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Opinión

David Faitelson

David Faitelson es dueño de un estilo duro, pero frontal al momento de dar opiniones, que incluso le han traído choques con algunas figuras.

¿Y el ‘Informe Justino’?

2015-11-10 | David Faitelson
DAVID FAITELSON
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No sólo sucede en el futbol. Suele pasar con eventos y temas muchos más trascendentales y graves de nuestro país. Sigo a la espera de un estudio, de un análisis, de un examen ‘post morten’ que me indique qué fue lo que falló aquella vez, qué se hizo mal, qué no debió hacerse y qué se puede hacer para evitarlo por completo en el futuro cercano. Las eliminatorias mundialistas están de vuelta y yo sigo esperando el ‘Informe Justino’, los datos y las conclusiones que le ayuden a este futbol a no tropezar, otra vez, con la misma piedra.

Lo más fácil ha sido, nuevamente, ‘poner la basura’ bajo la alfombra. Esconder, tapar, justificarlo todo en un mal momento, en una mala decisión del entrenador o hasta en la fortuna. Y punto. ¿Qué garantías existen esta vez? ¿Volverá el Estadio Azteca a ser una fortaleza, o será vulnerado y humillado como lo hacían los visitantes centroamericanos durante el proceso para el Mundial de 2014? ¿Cuál será la personalidad del equipo mexicano en San Pedro Sula, en San Salvador, en San José Costa Rica o en la ciudad de Panamá? Preguntas sin respuestas para un futbol que se recicla, que da la vuelta a la hoja, entierra su pasado, tiende una cortina de humo y busca mantener, por encima de todo, el preciado negocio que significa el balón.  

La memoria del futbolista, la del entrenador, la del dirigente, la del aficionado y hasta la del periodista no parece sentirse muy cómoda en México cuando se habla de un proceso eliminatorio para clasificarse al Mundial. La última experiencia fue tan angustiosa como terrible y obligó a México a viajar a miles de kilómetros, del otro lado del mundo, para  ‘rescatar’ el boleto mundialista.

En apariencia, México es el gran favorito para imponerse a sus rivales del área futbolística. No sólo es un tema de tamaño, de estructura, de infraestructura, de dinero, también hay, en apariencia, argumentos sólidos de futbol, de cancha, que marcan una diferencia. Y para ello basta siempre con contar los éxitos que el futbol de México sigue cosechando en selecciones con límite de edad y un momento donde los jugadores mexicanos –pocos, todavía en relación al tamaño de nuestro futbol– juegan con mayor continuidad y resultados en las desarrolladas y competitivas Ligas europeas. Los goles del Chicharito, el nivel de Layún, la constancia de Guardado, el empuje de Moreno y hasta las irrupciones poderosas del Tecatito Corona. A ellos, habrá que agregar a Raúl Jiménez y a Héctor Herrera, cuyo proceso, aunque no en el ritmo que se esperaba, se mantiene desde dos de equipos de punta del futbol portugués como el Benfica y el Porto.  

Hay que resaltar la presencia de un nuevo entrenador –el colombiano Juan Carlos Osorio–, que sin la ‘contaminación’ de sus antecesores y con cierta experiencia internacional tratará de darle la certeza que México necesita en la cancha de juego. Aunque él no tiene experiencia dirigiendo selecciones, ni tampoco un conocimiento del área, puede ayudar a la transformación de la mentalidad que tanto anhela el futbol mexicano.

No parece el momento de caer en términos o en frases siempre seductoras para el futbol mexicano: ‘El Gigante de la Concacaf’ o el ‘pasaremos caminando’. Ya hoy mismo se habla de hacerle 5 o 6 a la selección salvadoreña el viernes. La soberbia no nos ha ayudado en nada cuando hay que jugar ante rivales del área que salen a dejar el alma en la cancha para vencer al ‘poderoso’ equipo mexicano. Hay que jugar al futbol porque esto se resuelve con futbol y nada más.

Creo que México es mejor que sus rivales de área. No sé cuán mejor es, es mejor, pero hay que demostrarlo en el cancha, donde en muchas ocasiones la mente termina traicionando las facultades físicas y técnicas y lo complica todo.  

El futbolista mexicano está obligado a salir al campo con una nueva mentalidad, una diferente, donde entienda y reconozca las grandes ventajas que tiene al practicar su profesión en un país como México, una mentalidad donde también perciba sus carencias y luche para contrarrestarlas. No solo hay que sentirse más que el rival, hay que demostrarlo siendo mejor que él.

Aprender del pasado no está mal. Es una práctica común en cualquier historia de la humanidad o en cualquier empresa que tengamos. No tengamos miedo de los errores que se han cometido. Tengamos miedo de no corregir esos errores y de volver a cometerlos.

Yo sigo aquí, sentado, a la espera del ‘Informe Justino’, ese que nos debe explicar el qué, el cómo y el cuándo México sufrió y estuvo al borde del abismo en una eliminatoria mundialista. El ‘Informe Justino’ que debe prevenirnos de un nuevo incidente como ése. Lo seguiré esperando.

 

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