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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Tigres no jugó contra las Águilas, jugó con ellas

2017-12-03 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Si el gol es el orgasmo del futbol, el América es ofensivamente frígido. Un equipo que no anota en cuatro partidos de Liguilla no aspira a nada. Tigres no jugó contra las Águilas. Jugó con ellas y avanzó a su quinta Final, en siete torneos, a su cuarta en cinco y a su tercera consecutiva. 

Mucho porque Enner Valencia tiene una peculiar tracción en el campo. Cuando frena, todos siguen de largo; cuando acelera, todos quedan detrás. No hay antídoto contra su cambio de ritmo.

Así pulverizó al América. Con la cabalgata hacia lo imprevisto. Con el balón pegado al pie recortando hasta a su sombra. Con el irremediable regate que insinúa un escape por derecha para huir montando a caballo por la izquierda. Así fulminó a Agustín Marchesín. Con la estela de aquella escapada que terminó cosida al poste derecho. 

Era el gol que valía, aunque no valiera. El que iba al marcador y a la mente, porque se confirmó después que, aunque con ese tanto en contra el América seguía necesitando dos anotaciones, el estado de ánimo juega los partidos.

Y las Águilas se desmoronaron como un castillo de arena construído debajo de una ola violenta. Guido Rodríguez y Edson Alvarez fueron expulsados y para ese entonces  los azulcrema ya tenían más tarjetas rojas en Liguilla (4) que los goles anotados en ocho partidos (2).

Entonces, André Pierre Gignac olió la sangre. Da la sensación de que el francés juega contra rivales de otra escala. De una menor. Y así, fue derribándolos como soldaditos de plomo, hasta ponerle moño a un balón empujado por Valencia. Gignac hace goles, aunque no los anote él. Y esos futbolistas son muy caros. 

Pero debía hacerlo. Como el América corría detrás de la pelota, Diego Lainez entró para perseguir a Jurgen Damm, pero no supo cómo hacerlo mas que con una falta dentro del área. Gignac cobró el penalti con la confianza con la que se prepara un café. Tomó dos pasos y  mandó la pelota pegada al poste derecho.

Aún con dos palos despostillados y entrometidos, todos los goles que Tigres no le habían hecho al América en la Semifinal de Ida, se los hizo en la Vuelta. El recuerdo del arbitraje en contra solo camufla la inoperancia americanista, ante un Tigres que jugará su tercera Final consecutiva, porque el futbol hoy vive en el Norte, donde se espera la Final contra Monterrey…

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