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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

La Volpe, un mes invicto con América

2016-10-23 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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En un mes existen 30 o 31 pretextos para reinventarse. En ese transcurrir, Ricardo La Volpe no ha perdido al mando del América. Supersticioso, como el que más, hoy las estrellas se han alineado para que el Bigotón haya cumplido su primer mes invicto en el Nido. 

Mucho porque entre sus propiedades, el futbol azulcrema presume la adaptación a las circunstancias. Si no se puede jugar con la pelota pegadita a la hierba, se saltan las líneas. A partir de esa premisa, Bruno Valdez fue un agente de cambio con trazos tan cruzados y largos como teledirigidos a los pies amigos de Michael Arroyo. No es que La Volpe se traicione. Se adapta. 

Pero, en consecuencia, se difumina. Por ello, como no existían posesiones prolongadas de la pelota, Sambueza calibraba su puntería con un disparo dinámicamente dirigido. Control y tiro, para medir a Thiago Volpi y su tino. Todo contenido. 

Gallos era la multiplicación de los intentos desvanecidos. Un disparo con pies de algodón, encontró un rechace en la línea, donde debió haber existido un gol. No era coincidencia que Fierro rimara con yerro.

Después, una bala de plata de Silvio Romero fue estrellada en el pecho de acero de Volpi. En aquella jugada habían menos metros de distancia hacia la portería que pretextos para haberla dejado ir viva…

Pero como el futbol no mide los saldos insolutos de los merecimientos, Sanvezzo hizo un gol de carambola. No por su ejecución, sino por su conclusión, en el paño de los rebotes. Querétaro tuvo la victoria, pero no supo qué hacer con ella.

Michael Arroyo tampoco sabía del tiempo, pero sí del espacio. Por eso hizo un golazo de inmediato. Cuando Osvaldo Martínez alzó la cara, Arroyo le marcó el pase, que después habría de bajar con el pecho, que le sirvió de empeine. Michael recortó en el aire con el pectoral, para que la pelota durmiera en una almohada, después explotada con un balazo. Fue un gol silenciosamente escandaloso en La Corregidora.

A veces no es la victoria,  el empate o la derrota si no lo que los equipos hacen con él. América con esta igualada piensa en Guadalajara. Gallos lo entiende como derrota. Mucho también por las injusticias de la pelota.

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