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Opinión

Ignacio Suárez

El Fantasma ha recorrido el mundo del deporte a través de 6 Mundiales, 10 Copas América y 5 JO. Aportará a RÉCORD su conocimiento y exclusivas.

Futbol en Tiempos de Semana Santa

2018-03-28 | Ignacio Suárez
IGNACIO SUáREZ
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Bien dicen por ahí que, “si en problemas no te quieres meter, en temas de política y de religión no te debes entrometer”. Sin embargo, pocos le hacemos caso a ese dicho de los abuelos y para muestra esta columna.

Debo considerarme en lo absoluto un respetuoso de la religión que usted haya elegido, e incluso si no fuera creyente. Finalmente, es una decisión por convicciones personales que por lo mismo no debe ser cuestionada.

El futbol y la religión desde sus orígenes, han tenido lazos muy estrechos. Para no ir muy lejos, basta recordar que la Santa Sede tiene su propio estadio de futbol que lleva el nombre del papa “Pío XII”, construido en 1960, y donde juega la selección del Vaticano.

No es necesario ir a la prehistoria del futbol para recordar las aficiones futbolísticas de los papas más recientes: Benedicto XVI era un confeso e irredento aficionado al Bayer Munich, de ahí que siempre utilizara zapatillas con los colores rojo y blanco, como las de su equipo.

Pero por mucho, la figura del papa argentino Francisco I rebasa en afición a todos sus antecesores. Aficionado irredento y socio del San Lorenzo de Almagro, no deja pasar la oportunidad de mostrar su afición, compartirla, e incluso aprovecharla para organizar partidos de estrellas a beneficio. Ha recibido a toda clase de equipos y jugadores de diversas nacionalidades. 

Le gusta recordar aquella anécdota donde en la plaza de San Pablo, un aficionado para llamar la atención le mostró la playera de su amado equipo y éste correspondió haciendo con la mano la seña de un 3-0 con el que se le había ganado a Boca.

Son muchos los escritores que han tenido frases célebres respecto a esta relación. En su extraordinario libro llamado ‘Futbol a sol y sombra’, el uruguayo Eduardo Galeano estableció que en futbol era la única religión donde no existían ateos.

En 2005, uno de los escritores actuales más influyentes de la religión cristiana, Stephen Tomikis, en su libro ‘Una breve historia de la Cristiandad’, hace un simpático y ameno recorrido por la evolución de ésta a través de los tiempos, e incluso hace una analogía con el futbol donde relata que los jugadores hacen las veces de los dioses y las gradas de los bancos del templo.

Hay recopilaciones muy bien logradas sobre este tema, una de ellas la de Iván Pérez, para el portal ‘Juan Futbol’, donde relata la de un sacerdote colombiano que paradójicamente parecen adorar al diablo; “hay sacerdotes que adoran al diablo: le rezan, le suplican y le imploran Copas. Hurtado Galvis es un cura colombiano hincha del América de Cali, equipo que lleva en la imagen del escudo un demonio con el trinche en la mano. “El diablo no es como lo pintan”, se ha excusado". 

También retrata del lado de los herejes a otro sacerdote, este de origen chileno; “Y aparecen los herejes. Ese lugar le corresponde a Gonzalo Bravo, chileno y seguidor del Santiago Wanderers. El cura decidió colgar en el altar de su parroquia la bandera del club durante una misa, se atrevió a decir que Jesucristo fue el primer ‘Vagabundo’ (así le apodan al equipo) de la historia y que el mal empieza con la letra ‘E’ y no tiene que ver con ‘Evil’, sino con la del rival más odiado de Santiago: Everton”.

En México, también hay muchas historias similares de sacerdotes con una pasión futbolística llevada al límite, los hay de Chivas, de América, de Tigres o Rayados, quienes ponen en grave predicamento al de “allá arriba” cuando para el mismo partido, con los mismos rezos, con la misma fe le piden, cada quien por su lado, la victoria para “su” equipo.

En el aspecto individual de los futbolistas, por supuesto que éstos no están ajenos a la fe. Son miles los que se encomiendan a un ser supremo para que los bendiga y puedan anotar un gol y los mismos que piden que les permita evitarlos.

La imagen de Javier ‘Chicharito’ Hernández, antes de iniciar cada partido, ha recorrido el mundo. Verlo siempre hincado, con los ojos cerrados, la cara levantada hacia el cielo y los brazos abiertos mientras ora. Ese momento ha sido replicado a millones de espectadores del mundo, pero ¿saben una cosa? Este acto, como muchos otros similares, está prohibidos por los estatutos de la FIFA.

Como la inquisición Doña FIFA, va más allá en sus normas y establece que, “el equipamiento básico obligatorio no deberá tener mensajes religiosos” y añade que se “sancionará al equipo de un jugador cuyo equipamiento básico obligatorio tenga mensajes religiosos”. El máximo organismo no entiende -de manera oficial- que la fe sea algo natural del ser humano y por eso pide se castigue.

Sin embargo, en este caso especificó creo que afortunadamente es como muchas otras cosas en su reglamento letra muerta. Árbitros, Federaciones, hacen como que no ven estos actos y salvo casos muy excepcionales de excesos han sido señalados. 

Y es que es cierto que la fe mueve montañas, provoca seguridad, tranquilidad, convicción, fortaleza. NO importa si usted que me está leyendo juega en el barrio, si es o fue profesional, la inmensa mayoría de nosotros, de acuerdo a nuestras convicciones religiosas, siempre teníamos un ritual antes de empezar nuestro juego de cada semana. Podía ser el simplemente santiguarse antes del silbatazo, orar, quizá persignarse en cada poste si, como en mi caso, jugaba como arquero.

Si por algo ese ritual, ese acto de fe o como le quiera llamar se omitía por olvido, por la premura o porque se llegaba en “vivo” al juego, esos 90 minutos podrían ser de una duda y desconfianza terrible. Habíamos fallado, estábamos impedidos entonces de pedir ayuda divina en ese juego. No se podía estar tan tranquilo. NO sé si esto le pasa o pasó a usted, yo tengo que confesarle que a mí sí.

En el campo de juego conviven diferentes creencias, diferentes religiones y cada uno a su manera pide protección y ayuda para los suyos. Ahí en una misma cancha pudimos ver casos de los brasileños David Luiz y Neymar que son evangélicos. Eric Abidal que es musulmán, lo mismo que Franck Ribéry. En la cancha, mientras el balón rueda todas las religiones conviven, los de “allá arriba” no suelen entrometerse. 

¿Qué la religión cambia vidas? Sin duda alguna. Y quizás el caso más representativo de un futbolista nos lleve a tocar el tema del jugador irlandés, nacido en Belfast de nombre Philip Mulryne. Tal vez usted NO lo recuerda, pero le diré que jugó para el Manchester United, donde compartió el vestidor con gente de la talla de David Beckham, Paul Scholes, Andy Cole y Ole Gunnar Solskjaer, entre otros, y fue muchas veces seleccionado nacional.

Su vida en el futbol fue como muchos otros casos. Excesos de alcohol, mujeres y dinero. De hecho, fue suspendido de la selección de Irlanda por romper códigos de conducta, lo mismo metiendo mujeres a la concentración, que por llegar con exceso de whisky en las venas. 

Con esa vida pocos pudieron visualizar cómo este mismo jugador al retirarse y luego de tres años en el seminario pudiera convertirse en sacerdote antes de cumplir los 40 de edad. Pasó del whisky al vino de consagrar. Sólo viéndolo en YouTube te atreverás a creerlo.

Así que mientras llega el momento de pedirle al de “allá arriba” que ayude a su equipo favorito, espero que usted disfrute estos días acompañado de sus seres querido y con las bendiciones de su santo favorito.

“La fe como el Wi-Fi, es invisible, pero tiene el poder de conectarte a lo que necesitas” Anónimo

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