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Opinión

Jose Luis Caballero Leal

Aquí encontrará un análisis crítico y actual sobre los principales acontecimientos políticos y sociales de México y el mundo desde la óptica de un ciudadano

Réquiem por Manchester

2017-05-28 | José Luis Caballero Leal
JOSé LUIS CABALLERO LEAL
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El pasado miércoles, durante la celebración de un gran evento organizado por la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), en el que se otorgaron reconocimientos a diversas personalidades del gremio por cumplir “25 años y más” aportando obras de su creación para nuestro consumo a través de inolvidables canciones, todos y cada uno de los autores galardonados, al hacer uso de la palabra coincidieron en una expresión común: la música no reconoce frontera alguna; es universal, conecta personas que, hablando diferentes idiomas o lenguas, se relacionan entre sí a través de la melodía y el ritmo impreso en cada pieza. La música es un elemento integrador, forma parte esencial de la vida de los seres humanos, quienes cotidianamente nos alimentamos con el producto de la magia creativa de los autores, quienes a través de la palabra y la combinación de sólo siete notas musicales, producen obras y sonidos maravillosos.

Lo ocurrido hace unos días en Manchester, una de las ciudades más importantes del Reino Unido, en donde al finalizar el concierto de la interprete Ariana Grande, un sujeto detonó una bomba causándole la muerte a 22 personas (una de ellas de apenas ocho años de edad), atenta de manera brutal contra el espíritu integrador de la música, agraviando por igual a los intérpretes y músicos que la engrandecen. Quienes por motivos personales o profesionales acudimos a los auditorios, teatros, foros, estadios y salones en los que se presentan espectáculos musicales o artísticos en general, lo hacemos siempre motivados por el placer que supone disfrutar de las expresiones de nuestros autores, intérpretes y músicos predilectos. Vamos con el ánimo de alimentar el alma con sonidos que nos transportan a lugares y momentos a los que solo la música puede conducirnos. 

Asesinar a decenas de personas inocentes y ajenas a los motivos fundamentalistas de decisiones de esta naturaleza, dejando igualmente lesionados a muchos más en estos brutales actos de barbarie, es absolutamente inadmisible. Ninguna religión encuentra en el asesinato la vía para alcanzar la gloria o redención alguna.

Las escenas de gente corriendo despavorida, entre ellos muchos padres protegiendo a sus hijos menores de edad en los pasillos de la arena de Manchester, me recordaron también aquellas de los dos bombazos del maratón de Boston del año 2013; la masacre en la discoteca de Orlando; la matanza en el teatro Bataclan de Paris; y los atentados ocurridos en el aeropuerto y el Metro de Bélgica, todos ellos perpetrados en 2015; o los camiones que arrollaron a decenas de personas en Niza, y meses más tarde, en Berlín, el año pasado, dejando igualmente decenas de muertos. No referiré individualmente las docenas de atentados ejecutados en Afganistán, Egipto, Irak, Irán, Siria, Turquía y muchos países africanos más, igualmente motivados por los mismos principios de supremacía religiosa, política y militar que el autodenominado Estado Islámico pretende imponer sobre todos los musulmanes alrededor del mundo.

Somos testigos presenciales de un proceso de podredumbre y descomposición social sin precedente. Al paso que vamos, y con la psicosis que sucesos de ésta índole causan en las personas, llegará el momento en que la asistencia masiva a eventos artísticos o deportivos simplemente no suceda más. La final de la Champions en Cardiff se juega el 3 de junio. Ojalá que la noticia sea solamente deportiva.

 

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