Grotesco

Fue el adjetivo empleado por el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong para describir a aquellos funcionarios públicos que en medio de la peor tragedia sufrida en Oaxaca y Chiapas, producto del devastador terremoto de hace apenas diez días, lucran con la terrible necesidad de los afectados por éste fenómeno natural, quienes, en muchos casos, perdieron absolutamente todo, desde la vivienda, sus pocas pertenencias, sus escasos recursos económicos y, en muchos casos, enfrentando, además, la pérdida de la vida de familiares y amigos. Y Osorio Chong reiteraba enfáticamente a Ciro Gomez Leyva que el gobierno federal bajo ninguna circunstancia permitiría que actos de tal nivel de bajeza política sucedieran, refiriéndose a la habitual práctica de condicionar la entrega de apoyos a los afectados, contra credenciales de elector, promesas de votos y endoso partidista a las despensas armadas producto de las donaciones de la sociedad civil. Unas cuantas horas antes, Manuel Velasco, Gobernador de Chiapas, enfundado en un chaleco verde, en clara alusión al partido Verde Ecologista, recorría zonas afectadas de Chiapas, mientras que su esposa, la cantante Anahí, despeinada, sudorosa, maloliente y sin maquillaje, entregaba despensas a los afectados, portando, por igual, ese chaleco distintivo del partido que gobierna el Estado, dejando claro a los beneficiarios de tales donativos, el origen “partidario” de los mismos. Por su parte, en Oaxaca, bolsas con alimentos eran entregados el pasado miércoles con una calcomanía, portando el nombre de Samuel Gurrión Matías, diputado federal priista, originario de Juchitán de Zaragoza, Oaxaca. Grotesco, en efecto, siempre sacarle raja política a eventos que enlutan a muchas familias de nuestro país, las que menos recursos tienen.

Grotesco también lo es que, habiéndose publicado el reporte preliminar de la Secretaria de la Función Pública señalando que la licitación para la construcción del Paso Express de Cuernavaca se realizó sin existir un proyecto ejecutivo, lo que derivó en costos injustificables al erario público superiores a los mil millones de pesos, y que Gerardo Ruiz Esparza, aín Secretario de Comunicaciones, siga evadiendo toda responsabilidad al respecto, tanto política, como jurídica. Ya Peña Nieto lo bendijo en dos ocasiones: la primera señalando, justo después de la tragedia del socavón de Cuernavaca, que él no toma decisiones precipitadas, y la más reciente, hace un par de semanas, afirmando que él tampoco toma decisiones producto de un linchamiento político. Resulta inexplicable que ante la abrumadora evidencia de la responsabilidad directa de la SCT en esta obra fallida y que se hubiere destapado un socavón de corrupción e ineptitud manifiesta, a la fecha, el único chivo expiatorio lo haya sido el maestro de ingles en funciones de delegado de la SCT en el estado de Morelos, designación por igual absolutamente injustificable. Culminará el sexenio y nada, absolutamente nada, habrá sucedido en este vergonzoso asunto.

Grotesco lo será también que Miguel Ángel Mancera, que en unas horas más rendirá un “informe de hechos, no de política”, haya anunciado que solo pedirá “licencia” al cargo de jefe de gobierno de esta cada vez mas insegura ciudad, cuando lo que procede es la renuncia al cargo en la búsqueda de su infructuosa aspiración presidencial, ya que, al confirmarse en muy corto plazo que el Frente Amplio Opositor designara a Ricardo Anaya como candidato presidencial, Mancera simplemente regresará a culminar su periodo, sin en realidad haberse ido nunca del mismo. Si un servidor público aspira a un cargo de mayor jerarquía, debe renunciar y dejar de medrar con el puesto desempeñado. El asesinato de la joven Mara Castillo a manos de un chofer de Cabify no debe quedar impune. Qué terrible tragedia para su familia, para la sociedad y para este México tan lastimado por la inseguridad e impunidad reinante.