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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

El trabajo del árbitro consiste en hacerse odiar

2017-03-11 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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I

Los estadios se voltean a ver. Hacen un gesto de tribuna vacía.

Se sienten solos. Están huérfanos de vida.

Los aspersores le preguntan a la cancha si quiere ser regada. 

Los vestidores hacen una mueca de silencio.

Las porterías no saben si vestirse de gol. Están desnudas de redes.

La cal no tiene ganas de pintar.

“¿Ha entrado usted alguna vez a un estadio vacío? Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada más vacío que un estadio vacío, no hay nada más mudo que las gradas sin nadie”: Eduardo Galeano.

II

Las taquillas tienen mucho de cementerio.

El pasto está desnudo sin líneas laterales. La media cancha es un círculo hueco.

El punto de penalti voltea a ver al cielo.

El agua gotea en algún grifo mal cerrado de la regadera que no habrá de abrirse. Será un desperdicio de vida. Y de agua.

El cemento sólo está desesperado sin gritos que le alivien tanto concreto.

El futbol tiene prisa de nostalgia; necesidad de odio.

“Sólo el árbitro entra al juego y, con toda razón, se persigna al entrar, apenas se asoma ante la multitud que ruge. Su trabajo consiste en hacerse odiar: única unanimidad del futbol. Todos lo odian, lo silban siempre, jamás le aplauden”: Eduardo Galeano.

III

No hay electricidad que alimente los tableros sin voz de los minutos de juego.

No se abrirán las puertas de lo desierto.

La media luna del área nunca ha tenido un propósito. Hoy tiene pretexto de suicidio.

Los banderines del córner tienen motivos de luto.

El área chica no puede sentirse más pequeña.

La pelota se muere de indisciplina y condescendencia. De miopía y violencia. 

Los estadios siguen preguntándose qué se hace un fin de semana sin futbol…

“Cuando más nos odian, más lo necesitan”, respondieron los árbitros...

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