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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Solari y el germen del resultadismo

2018-11-13 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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A Santiago Solari hay que escucharlo, porque cuando habla, arrulla con voz de violín que romancea al futbol. Pero cuando escribe, también hay que leerlo, porque es una flama que quema, una daga que traspasa  lo común, con el filo de un cuchillo de plata.

Sabemos que el futbol tiene prisa de tener prisa. Se vio con Julien Lopetegui, que no convencía ni a un niño de comerse un dulce y se actualizó con Antonio Mohamed, que tuvo tres meses para cambiarse de país y fue despedido, antes de que llegara la mudanza.

Santiago hizo una escala premonitoria. Analizó desde el pasado lo que en el presente lo confirma como un entrenador, que en tres semanas experimentó una supersónica transición entre el interinato y la perpetuidad que significan tres años por venir en el Real Madrid.

En colaboraciones con el Diario El País, de España, Solari escribió: “La palabra resultadismo invadió desde hace unos años el lenguaje futbolero. No figura en el diccionario y ya superó la charla de café y el debate sordo de hinchas para copar el discurso de periodistas, jugadores, técnicos y dirigentes. Pero, ¿qué es?”.

La pregunta nos sitúa en la conversación y nos atrae con un hilo invisible hacia la paradójica reflexión sobre su ayer, desde las letras, y su hoy, desde el banquillo, que habita, precisamente a causa del germen resultadista. 

Solari continúa: “Entonces, ¿qué querría decir que un entrenador o un equipo profesional sean resultadistas? ¿Que solo quieren ganar?, ¿que no juegan bien?, ¿que sí?, ¿que no ofrecen espectáculo?, ¿que no priorizan lo formativo?, ¿que tienen un estilo demasiado rígido?, ¿demasiado elástico?, ¿que son defensivos?, ¿que no se interesan por la posesión?, ¿todas las anteriores?, ¿ninguna? No parece una gran idea declararse resultadista y luego perder”, reflexiona.

Con Santi compartí una sobremesa en el Pedregal, en el jardín de  la casa de José Antonio García, entonces dirigente del Atlante. Si cuando Zinedine Zidane abría la puerta del vestidor, automáticamente los jugadores le escuchaban por su ascendencia de ídolo de mármol, con mirada de témpano y sonrisa de buen yerno, el camerino del Real Madrid también le pone atención inmediata a Santiago, porque tiene algo qué decir. Solo por eso. Suficiente con eso. 

El ahora flamante entrenador titular, como consecuencia del resultadismo del bueno, continúa en el laberinto de las preguntas sobre la bacteria del resultadismo y encuentra algunas respuestas: “Lo que sí existe en el futbol profesional es un padecimiento bastante común. Se da cuando, en la prisa por la obtención de resultados, no se respetan los tiempos de los procesos, se aceleran o se los mata antes de que puedan comenzar a desarrollarse. A la repetición indefinida de esa dinámica autodestructiva en la que caen algunos clubes la podríamos nombrar, como a una patología, ‘resultadismo’. Esa es la mejor definición que se me ocurre”.

Y remata: “Un resultadista sería, así, el que está tan pendiente de los resultados que se despreocupa del resto, igual que el egoísta es aquel que piensa tanto en sí mismo que no es capaz de pensar en los demás”.

Santiago Solari le escribió esto a Florentino Pérez, pero no lo sabía.

Tres años son muy largos para un alérgico a la continuidad, eso debe saberlo, pero es, precisamente Solari desde su condición de conocedor del problema, quien puede activar los anticuerpos hacia la pandemia del resultadismo.

Lo único que pide Santiago es que ningún exjugador de buena pluma haya escrito sobre él en el pasado y vaya detrás de su futuro…

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