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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

América: señorial

2018-12-18 | Luis García
LUIS GARCíA
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El América nació para ganar, se originó para ser el mejor, sabe ganar, está en su genética, su concepción del juego y la pelota no es otra más que levantar trofeos de toda índole. Volvió a ser Campeón, un justo Campeón, un Campeón en toda la regla.

La crónica del éxito no fue tan colorida ni esplendorosa, pero estoy cierto que fue más culpa del oponente que del América en sí.

Son muchos campeonatos, ninguno puede compararse, es imposible hacerlo, pero me atrevo a señalar que esta última –y esto no le quita un ápice de mérito– probablemente haya sido la Final menos compleja, menos espinosa, menos riesgosa, de las 13 que ha conquistado.

El equipo amarillo fue sumamente estable durante el transitar del semestre, aspecto nada común en nuestro lindo deporte; armó una plantilla vasta, plural, con muy buen recurso humano, y suplentes que deben ser considerados titulares.

Miguel Herrera, sabes que no me identifico con tus pueriles reclamos, pero reconozco y aplaudo tu serio compromiso, desde el primer día pusiste el objetivo en la cima de la montaña, incluso pusiste tu puesto en manos del verdugo si no eras monarca, e hiciste todo lo adecuado para conquistar la misma, nunca desviaste tu mirada del aspiracional objetivo y lo conseguiste, incluso con suprema autoridad.

Tu fiel escudero y socio, sí, tú, Santiago Baños, fuiste igual de medular en el sonoro éxito conseguido. Son una extraña dupla, pero son sabios, saben de memoria su chamba, poseen un gruesa costra, son arrojados, son locos y entienden que se necesitan. Han logrado establecer una monolítica y poderosa sociedad en la que sensatamente han guardado sus egos en beneficio de los suyos. En el medio de la pelota en México no es nada sencillo toparse con cofradías como la que ustedes han conformado y consolidado, máxime en el América, en donde los fuegos artificiales se tiran por cualquier nimiedad. Sin el menor atisbo de duda, merecen gran reconocimiento por el triunfo obtenido.

En relación con los jugadores, uno debe rendirse ante los apellidos de Marchesín, Peralta, Valdez, Uribe, Ibarra, Aguilera y Aguilar, para mí las vacas sagradas, los comandantes, son ese tipo de futbolistas en donde los demás saben perfectamente que pueden recargarse, delegar y aventarles sus ansiedades, son de los tipos que uno busca y siempre encuentra en la cancha cuando la marea se pone brava.

En la linda conquista amarilla se revalorizaron dos joyas de la corona, siendo lo más presumible que surgieron de sus entrañas, ustedes, Diego Lainez y Edson Álvarez.

Tú, Diego, si bien no te robaste la Fase de Liguilla, sí tuviste maravillosos picos, sobre todo ante Pumas, que exhiben que estamos en presencia de un joven aventurado, con maneras distintas, con habilidades disímiles a las de la media, pero que tendrás que seguir rodando, para que la intermitencia que tuviste en los dos juegos de la Final no sea tan evidente.

Tú, Edson, fuiste el héroe desconocido, rol que no siempre aparece en todas las películas, fuiste suplente gran parte del campeonato, incluso en la Liguilla, se lesionó el gran colombiano, y toma, para dentro, y la historia Final ya la conocemos. Sigo creyendo que te falta bagaje para ser considerado parte de los caudillos de la obligada transición en la Selección Nacional Mayor, pero esto que hiciste te aventó de sopetón un par de escaños para arriba en dicha búsqueda.

Del otro lado, el Cruz Azul, y su triste historia reciente.

No pienso traicionar mi creencia sobre el equívoco concepto de que si no ganas, nada sirve. Cruz Azul después de mucho tiempo logró montar un equipo competitivo, soldó las fisuras que eran como cascadas, preparó bien su proyecto, gastó mucha plata y la gastó bien, sus refuerzos llegaron en tiempo y forma, y fueron dignos líderes de la competencia.

Pero no voy a obviar, no puedo obviar, su ineficacia para pugnar por la corona, durante los dos partidos de la Final no hizo nada para incordiar al acérrimo oponente, decidió salir a no perder, craso error, perdió, otra vez.

Y retomo otra de mis necedades y ópticas, las cuales he aprendido en mi vida laboral y personal: nadie gana siempre, y nadie pierde siempre, entre más rápido uno sepa convivir con este par de fugaces realidades, más erguido caminará uno en la vida. Pero también existen formas de perder y formas de ganar.

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Que Cruz Azul haya perdido otra Final para mí no es lo más grave de la ecuación; lo terrible fue cómo la perdió, ahí radica la malaria, no hubo rebelión, no tuvo osadía, nunca implementó una ruta de salida, una ruta de escape, nadie se atrevió a romper en mil pedazos el vetusto guión que lo estaba llevando al cataclismo, y buscar uno más audaz, menos timorato. Varios futbolistas se escondieron, se refugiaron en la zona de confort, seleccionaron el burdo sendero de no me equivoco aunque no aspire a ganar, imperdonable.

Y esto es una responsabilidad compartida. En un alto porcentaje son culpables los jugadores, pero también tú, Pedro Caixinha, desde la banca no hubo explosión, no hubo riesgo, nadie cambió nada, y como clara muestra fue tu ingreso Andrés Rentería, entraste a caminar a la cancha, penoso.

Ganó el mejor, ganó el que más quiso, ganó el que más intentó, ganó el más fuerte, y eso sin importar filiaciones se debe celebrar, la pelota en muchos casos es caprichosa premiando a quien no lo merece, en esta ocasión fue sabia y justa premiando al América.

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