opinion.felipe-morales.algunos-cruzazulinos-ya-lo-pronuncian-papa
Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Algunos cruzazulinos ya lo pronuncian "papá"

2017-10-15 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
Comparte en:
Contenido Patrocinado

El América lleva de la mano a Cruz Azul. Lo sienta en sus piernas, le explica de la vida y del futbol, porque la paternidad tiene algunas obligaciones. Seis partidos después, las Águilas siguen gobernando a La Máquina.

Los estadios de la Ciudad de México se voltearon a ver. Hicieron un gesto de tribuna vacía. Se sintieron solos, preguntándose qué se hacía un fin de semana sin futbol...

Los aspersores le preguntaron a la cancha si quiere ser regada. Los vestidores hicieron una mueca de silencio. Las porterías no sabían si vestirse de gol. Estuvieron desnudas de redes. Durante 25 días, la cal no tuvo ganas de pintar en el Estadio Azul. 

“¿Ha entrado usted alguna vez a un estadio vacío? Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada más vacío que un estadio vacío, no hay nada más mudo que las gradas sin nadie”, decía Eduardo Galeano. Pero ayer, después del funesto terremoto del 19 de septiembre, volvió el futbol a la capital con el Clásico Joven. 

Lo hizo con una Máquina ciclónica, hiperactiva, decidida, estéril, deprimida. Porque siempre que Cruz Azul es más, es menos. 

Darwin Quintero entró al área con el antifaz que usan los goleadores anónimos y después de una pared edificada con Silvio Romero, hirió como con un cuchillo de plata, sutil, helado, exacto. 

Cruz Azul estaba desangrándose y Oribe Peralta siguió el rastro con el instinto del explorador del área. Así, luego de una triangulación entre Quintero y Romero, se descubrió solo, sonriente, contundente...

El magnetismo del balón con los travesaños, hizo de un cabezazo de Oribe y de un tiro libre de Darwin, la caprichosa suspensión de la goleada. Y entonces, propulsado por la voluntad de las maderas celestes, Édgar Méndez tensó la trama con un acertado cobro desde los once pasos...

Pero Cruz Azul reclama más que espasmos fortuitos. Una vez más, como hace tres años, fue consumido por la opacidad de sus esfuerzos, cuando tiene enfrente la camiseta azulcrema. Mateus Oribe aprovechó un error en la salida de Peñalba e hizo el tercero, con la serenidad con la que le pones leche al cereal...

Se escribe América y algunos cruzazulinos ya lo pronuncian “papá”.

Contenido Patrocinado