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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

América apagó el sol en CU

2017-03-20 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Ciudad Universitaria siempre ha tenido prisa de gol cuando Pumas y América juegan bajo el radiante sol, que quema como una flama. Estos partidos son la organización del caos. La viabilidad de un frenesí con horario. Tienen mucho de ejercicio de futbol memorizado, vertiginoso y exacto. Otro tanto de lo veloz y lo preciso con contornos de improvisación efectiva…

Cuando se pisa esa cancha, delineada por los trazos del antagonismo, todo lo establecido toma un taxi hacia la espontaneidad. Se juega con la motricidad de lo aprendido y con el talento del proceso creativo de un héroe en acción, que toma a la vida y a la pelota como venga. 

La toma de decisiones en escenarios tan acelerados en su contexto, demanda un estado de gracia que no se entrena. Se juega. Y el América lo hizo a través de los botines de seda de Oribe Peralta, que sirve balones al área, como cuando se sirve un café, que se bebe Silvio Romero sin soplarle. Así despiertan los futbolistas de área. Saltándose la comida y disfrutando la sobremesa. 

Romero había pulverizado la portería, porque la justicia no sabía de concesiones. Nico Castillo había dejado ir un gol como un estúpido deja ir al amor de su vida, que siempre cobra las malas elecciones. Oribe hizo el segundo, con un jalón como antecedente y un desplante de delantero caro, como confirmación de que hay anotaciones que perdonan infracciones. 

Pero Pumas es mucho más equipo cuando el sol se esconde un poco. Le placen las sombras. Le gusta ser una remontada encubierta. Castillo, entonces,  le llevó rosas a la red y fue perdonado. Si ya le había fallado una vez, ahora se iban al gol de la mano con un cabezazo festejado, antes de haber sido ejecutado, ante tanta ausencia de marca. 

Castillo rompe la Liga, desde su condición de futbolista que intenta. No sabe de anotaciones fuera de casa. Ahí se confirma como un líder de goleo que se sienta en la sala, enciende la tele, dispara, se prepara un sandwich y que no paga renta en CU. Lo habita. Ahí se duerme y se levanta. Se baña y se empapa de anotación. Los invitados como Marchesín a veces le llevan regalos en disparos de media distancia…

Así, con el arquero azulcrema errático, en un tiro de larga distancia, Pumas era más, porque nunca fue menos. Pero el América cuenta con Cecilio Domínguez. El hombre que probó que en el futbol el cambio de velocidad y la aceleración encausadas, normalmente terminan en gol, porque a la sorpresa le gustan los atrevimientos…

De esa forma, Domínguez esquivó trampas en tres cuartos de cancha e hizo un gol entrenado por la voluntad atinada. Correr no es lo mismo que saber correr y Cecilio lo hizo bien hacia la portería y mejor hacia la tribuna festejando con una ’T’ construida con sus brazos,  que son menos potentes que sus piernas, en honor a su hijo Thiago. La lesión en el hombro se curó con gol.

Ciudad Universitaria voltea a ver a la luna. Aún se pregunta qué fue lo que pasó en una tarde en la que les apagaron el sol…

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