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Opinión

El deterioro de Juan Carlos Osorio

2016-06-16 | Gerardo Velázquez de León
GERARDO VELáZQUEZ DE LEóN
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De la primera conferencia de prensa que entregó como seleccionador nacional a la que vivimos los asistentes al partido en el NRG Stadium de Houston, se convirtió en otra persona. De la amabilidad a la agresividad, de la pausa a la altanería, eso sí, siempre con el mismo maldito problema que vivieron sus antecesores, la falta de autocrítica.

Todo lo que ha pasado en la Selección Mexicana es maravilloso para Juan Carlos Osorio, está cegado a preguntas que lo cuestionen, desde la multicitada rotación de futbolistas hasta la colocación de jugadores en posiciones desconocidas y en perfiles no naturales. Como siempre predicó que en sus equipos los jugadores deben actuar con sus perfiles naturales, es simple curiosidad por qué cambió su concepto tan arraigado.

De la rotación que ya se habla hasta en las salas de masajes, peluquerías, agencias de modelos, carnicerías y escuelas primarias, Osorio debe tener claro que haber utilizado 40 jugadores en 10 partidos es lo idóneo para un equipo que pocas veces tiene la oportunidad de entrenar más de tres días seguidos. Que con esas ideas revolucionarias estará en el quinto partido de la Copa del Mundo de Rusia 2018 y que en esta Copa América cumplirá con el objetivo de sus jefes que situaron al equipo dentro de los primeros cuatro lugares. Y aunque los resultados se dan, nadie puede negar, ni el más ignorante en la materia, que el hacer estos cambios partido a partido es poner en riesgo lo que tanto alaban, el resultado.

Una silla que hace cambiar a quien la ocupa es la del entrenador nacional. Algo debe tener para ver la transformación de la ecuanimidad a la altanería de la noche a la mañana. Cuando le preguntó Paulina Grajeda, de Goal.com, sobre el esquema táctico, la respuesta fue grosera por parte del colombiano, tratando de evidenciar la confusión que tuvo la reportera en la posición de un jugador en el campo. Se le nota presionado y es incapaz de mencionar que en su equipo hay titulares, como los hay en cualquier otro equipo del mundo.

Nadie puede dejar a un lado que de la racha de 10 partidos invictos al frente de la Selección Mexicana, nueve triunfos y un empate, solamente dos han sido frente a selecciones ubicadas en el Top 10 del mundo del futbol, contra Chile un amistoso y contra Uruguay, sin su referente Luis Suárez. Los restantes contra niveles de gran pobreza: El Salvador lugar 99 del mundo, Honduras el 86, Senegal 41 mundial y en ese partido con juveniles en Miami, Canadá en el 93, Paraguay en el 44 y Jamaica en el 46. Es decir, sin menospreciar la racha, los rivales tampoco han sido ninguna maravilla.

El partido del sábado en el Levi’s Stadium, que tan esperanzadora y confiada tiene a la afición mexicana, está en riesgo de cortar esa racha. Pese a que Juan Antonio Pizzi tiene un incierto futuro como entrenador de la selección andina, los futbolistas que tiene son estupendos, además saben lo que representa ganar un torneo continental y seguramente veremos su mejor versión en Santa Clara.

Algo sucede en la silla del entrenador mexicano que pasan y pasan personajes y no asimilan presiones, creen tener la verdad absoluta, no están abiertos a los cuestionamientos y van deteriorándose, poco a poco les cobra factura el puesto.

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