Los mexicanos nos apoyamos en la adversidad

Finísimas personas, resulta difícil expresar con palabras el inmenso dolor que siente, acá su servilleta, ante las pérdidas humanas ocasionadas por el terremoto que golpeó a México el pasado 19 de septiembre.

Es revelador darnos cuenta lo indefensos, lo vulnerables que podemos sentirnos ante la furia de la naturaleza.

Por eso los invito a disfrutar cada momento de la vida, a demostrarle a nuestros seres queridos el afecto que sentimos por ellos, porque es un hecho que no tenemos garantizado el tiempo que estaremos en este planeta.

Sin embargo, hasta una tragedia como la que estamos viviendo tiene un lado positivo, porque los mexicanos hemos demostrado, una vez más, que solitos nos pintamos para apoyarnos en la adversidad.

Hombres, mujeres, niños y hasta animales salieron a las calles para sumarse como voluntarios y remover los escombros con la esperanza de salvar el mayor número posible de vidas humanas.

En el caso de la familia que conformamos en AAA, decidimos recorrer los diferentes puntos de la CDMX para llevar víveres, medicinas y apoyar en las labores de rescate.

Lo hicimos sin utilizar nuestras máscaras porque quisimos compartir en el anonimato el dolor de nuestros compatriotas, devolverles un poquito de lo que nos han dado y llorar con ellos en silencio.

Aplaudo la unión de las diferentes empresas de lucha libre al unirse y publicitar en sus redes sociales las diferentes actividades que cada una de ellas realizaron para ayudar a los damnificados.

AAA lo hizo con la colecta organizada por el CMLL en la Arena México, para recaudar artículos de primera necesidad.

Éste es el momento de unirnos por México, las diferencias pasan a segundo plano.

Me despido en esta ocasión con tristeza por los valedores que se nos adelantaron en el camino, un abrazo para sus familiares y mis mejores deseos para que encuentren pronta resignación.

Me quedo con la unión de todos los paisanos, con su solidaridad y con la promesa de seguir existiendo como un hippie, porque una vez comprobamos que la vida nadie la tiene comprada.