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Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

Fantasía y realidad...

2018-03-06 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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La célebre frase del no menos célebre cineasta mexicano, ganador de dos premios Oscar el domingo pasado, podría aplicarse perfectamente a las intenciones de un futbol como el mexicano que, casi eternamente, ha vivido y sobrevivido en un mundo de fantasía que algún día promete transformarse en una realidad.

“Se apresuraron en la decisión de Decio (De María)”, me dijo el domingo un importante e influyente ejecutivo ligado a la televisión y al futbol mexicano. “¿Qué tal si México termina siendo campeón del mundo en Rusia?”.

La pregunta, con carácter afirmativo —no importa el nombre del personaje que me la dijo— se asemeja demasiado al horizonte que plantea Del Toro: el futbol mexicano vive en una fantasía y cree que puede encontrar la realidad, su realidad. Mientras tanto, no parece tomar las medidas necesarias para que el sueño de millones de mexicanos, que tiene al futbol como pasatiempo y pasión, se cumpla y alcance los niveles para lo que aparentemente está presupuestado.

El problema es el mismo de siempre: no equilibrar en una industria que reclama una paridad entre la parte económica y deportiva. Aquellos que tienen el poder en el futbol han sido los mismos durante los últimos 50 años —y seguirán siéndolos— y no es que ellos no pretendan un beneficio para el futbol, pero favorecen casi siempre el interés y el aspecto comercial en el rumbo de las decisiones.

Las tres disposiciones que se han tomado el viernes de la semana pasada en la Asamblea de Propietarios establecen clara y contundentemente que nada ha cambiado y que nada cambiará en el futuro: La Liga subirá a 20 clubes, se abolirá el descenso por los siguientes cuatro años y Decio de María dejará el puesto como presidente de la Federación Mexicana de Futbol (FMF) en favor de Yon de Luisa.

El futbol mexicano encontró una medida o una mentira para defender los intereses de poderosos grupos que corrían el riesgo de perder su inversión con un descenso. ¿Cuál fue la solución? Subir los participantes de la Liga de 18 a 20 y abolir —o quizá condicionar— el ascenso. La medida favorece a clubes como Atlas y Querétaro, ambos en manos de televisoras abiertas que han invertido mucho en el futbol y a otra como Veracruz, cuyos intereses políticos siempre tienen una participación importante cuando se trata de futbol. La FMF, incluso, se da el lujo de permitir que el equipo que descienda en esta temporada, con dinero, compré una plaza en la expansión que propone la Liga MX.

Yo espero que la renuncia de Decio de María haya sido por dignidad. No lo puedo entender de otra forma. Decio es un hombre inteligente y fundamental en el proceso de los últimos años que le dio otro carácter a la Liga y que trajo cierta ‘calma’ alrededor de la Selección Mexicana de futbol. Pero lo que más preocupa es quién ha ganado —unánimemente— la candidatura para ser su sustituto: Yon de Luisa, ejecutivo de Televisa, presidente del América, un hombre “nacido y creado” detrás de los muros del imperio que históricamente ha dominado al futbol mexicano. Es, además, el presidente del Comité Organizador de México para el Mundial del 2026. El heredero.

Había otros muchos temas que se esperaban resolver en esta Asamblea y que parecían urgentes: la disminución del impresionante número de jugadores extranjeros en las nóminas de los equipos o quizá la adecuación de los calendarios para volver a competir en un evento del nivel de la Copa Libertadores, pero los dueños, o el poder alrededor de esos dueños, decidieron tomar medidas para cuidar sus propios intereses.

Las medidas han sido un mensaje claro y directo de que el poder está para ejercerse en el futbol mexicano. Que no hay regla ni ley capaz de frenarles cuando se trata de cuidar su inversión y que la parte deportiva, la futbolística, no tiene un sitio preponderante, nunca lo ha tenido, siempre ha sido manejado por los hilos de ese poder. El futbol mexicano seguirá siendo manejado por el mismo grupo, las mismas personas y, lo peor de todo, por los mismos intereses que han prevalecido en los últimos 50 años.

¿Campeones del Mundo? Esa es una fantasía, que a diferencia de Del Toro, aquí no puede transformarse en realidad. ¿Por qué? Porque la única fantasía y realidad de este futbol es hacer dinero, satisfacer sus bolsillos y defender sus intereses.

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