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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Con futbolistas de “a de veras”

2019-02-17 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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En Pumas se comprobó, con certificación de victoria que sus futbolistas son de “a de veras”. 

Mucho, porque trabajó en silencio el partido para que el resultado hiciera el ruido. O porque en el campo se cumplió con un catálogo de juego simple, que, muchas veces, es el más difícil y, muchas otras, se extravía.

Si Ares de Parga no sabe nada de la pelota, Jorge Valdano sí. Y Pumas lo calcó en la cancha. 

Valdano decía: “Se inicia tocando hacia afuera; hay que pensar una solución antes de recibir; el balón debe viajar rápido. De espaldas se juega a un toque; en el medio no pensamos con el balón en los pies.

Se juega en corto para atraer y en largo para sorprender; se sale del pressing tocando hacia atrás y cambiando el frente de ataque.

Un equipo que cree en el toque debe agrandar la cancha; la amplitud solo se consigue con futbolistas que ocupen la linea de banda. 

Tocamos para atrás para escapar de un problema y hacia adelante para crear un problema”.

Pumas lo hizo todo y así cumplió con los mandamientos del futbol. Cuatro años después, los auriazules hirvieron un triunfo sobre el América, con base en los preceptos básicos, catapultados por la confianza. “Solo faltaba convencimiento”, dijo, al final,  Bruno Marioni, empujando a la red el pase de Valdano. 

Y así, el partido se jugó sobre un sartén con pasto. En su 21 aniversario, La Rebel rugió con la voz del fuego el regreso de Nico Castillo, que se fundió en el anonimato, en una tarde, jugada cerca del sol y sus 30 grados de temperatura, porque se confirmó que CU es un planeta que gira y que tiene vida. 

Si el partido se cocía en las brasas del medio día, Carlos González era un iceberg. Como quien pilotea, tomó el mando, concentrado. Después, viajó por los aires del área y cuando vio el balón, se salió de la escotilla para meterle la cabeza y guardarlo en la portería por siempre. 

Marchesín se pelaba con el árbitro César Arturo Ramos Palazuelos, que manotea como cuando a un niño le quitan la tablet; Roger Martínez sigue siendo el futbolista que lee una revista en una sala de espera y las Águilas eran como quien sale de casa y cuando está afuera, se acuerda que no trae las llaves. 

Cuando reaccionaron, ya era demasiado tarde, porque Pumas fue un Mozo con las libertades de un adolescente jugando en la cuadra. Los auriazules fueron la transpiración. Y si de sudar se trata, también hay que saber hacerlo, desde la alineación de las voluntades, que también ganan partidos. 

Miguel Herrera perdió su primer partido, de 14 contra Pumas; Bruno Marioni ganó su primer juego contra las Águilas. Así de caprichoso es el futbol, que continúa queriendo ser el arte de lo imprevisto, con futbolistas de “a de veras”.

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