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Opinión

Fracaso crónico de Cruz Azul

2017-04-04 | Gerardo Velázquez de León
GERARDO VELáZQUEZ DE LEóN
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Tomar la Copa MX como un refugio sería el peor error para Cruz Azul. Si derrotan a Monarcas y se instalan en la Final nada tiene que ver con la terrible temporada, con la oscuridad de su paso por la Liga desde hace 20 años. Ángel David Comizzo les ‘regaló’ un campeonato hace ya tanto tiempo que pocos en el interior de su directiva aceptan el gris paso por la Liga, algunas de sus contrataciones exóticas y una cantidad de directores deportivos que llama la atención.    

El Cruz Azul sufrió una maniobra jurídica maquiavélica para no tener que rendir cuentas a un Consejo Directivo y se separó el Club Deportivo Social y Cultural S.C. de la estructura de la Cooperativa para convertirlo en Cruz Azul FC A.C. Por eso, a Guillermo Álvarez nadie le pide cuentas ni resultados, como sí sucede en la Cooperativa La Cruz Azul S.C.L.

El partido en Veracruz es la demostración más palpable de lo que ha sido este equipo, al que parece no importarle ganar o perder, simplemente navegan en una Liga haciendo el ridículo sin que existan consecuencias. Los entrenadores van y vienen y en estos casi 20 años sin título han desfilado más de 80 jugadores extranjeros. La lista es larga, pero solamente recordar algunas contrataciones que nunca debieron llegar, pero que las presumieron como si en realidad tuvieran cartel para jugar en un equipo de la trascendencia popular que tiene Cruz Azul. Desde el último título han pasado argentinos, paraguayos, brasileños, chilenos, uruguayos, colombianos, ecuatorianos, hondureños, españoles, peruanos y bolivianos. Espero recordar a todos: Rubén Capria, Mauro Camoranesi, Ángel Morales, Diego Latorre, Rodrigo Astudillo, Cristian Leiva, Mariano Messera, Marcelo Delgado, César Delgado, Daniel Díaz, Luciano Figueroa, Federico Lussenhoff, Gabriel Pereyra, Diego Rivero, Javier Cámpora, Marcelo Carrusca, Emanuel Villa, Maximiliano Biancucchi, Christian Giménez, Mariano Pavone, Nicolás Bertolo, Mauro Formica, Hernán Bernardello, Emanuel Loeschbor, Pablo Torres, Fernando Belluschi, Federico Carrizo, Matías Vuoso, Ariel Rojas, Julián Velázquez, Jonatan Cristaldo, Gabriel Peñalba, Denis Caniza, Carlos Bonet, Cristian Riveros, Pablo Zeballos, Roberto Ovelar, Roque Santa Cruz, Jorge Benítez, Silvio Borjas, Julio César Pinheiro, Danilo Vergne, Edcarlos Conceiçao, Maranhao, Alemao, Fabio Santos, Lucas Silva, Pablo Galdames, Eduardo Rubio, Emilio Hernández, Hugo Droguett, Waldo Ponce, Enzo Roco, Francisco Silva, Martín Rodríguez, Sebastián Abreu, Daniel Baldi, Juan Manuel Olivera, Richard Núñez, Nicolás Vigneri, Marcelo Palau, Martín Cauteruccio, John Javier Restrepo, Edixon Perea, Luis Amaranto Perea, Teófilo Gutiérrez, Carlos Lizarazo, Aldo Leao, Agustín Delgado, Alex Aguinaga, Joao Rojas, Joffre Guerrón, Ángel Mena, Carlos Pavón, Ramón Núñez, Marc Crosas, Víctor Vázquez, Walter Vílchez, Ronald Raldes, Achille Emaná. Uf, cuantos y cuantos millones de dólares invertidos en nada.

Sin más que ofrecerle a sus aficionados, al Cruz Azul le queda el respiro en que puede convertirse la Copa MX, aunque sigue más cerca de ridículos y fracasos, que de otra cosa. En la Liga va en camino a quedarse de nueva cuenta fuera de la Liguilla y el discurso de su entrenador ha cambiado de tal manera que pareciera abandonar el barco antes de que su irrisorio paso por México termine. El consuelo de la Copa no es suficiente.  

De aquel entrenador valentón que incendiaba las conferencias de prensa con regalos y hasta insultos para los representantes de los medios de comunicación, ahora sólo queda la imagen de un tipo que aunque sabe que se ha equivocado, es tan orgulloso que no puede aceptarlo y busca desviar la atención con frases tan estúpidas como la del viernes pasado cuando dijo: “Ahora nos damos cuenta que no somos tan buenos como la gente piensa”.  

En lo único que tiene razón es que no tienen la calidad para estar más arriba, pero eso desde el entrenador, por lo que si tuviera dignidad debió hacerse a un lado después de esa conferencia.

Y a los cruzazulinos no les queda más que enfrentar su nueva realidad: de equipo grande solamente quedan los recuerdos y ahora se han convertido en un equipo del montón, del que de vez en cuando se pueden ver buenas cosas, aunque no le alcanza para estar entre los mejores del futbol mexicano. 

Si se realizara un reacomodo de los llamados grandes y por años sin título, los cementeros tendrían que dejarle este lugar, este calificativo, que por supuesto no merecen, a otro club como el Toluca, por ejemplo.

Lo que resulta más increíble es observar cómo torneo tras torneo la directiva se especializa en ser una caricatura de lo que debería. Porque mientras surgen directivos exitosos y otros equipos adoptan sistemas de trabajo que les funcionan, los cementeros se mantienen en lo mismo, como si solamente esperaran que un milagro los sacara de su pobreza. 

Pero el futbol no está hecho de milagros y el negocio de unos cuantos en que se ha convertido esta institución está más cerca de terminarse que de conseguir algo que lo mantenga como hasta ahora. El Cruz Azul es una caricatura porque así le conviene a quienes actúan como sus propietarios y porque quienes tendrían la facultad de cambiar las cosas -al ser una cooperativa-, no les importa hacerlo. 

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