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Opinión

Jose Luis Caballero Leal

Aquí encontrará un análisis crítico y actual sobre los principales acontecimientos políticos y sociales de México y el mundo desde la óptica de un ciudadano

Atole legislativo

2018-09-14 | José Luis Caballero Leal
JOSé LUIS CABALLERO LEAL
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“Ningún funcionario público podrá ganar más que el Presidente de la República”. “Se acabarán los excesos e injustificables privilegios de los legisladores”. “No habrá más edecanes en las cámaras de Senadores y Diputados”. “La austeridad republicana será la norma que guíe, en lo sucesivo, el comportamiento del nuevo gobierno federal”, bla, bla, bla.

La realidad cotidiana supera, por mucho, la oferta de campaña. Prometer hasta ganar, y una vez ganado, olvidar lo prometido, reza el refrán ajustado a los fines de este artículo, y tal parece que nuestro nuevo Congreso, que empezó con el terrible e injustificable desliz del pacto Morena-PVEM, no parará de seguirnos sorprendiendo, y no precisamente para bien.

Con bombo y platillo anunciaba la diputada Tatiana Clouthier lo mismo que el líder de bancada Mario Delgado, que, en observancia a lo prometido en campaña, a partir de ahora los señores diputados federales percibirían un 28% o 30% de salario menor al recibido hace apenas 15 días por los legisladores salientes. Y técnicamente ninguno de los dos legisladores mintió. El nuevo salario de cada diputado será de 91 mil 507 pesos, en lugar de los $128 mil 230 que anteriormente percibían. Se eliminó el seguro de vida institucional, el seguro de gastos médicos mayores, el seguro de separación individualizado y el fondo de ahorro. Hasta allí, todo era congruente, hasta que los “corazoncitos” de los medios de comunicación le preguntaron a Delgado si se habían también eliminado las “otras prestaciones” de los legisladores. Clouthier no respondió al cuestionamiento. Delgado trastabilló y acabó por reconocer que el ajuste era sólo al rubro de “remuneración”, no así al de “prestaciones”, el cual comprende la friolera de otros $73 mil 674 de “dieta”, que abarca rubros como “asistencia legislativa”, “atención ciudadana” y “vales de alimentación”, con lo que cada diputado federal en realidad percibirá (de no cumplirse lo hasta ayer aprobado) la nada despreciable suma mensual de 165 mil 181 pesos, es decir, un salario neto marcadamente superior al que se fijó Andrés Manuel López Obrador por su futuro desempeño como Presidente de la República, sin considerar las concesiones de no pago de casetas en carreteras, servicio de peluquería en las cámaras, entre otros muchos beneficios que no se contabilizan como parte del salario.

En el Senado no parece haber disposición o prisa alguna para abordar este tema, considerando que el salario y prestaciones de cada prócer legislativo superan los $250 mil mensuales. En cambio, Martí Batres emprendió, en congruencia con la austeridad republicana, el trascendental reto del #tupper, consistente en llevarse las quesadillas y el atole matutino en un recipiente plástico a su oficina senatorial, como muestra de la falta de necesidad de pagar costosísimas cuentas en restaurantes con cargo al erario público por tales conceptos. Hasta ahora, esto es lo más destacable de las tareas legislativas en el Senado, amén de que los señores senadores sólo toleraron la ausencia de las “edecanes” durante la primera sesión, al darse cuenta del enorme esfuerzo y desgaste que significa estar trabajando teniendo que levantarse de sus curules para servirse, por sí mismos, una taza de café, un refresco o galletitas. Que regresen las edecanes y se ocupen de tan relevantes tareas fue el acuerdo alcanzado, al fin y al cabo la importancia de sus labores lo justifica plenamente.

Atole legislativo es lo único que podemos percibir, hasta ahora, de un Congreso que ofreció un menú distinto a los votantes. Más de lo mismo, a pesar de tanto cacareo de cambio.

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