensidad y, quizá, hasta una mayor incertidumbre que en la propia cancha. Juan Carlos Osorio se retorcía nervioso y Decio de María movía la cabeza de un lado hacia el otro. México estaba sufriendo ante la selección número 68 del mundo de acuerdo con la FIFA.    

En el ‘oasis’ de la Concacaf, México parece incapaz de descubrir y de aceptar sus falencias en el terreno de juego. Vive apegado al resultado y con este lamentable nivel, que en ninguna parte del mundo competitivo del futbol le alcanzaría para mucho, aquí, en las bondades y en las pobrezas de su área, aspira legítimamente incluso a levantar la Copa de Oro. 

Habría que ver la reacción en el palco de la Federación Mexicana de Futbol el domingo por la tarde en San Antonio. Cuando el segundo gol finalmente cae en las postrimerías del complicado juego ante Curazao, Juan Carlos Osorio lo ha celebrado como si fuera todo un acontecimiento. De la misma forma, a sólo un par de pasos suyos, la expresión de Decio de María. México está sufriendo. Ni con la Selección ‘A’ ni con la ‘B’ encuentra un modo apropiado de jugar. Sigue rotando futbolistas, cambiando alineaciones y buscando, con sus métodos, la manera de hacer funcionar a este equipo. Gana no porque en realidad lo merezca, sino porque el rival tiene sus propias y marcadas limitaciones. Gana en el marcador, pero al final queda la impresión de que su rival, como sucedió con las antiguas Antillas Holandesas, ha jugado mejor sobre la cancha de futbol.  

El desesperante problema de la Concacaf es que aún estando mal, te permite tener un estado positivo. “Ahí están los resultados”, gritan los defensores a ultranza de la Selección Mexicana y del negocio que se desprende de esos verdaderos (y al mismo tiempo) falsos resultados. Casi siempre ha sido así. Lo fue durante la crisis de la eliminatoria mundialista del 2013, cuando a pesar de sufrir, México terminó obteniendo el boleto mundialista del área. La Concacaf le garantiza a México tranquilidad porque está más que claro con un nivel como el que ha mostrado esta Selección, en otra latitud del futbol se pagaría caro, muy caro. 

El enésimo análisis sobre lo que le ocurre a esta Selección Mexicana: El tema de las rotaciones empieza a parecerme, por momentos, vago y ambiguo. Finalmente, está claro que, aunque se trate de una Selección integrada por futbolistas de la Liga doméstica, deben tener una calidad individual mejor que la que enseñaron ante Curazao, Jamaica o El Salvador. Pero volvemos al punto de partida: el futbol se juega en conjunto y el método de Osorio de cambiar o refrescar continuamente las alineaciones parece, como un análisis a distancia, el mayor obstáculo para que el equipo mexicano juegue mejor al futbol. Lo único que sigue creyendo es que no puede un futbol como el mexicano permitirse jornadas como la del domingo en San Antonio.

Y lo que más pierde el futbol mexicano no son partidos (los números siguen siendo realmente convincentes) ni tampoco audiencia o negocio (taquillas de 4 millones de dólares y seguramente buenos reportes en cuanto a la audiencia televisiva y venta de publicidad). Lo que más pierde es tiempo. Un tiempo que no se recupera. Un tiempo que se escabulle y que aproxima al riesgo de volver a probarte en un nivel diferente y volver a fracasar de manera rotunda.

La pregunta es: ¿Hacia dónde vamos? La otra pregunta podría ser: ¿Vamos bien? Afortunada o lamentablemente, los números dicen una cosa, lo confirma el abrazo de Osorio y la sonrisa de Decio. 

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