'Tragafuegos'

Al Tata lo veo como esos intrépidos (casi faquires) que juegan con fuego en algunas esquinas de la ciudad. Un 'tragafuegos'. Va a tener 'fuego' entre sus manos. Estará en un circo de dos pistas. Tendrá que cuidar, por un lado, la eterna y casi sagrada antorcha que arde por el negocio del futbol mexicano y, por el otro, una llama poderosa que calienta la profunda pasión del aficionado. ¡Cuidado! Se puede 'quemar' antes de acercarse a su objetivo.

Al final, la escena no me queda muy clara: ¿Se trata de una necesidad o es un tema de ilusión? Aunque a decir verdad, una cosa puede desencadenar en la otra. Sea como sea, y dejando de 'filosofar', el futbol mexicano se despide de un nuevo año con un sabor amargo y con la idea de que el futuro traerá consigo el paso de calidad tan añorado por los aficionados.

Como ocurre casi siempre, este futbol no deposita sus 'necesidades' en un plan perfectamente estudiado y sustentado en las características y posibilidades propias de nuestro futbol. No, aquí se piensa antes en la 'ilusión' y se busca afanosamente un nombre que pueda generar esas ilusiones. A partir de ahí se construye, se crea, se avanza sobre una base poco sólida y que suele tambalearse en el primer 'sismo' o crisis.

El nuevo 'ilusionista' se llama Gerardo Martino. Y el futbol mexicano cree que a partir de su conocimiento (que obviamente posee), de su visión, personalidad y maneras de tratar al futbolista, México puede comenzar un camino afortunado que debe terminar en el Mundial de Qatar 2022 con el paso o 'pasito' que siempre ha estado a punto de dar la Selección Nacional (que es, al final del día, el termómetro utilizado para medir la trascendencia de un futbol como el mexicano).

Martino sabe (porque es un hombre inteligente) dónde está parado ahora. Lo que empezará a conocer muy pronto son los usos, costumbres, matices y urgencias que tiene esta Selección, su nuevo equipo, antes que una necesidad futbolística. A diferencia de otras selecciones en el mundo que se dan tiempo, oportunidades y que casi siempre viven bajo la sombra de los clubes, en México las cosas son diferentes. La Selección se estremece bajo un constante escrutinio generado por la insaciable sed de su industria. Hacer dinero antes que futbol. Supongo que Marcelo Bielsa, su mentor y consejero, le habrá ya mencionado cómo y para quién se trabaja en el futbol mexicano.

Todos los entrenadores dependen de la materia prima: el futbolista. Y no es que en México sobren (¿cuántos jugadores actúan en clubes o Ligas de las llamadas 'Grandes Ligas' europeas?) y la mayor parte de los equipos en la Liga MX utilizan jugadores foráneos en puestos claves, pero en todas las generaciones futbolísticas siempre hay espacio para talento. Martino deberá tener la capacidad de seleccionar, entre el final de una era y el inicio de otra. Hay algunos nombres que apuntan para ser la punta de la lanza de este 'proyecto' (Lozano, Corona, Herrera y Jiménez) y otros que parecen ser el futuro (Lainez, Alvarado, Marcel Ruiz). Hasta ahora, ninguna generación futbolística ha ganado algo diferente a otra.

El objetivo debe ser muy claro. No podemos ni debemos confundirnos con la Copa Oro, la eliminatoria mundialista o la gran cantidad de juegos amistosos (buenos o malos) que celebra México cada año. El verdadero objetivo es darle a México el ansiado paso de calidad que le permita acercarse a las grandes potencias del juego y alejarse de escenarios como el que vivió, nuevamente, este verano en Rusia.

El futbol mexicano y su eterna 'necesidad' de hacer dinero en medio de su también eterna 'ilusión' de ser mejor en la cancha. El Tata deberá mediar entre ambos 'fuegos', como un malabarista o un 'tragafuegos'.

Quiero aprovechar estas líneas para desearles un feliz Año Nuevo a todos los lectores de RÉCORD. Que la paz, salud y alegría les acompañen en el 2019.