¡Usted disculpe!

Con esa simple frase, usted disculpe, el Estado mexicano, representado a través de la figura del Procurador General de la República, cree haber expiado su culpa en el atroz caso de la detención y encarcelamiento durante casi 4 años de 3 mujeres indígenas originarias del estado de Querétaro, producto de la falsa acusación realizada por elementos de esa misma procuraduría, quienes de la mano de jueces federales, las privaron injustamente de su libertad por los supuestos delitos de comercialización de mercancías piratas y secuestro de 6 agentes federales de la extinta AFI. Hágame usted el favor.

En una ceremonia realizada en el Museo de Antropología e Historia la semana que hoy concluye, el procurador Raúl Cervantes tuvo la encomienda de pedir disculpas públicas a cada una de estas tres mujeres producto de una sentencia judicial, a quienes llamándolas por su nombre, Jacinta, Alberta y Teresa, les expresó el sentir del gobierno de la República en el ignominioso, pero no único caso de esta naturaleza, en donde personas de escasos recursos y con pocos conocimientos y comprensión del español, son acusados y encarcelados injustamente simplemente por haberse encontrado cerca del lugar en que los hechos delictivos tomaron lugar. Esa fatal coincidencia de estar en el momento y lugar equivocados.

Estela, hija de Jacinta, una de las indígenas falsamente acusadas, dijo con vehemencia a los asistentes: “Hoy nos chingamos al Estado. La ignorancia y el miedo no pueden estar por encima de nosotros.”

Estoy en absoluto desacuerdo con esa frase, mas allá del impacto mediático que la misma provocó. En realidad, el Estado mexicano se chingó a esas tres mujeres, a quienes les robó 4 años de libertad, enfrentándolas a múltiples vejaciones y maltrato por su condición indígena durante el encarcelamiento, al dolor de sus familias, de sus hijos, padres y hermanos, a tener que efectuar gastos con recursos inexistentes, a soportar los señalamientos de terceros, a sufrir un daño irreparable en su prestigio y reputación. Detenidas durante el gobierno de Vicente Fox y liberadas durante el de Calderón, obtienen la disculpa 11 años mas tarde durante el mandato de Peña Nieto.

Usted disculpe no es suficiente. El Estado debe reparar económicamente el daño ocasionado a estas tres mujeres de forma ejemplar, pero al mismo tiempo debe fincar responsabilidad penal a los fiscales, testigos, jueces y demás funcionarios, federales o estatales, que montaron esta farsa judicial. Vamos muy tarde en la adopción de medidas que inhiban atrocidades de esta índole, de las cuales sólo nos enteramos en muy contadas ocasiones. Esta justicia política, tan selectiva, que tanto daño hace a la sociedad, que castiga injustamente a unos y absuelve con tanta ligereza e irresponsabilidad a otros, ante la incredulidad de quienes somos testigos que en este México tan querido, ser pobre, y peor aún, ser indígena, te condena irremediablemente a la injusticia.