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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

La Volpe le dio clases al Piojo

2019-04-22 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Nada puede salir mal, en términos de espectacularidad, cuando se enfrentan Ricardo La Volpe y Miguel Herrera. Pueden cambiar muchas cosas, menos una idea o una escuela, a la que ayer el Piojo asistió con pizarra y plumón para aprenderle al Bigotón, que le comprometió la clasificación... 

Mucho porque en un inicio, Emmanuel Gigliotti se batió en un duelo aéreo; luego, bajó la pelota y la retrasó con el instinto para Federico Mancuello, que con un supersónico disparo, ajustó la pelota en la escuadra derecha. 

Los Diablos eran más desde cualquier óptica. Así lo confirmó Alan Medina cuando lanzó una pelota programada por el empeine derecho que detonó el travesaño azulcrema...

Después, en un ejercicio de equiparación, Paul Aguilar, que cumplió 400 partidos en el futbol mexicano, probó con un disparo cruzado, atajado por la longitud de Talavera, que se lanzó hacia el poste más lejano con el brazo derecho extendido hacia la posteridad. 

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Cuando las Águilas no le encontraban el Norte al partido, Alfredo Talavera les dio una brújula, cuando despejó al centro con la desconcentración; Mateus Uribe recogió una pelota envuelta para regalo que cedió hacia Roger Martínez, que taladró el núcleo del área. El ‘Tanque’ tocó la pelota con la parte interna con sutileza, hacia la resignación de Talavera. 

Y así, como consecuencia de la confianza aumentada, Andrés Ibargüen recortó hacia el centro, por la izquierda; después, disparó con el impulso del cuerpo, acariciando el esférico, que viajó sonriendo hasta el travesaño; en el rechace Sebastián Córdova aplazó el remate y cuando recortó el arquero reaccionó. 

Pero después, Ibargüen y su hiperactividad ofensiva, centraron a segundo poste hacia la aparición de Córdova, que, esta vez, no hizo escalas hacia el gol, cuando remató de derecha,sin dejar que la pelota cayera, ante el esfuerzo estéril de Jonatan Maidana, que lejos de alejar el balón, lo clavó en su arco, como se clava un cuchillo helado en el corazón... 

Más tarde, Gigliotti hizo un solo en el área, con un recorte de museo, que precedió a un disparo de fuego, desviado por el defensa fulminado, que entregó el rechace al oportunismo de Alexis Canelo, que empujó con el acierto: el de la puntualidad.

Luego, Édgar Pardo hizo una conducción kilométrica, con un desarmado América, que corrió detrás de la pelota, después de un desarticulado cobro de tiro de esquina de Uribe, interceptado por Talavera; Salinas proyectó a Pardo, quien tocó hacia Canelo, que venía acompañando la jugada y que, de media vuelta, conectó la pelota que fue llorando hacia la red. Después se descubrió que aquel llanto era de felicidad...

El América abrochó el partido con cuatro disparos rebotados en amigos y rivales, como confirmación del caos con una sexta derrota en el torneo, que lo sitúa en el séptimo puesto.

Al final, La Volpe, cansado de tanto resoplar por los siete minutos añadidos, se fue al vestidor con el pecho inflado y el porte de arquero que sigue atajando algo; Herrera, manoteando. Ricardo sonriendo apretando el bigote y mascando alguna satisfacción; el Piojo insultando al viento, al arbitraje y a Arturo Brizio; el Bigotón ganando; Herrera perdiendo. Los dos siendo una misma idea...

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