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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Barça nos llevó a la frontera de lo real y la fantasía

2017-03-08 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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I

Escribo esto con el himno del Barcelona de fondo, porque a las coincidencias no les gustan los mandatos.

Yo había puesto en el botón de búsqueda: “Himno de la Champions League”, porque las letras fluyen más desde el fulgor de las gargantas operísticas, pero así, sin más, se reprodujo el cántico del Barça.

Y le concedo eso al destino.

Hoy no pienso que todo es casualidad. Hoy se deseó el camino y se caminó el deseo. Pero vuelvo a la búsqueda original.

Quiero escribir esto con el himno de la Champions League, como quiere el novio ser tomado de la mano de la novia para ir al teatro.

Al de los sueños. Al que ya no distinguimos si fue un sueño…

Eso hizo el Barcelona hoy. Nos situó en la frontera de lo real y de la fantasía. Nos acostumbró a ser felices. Y la Champions League también buscó sus pretextos. Los encontró desde el preciso instante en el que a los futbolistas se les alineó en la constelación de lo que en la primaria era la distancia por tiempos.

Ahí, bien enfiladitos, todos vuelven a ser niños con esa mirada estallada, que baila de nervios, previo al partido de sus vidas. La Champions tiene mucho de eso: de protocolo de lo elegante. De ojos cerrados que, reducidos a la ceremonial y melódica nota de su himno, se vuelve canción de cuna y de pelota.

No es un himno más. No puede serlo. No lo fue. No lo es.

Es el recuerdo de que hay que ser lo suficientemente realista para pensar en lo imposible.

Es Sergi Roberto tendido en el aire con la acrobacia del cuerpo y la operatividad de la inercia de la mente en una jugada inmaculada y eterna.

II

La Champions League y el Camp Nou tienen un pacto que no es de sangre. Es uno sellado con el intercambio de las almas.

El 26 de mayo de 1999, en esa misma portería del apoteósico gol de Sergi Roberto, el Manchester United se posó en el estrado del mundo para darle una bofetada a lo previsto.

En dos minutos le enterró dos goles, en forma de navajas de plata, a un Bayern Munich que murió, sí, pero que lo hizo en medio del vapor del honor de la Champions League.

Esos tres postes son la voz de lo mudo. Los testigos del crimen de lo imposible, que no tienen manos ni boca para expresarle al mundo todo lo que vieron, todo lo que han visto, todo lo que sintieron...

Esa exacta portería del Camp Nou es la sonrisa de la esperanza. Si aquellos postes hablaran, nadie les entendería todo lo que tendrían que contar.

III

La pelota resuelve varias tareas, aunque su principal asignatura y obligación es la de rodar y rodar al final de una llanura verde.

Hay mucho de la vida en una pelota. Existe tanto dentro de ella, que sorprende que todavía ruede, ruede, bote y bote...

El Barcelona vs. PSG, entre otras tantas cosas, fue también la síntesis de la sicología. 

Mucho porque la ansiedad fue alegría. Y la alegría, en consecuencia, decepción. La decepción volvió a ser esperanza. Y la esperanza regresó a su origen. Volvió a ser alegría.

A los aficionados les encanta el futbol. Pero el partido de este miércoles maravilló aún más a los sicólogos.

El Barcelona es motivo del sicoanálisis y apuntes de las conductas humanas en una sociedad abatida.

“Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al futbol”: Albert Camus.

“Mientras exista 1% de posibilidad, tendremoss 99% de fe”: Neymar Jr.

IV

Y uno vive en constante búsqueda de la felicidad. Todo el tiempo. Casi todos los días.

Combinamos los zapatos con las corbatas, los besos con las miradas frías. Reclamamos pretextos para ser felices. Queremos serlo.

Y de pronto: lo somos.

Sin previo aviso, lo de Sergi Roberto. Somos y nos descubrimos brincando, gritando y haciendo lo ridículamente necesario para dejar bien claro que no hay nadie más feliz en ese exacto momento de radiante y contagioso fulgor.

Son los poderes del grito de un gol. Y del amor en estado puro.

Si el amor está en el aire, hoy, en Barcelona, se respira puro amor.

“Que contraten a más enfermeras en los hospitales dentro de nueve meses, porque hoy se va a hacer mucho el amor”: Gerard Piqué.

Lo del Barcelona es la improbabilidad de la fe consumada en el milagro. Después del 4-0 en contra en París, se avisó.

“No les critiquen mucho. Volverán a quitarles la razón”: Pep Guardiola.

Si Luis Enrique tiene que irse, que se vaya en paz.

V

El futbol baila al compás del Barcelona. Lo hace con la música de fondo que suena, suena y no para de sonar. Lo hace con el himno sutil de la elocuencia. Vibra con el estupor del canto más simbólico de las gestas que visten de smoking.

El himno de la Champions League resuena en mi computadora (se repitió y se multiplicó diez veces).

También tiene eco en algún rincón oscuro del Camp Nou, que lleva un puro y un periódico del día siguiente que lee en voz alta, nostálgico, que existe una portería que lo ha visto todo.

Aquella dama de lo inenarrable, ahora mismo sonríe desde sus ángulos…

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