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Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

Un domingo cualquiera...

2018-01-23 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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Hemos vivido muchos de esos domingos. Quizá tantos que, de alguna u otra forma, nos parecen comunes y corrientes. No lo son. No pueden ni deben serlo.

El control en mi mano derecha se movía nerviosa y ansiosamente de un escenario hacia otro: el impacto de Cristiano, la finta de Messi, el pase de Brady, el revés cruzado de Federer y la colgada espectacular de LeBron. Lo primero que debemos entender y aceptar es que hemos tenido la fortuna de vivir, y de alguna forma convivir, en una de las mejores épocas en la historia del deporte. Atletas que no sólo trascenderán en el libro de récords y de estadísticas, sino que tendrán un peso más allá de la propia disciplina que representan.

Personajes que se atrevieron a llevar su deporte a un nivel de excelencia. Protagonistas terrenales -como usted y como yo- que son capaces de envolvernos en sus grandes facultades y hacernos creer que lo que estamos viendo es ilusión y magia pura. Guerreros que no se rinden jamás y que son capaces de cambiar el ritmo y las consecuencias del juego basado en lo que piensan y ejecutan sobre el campo de ‘la batalla’. ¿Héroes? Puede ser que exageremos, pero para muchos lo son y se transforman en un motor positivo que puede motivar y encauzar a los seres humanos por el camino correcto de la vida.

Pero hay un grave peligro dentro de esta generación. Los llamados ‘millennials’, que viven con más información, irónicamente con menos comunicación y también a una velocidad distinta: que todo pase como si fuera un ‘domingo cualquiera’, que no alcancemos a dimensionar que CR7 y Messi tendrán un sitio entre los cinco mejores en la historia del deporte que practican; que Brady es quarterback a prueba de todo y que pasarán muchos años para tener otro de su jerarquía; que dejemos pasar el suave, cadencioso y al mismo tiempo artístico juego de Federer como si fuera un tenista más; que no valoremos totalmente lo que LeBron es capaz de hacer en una duela y que siempre busquemos y encontremos el pretexto para compararlo y denostarlo ante Michael Jordan.

No es un domingo cualquiera. El valor de estos deportistas va más allá de nuestra simple imaginación. Es una generación portentosa, impactante, generadora de gloria y de sueños, donde el músculo más importante está en la cabeza, en un cerebro capaz de crear y pensar con mayor rapidez y eficacia que los demás que intentan competir con ellos y contra ellos.

Invencibles no lo son, pero ésa también es parte de su grandeza. Cristiano Ronaldo y el Madrid están en una época de aparente crisis, pero aquel que pretenda arrebatarle el trofeo del futbol europeo tendrá que pasar por el Bernabéu y por las imponentes condiciones del futbolista portugués.

Messi parece reinventarse cada fin de semana y el Barcelona sigue viviendo de las rentas que arroja este formidable jugador de futbol, cuyo único pecado parece ser que es argentino y que su selección no es capaz de jugar al ritmo y a las condiciones que ofrece el que para muchos es el mejor jugador de futbol en la historia.

Brady puede ganar o perder el Super Bowl LII, pero es indudable que su legado está ya sentenciado: ha terminado por encima de las estadísticas siendo un quarterback inteligente, desafiante y que jamás rehúye en los momentos cruciales del juego. ¿Hace falta decir algo más?

Federer y su supervivencia en una época donde ha competido frente a dos monstruos -que quizá no sean de su tamaño- como Nadal y Djokovic, pero que han entendido cómo competirle. O quizá LeBron, cuya supremacía atlética nos deja con la boca abierta: es capaz de hacerlo todo bien, pero no tiene asegurado el triunfo en la duela. Los días también comprenden a atletas como Michael Phelps y Usain Bolt, que no requieren de mucha presentación.

¿Seguimos pensando que se trata de un ‘domingo cualquiera’? Puede que sí, porque las nuevas generaciones tienen todo tan rápido, tan fácil y tan abundante que no parecen nunca darse por satisfechos. Consumen y no paran de consumir. Ven el reloj, aprietan un botón y están ya en otro escenario, en un sentido distinto, en otra dimensión. Y algún día le contaremos a nuestros hijos, nietos o bisnietos que vimos actuar -no jugar, ellos son artistas- a Messi, a CR7, a Brady, a Federer, a LeBron, a Phelps y a Bolt. No estoy seguro de dónde estará la mente de esas futuras generaciones. Tan sólo espero que esté un poco más consciente que la actual. 

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