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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Maradona y su trance milenario

2016-06-22 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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No podía ser distinto.

Maradona vino a este mundo para inflar el pecho y con balas de cuero anestesiar a todo ingenuo que vestía de ingles en el gol más portentoso y encadenado desde la mente hacia los pies en un trance infinito de amagues contradictoriamente eficaces, que disparaban bombas desde los cielos hasta los pastos de la añorada justicia de una bota zurda, que no sabía que cuando amagaba a la derecha iría a la izquierda, y a la historia, con la velocidad engañosa del jugador enredado en un bosque de piernas, que después de saberse extraviado, saldría de ahí con la cara levantada hacia la posteridad montando a caballo. 

No.

Maradona nunca supo lo que hizo hasta que vio que lo hizo con la naturalidad de quien se escapa de la vida con una bandera apretada en el puño, que aunque nadie la vea, ondea y ondea con el aire más aclarado, más limpio y menos contaminado en cada paso que daba, y que dio, dibujando su estela con contornos de inmortalidad, porque nos vamos a morir todos, pero el recuerdo de aquel tanto inmaculado nadie se lo llevará, por su gracia, por su músculo, por su seda, por su potente manera de arrebatarle con un balón todo lo que se les robó en una isla con un cañón. 

Maradona viaja ya en ese trance sicodélico y hoy despierta otra vez en México y se levanta de la cama, con la pierna izquierda, en señal inequívoca de que los genios no creen en supersticiones, y toma el desayuno sin saber qué hace 30 años haría el gol más bíblico que se lee y se reza, que se ve y se observa, que se huele con ese perfume de ingobernabilidad irreverente y que hasta hoy, y siempre, también se escucha con el rugido de gol milenario, que no claudica en su estética ni en su tino...

Y ahí va Maradona corriendo como perseguido por un policía inglés, huyendo del pasado para convertirlo en ese mismísimo instante en un por siempre, con sus músculos de caballo percherón, con trote elegantemente barrial al que sólo le faltó salpicar lodo y fango para ensuciar tantito a la que ha sido la pelota más limpia, la más brillante de todos los siglos atónitos y perplejos.

Nunca se sabrá por qué el tiempo cometió la estupidez de transcurrir para alejarnos tres décadas de aquella memoria, que hoy eso es, una calca de la mente, que tomó un respiro después de tanto frenetismo y descansó en la nostalgia...

El proceso creativo de un héroe en acción nunca será entendido si no es a través de su obra maestra con su firma garigoleada con pincel, donde algunos sólo encuentraron brochas.

El pasto del Estadio Azteca creció más verde donde lo pisó Maradona...

Y sigue yendo Diego con su cita con la eterna manera de ser reprochado y admirado con su velocidad inhumana, surcándole el campo al que lo abonó esa mañana y despedazándole la cintura y el coxis a quien se atrevió a quitarle sus tierras... 

Y sigue el Barrilete Cósmico que vino de otro planeta para dejar en el camino a tanto inglés...

 

 

Y sigue..

Y sigue..

Y va...

Y encuentra la portería para meterse en los corazones del mundo...

Y ya está ahí, instalado como superhéroe nacional que no lleva capa, pero sí un balón cosido con un hilo invisible a la zurda más zurda, que viste de corto con la sonrisa en ese pie con gracia y el brazo levantado hacia el cielo al que no sabe nunca si irá, porque ya fue con un gol de nube...

Por siempre y para siempre MARADONA...

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