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Opinión

Jose Luis Caballero Leal

Aquí encontrará un análisis crítico y actual sobre los principales acontecimientos políticos y sociales de México y el mundo desde la óptica de un ciudadano

Balas que silencian

2017-05-21 | José Luis Caballero Leal
JOSé LUIS CABALLERO LEAL
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Sólo 6% de los asesinatos cometidos en contra de periodistas en México son resueltos, según lo informó el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU. Al 94% de las víctimas restantes, la justicia jamás les llega. La espiral de violencia en contra de quienes libremente se expresan a través de palabra escrita o hablada dando testimonio de las atrocidades que se viven en este país, encuentra, en la impunidad, una de las causas principales de su incremento. Vivimos en el país del “bla bla bla”, en donde el discurso gubernamental es insuficiente para contener la violencia y garantizar el ejercicio de uno de los derechos humanos más básicos, pero a la vez fundamentales: el podernos expresar libremente.  Ser periodista en México es hoy, quizá, la actividad más riesgosa a la que una persona pueda dedicarse.

No hay libertad de expresión que valga sin que esté acompañada, necesariamente, de las garantías para ejercerla. Puñados de artículos con elocuentes redacciones en la Constitución Federal o en las locales son letra muerta si cada vez que se pretende ejercer, la opinión es silenciada con balas, con la vida de quienes se atreven a opinar, a decir, a criticar, a señalar.  Es deber del Estado garantizar a sus ciudadanos tres condiciones esenciales: seguridad contra agresiones del exterior; seguridad en contra de actos de parasitismo y delincuencia organizada en el interior y, por último, un verdadero estado de derecho. Cuando el Estado es omiso en garantizar cualquiera de estas condiciones, que en el caso de México se encuentran todas vulneradas, el ejercicio del derecho a la libertad de expresión viene acompañado, en el mejor de los casos, de la amenaza, en el peor, de la vida.  Ninguna persona que cumpla con la labor social de informar se encuentra hoy a salvo. El incentivo de los agresores radica, única y exclusivamente, en la ausencia absoluta de consecuencia legal alguna. Nadie los persigue, detiene ni menos aun procesa. La garantía de impunidad prevalece sobre la de la libre expresión.

Cecilio Pineda (Guerrero), Ricardo Monlui (Veracruz), Miroslava Breach (Chihuahua), Maximino Rodríguez (Baja California Sur), Filiberto Álvarez (Morelos) son sólo algunos de los 36 periodistas asesinados durante este sexenio por hablar, “por ser lenguas largas, por ser esa la condena de muerte por reportear en este infierno” llamado México, parafraseando a Javier Valdez (Sinaloa), periodista asesinado hace unos días, y quien apenas en marzo pasado se refería a la muerte de Miroslava en esos fatídicos términos.

No al silencio.

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