De reversa papi, de reversa...

Cuando Ernesto Zedillo asumió la Presidencia de la República en diciembre de 1994, en cuestión de días propició una debacle económica para el país que le costó la chamba al recién designado secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche. Zedillo, buscando repartir culpas, señaló que Salinas de Gortari había dejado la economía del país agarrada con alfileres. Éste simplemente le respondió: ¿Y para qué se los quitaste? Fin de la historia. A esa obscura etapa de México se le conoció como el ‘Error de Diciembre’, y tal parece que la premonición de Karl Marx, contenida al inicio de su obra “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte” (consistente en que la historia se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa) se cumple 167 años más tarde.

Y el error de diciembre de 2018 se hace presente de múltiples maneras, pero en particular, a través de un paquete presupuestal de Egresos para el 2019 presentado por López Obrador a un Congreso dúctil, por decir lo menos de éste, en donde exige hacer más con menos, pero que en áreas que durante años criticó ferozmente por la opacidad y la discrecionalidad del recurso erogado, hoy, el presupuesto asignado a Comunicación Social de la Presidencia es mayor que el ejercido por Peña Nieto durante su ultimo año de gobierno. El control de los medios a través de las inserciones pagadas del gobierno federal seguirá siendo parte fundamental de la estrategia de López Obrador.

Pero también ese fatídico error se manifiesta en el sector cultural, en donde la iniciativa de AMLO le mocha casi 600 millones de pesos al presupuesto de la Secretaría de Cultura, habiendo provocado la furiosa respuesta del sector creativo y artístico, uno de sus principales bastiones de votantes que, deslumbrados por el discurso transformador de Andrés Manuel, lo apoyaron ciegamente durante su campaña presidencial, y que hoy ven en su otrora líder moral a un político más, a los que por décadas hemos estado acostumbrados en este país, a los que prometen y nunca cumplen. Daniel Giménez Cacho, Susana Zabaleta, Gael García Bernal, Diego Luna y hasta el mismísimo y multigalardonado Alfonso Cuarón han expresado su inconformidad con el brutal recorte al sector creativo, el cual evidencia, de forma irrefutable, que para el Ejecutivo Federal el eje transformador de la cultura dista mucho de ser una prioridad en su gobierno.

Y si los casi 600 millones de pesos recortados a Cultura no fueran suficientemente agraviantes, le rasuraron 2 mil 300 millones de pesos al Conacyt, una institución clave para la investigación y el desarrollo tecnológico de este país, golpeando, de paso, también a la UNAM y al IPN con durísimos recortes, hasta que la comunidad universitaria, en pleno, alzó la voz obligando a AMLO a reconocer públicamente que había sido un error dicho recorte, y que daría marcha atrás a esa injustificada medida de austeridad. De reversa papi, de reversa, más por el temor a la represalia universitaria (otro importante colectivo de votantes de izquierda) que por la convicción de estar realmente haciendo lo correcto.

Sólo la Defensa Nacional, la SEP, Trabajo y Previsión Social, Sedatu, Energía, Turismo y la nueva Secretaría del “Bienestar” salieron bien libradas en términos presupuestales. Las demás, que son muchas, deberán encomendarse a cuanto Santo sea de su devoción para cumplir los programas de trabajo previstos para el 2019, con un cinturón que, de tanto apretarlo, acabará por cercenarlos. Ojalá la reversa aplicada en el caso de la UNAM y el IPN permee al tema del NAIM, sin duda, otro mayúsculo error del nuevo régimen.