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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Cacique

2019-02-22 | Luis García
LUIS GARCíA
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El miércoles por la tarde tuve el honor de participar en el Sports Antipiracy Sumitt en el WTC, el motivo fue que debía presentar al delegado consejero de mi amado Atlético de Madrid. Desde que me avisaron, me abrazó una combinación de sentimientos, mucha alegría y también ansiedad por el evento.

Miguel Ángel, te había visto algunos años atrás en el Salón de la Fama cuando fue mi inducción. Comí en uno de los restaurantes que estaban abajo del salón en donde se llevó a cabo el evento, vi mi reloj no menos de 20 veces, me reconocí nervioso, mucho, soy un tipo penoso, y eso me empezó a jugar en contra.

Llegué al sitio y me topé contigo, Alejandro Irarragorri, nos abrazamos efusivamente y me platicaste de la mesa redonda que tuviste minutos antes con Hank, Ares de Parga y Vergara, me contaste cómo te habías hecho amigo de Julian Edelman y de Dustin Johnson, a quien fuiste a ver a un restaurante en la Roma.

También me confiaste que Miguel Ángel Gil cenaría en tu casa y que le dirías otra vez que yo sería el embajador ideal del Atlético de Madrid en México, te lo agradecí mucho. De pronto, irrumpiste tú en el salón, Miguel Ángel, abrazaste a varios y me abrazaste también, con tu descomunal altura sentí que me acurrucabas, me dijiste que estabas devastado por la tensión del partido ante la Juventus, incluso dijiste que sentías que lo habías jugado en la cancha.

Mi historia contigo versa hace varios ayeres, cuando estuve en el Aleti, tu padre, don Jesús Gil y Gil, era Dios, sin duda, pero tú tenías intervenciones en ciertos aspectos del club, luego en tu ponencia lo reafirmaste así. Incluso, recuerdo que tuvimos una discusión en alguna ocasión cuando el equipo no caminaba tan bien, siempre fuiste, y eres, un hombre bien plantado, sobrio, inteligente y contundente.

Después de mi relación laboral contigo, emigré, y tú te encargaste, junto con tu padre, y tu eterno leal socio Enrique Cerezo, a quien también tuve el honor de servir, de surcar los cielos y hacer del club una potencia.

Durante tu ponencia diste cátedra de la evolución de tu entidad, diste gran reconocimiento a la Liga Santander que desde hace años ha funcionado como un perfecto paraguas para todos sus asociados. Hiciste sonoro hincapié en los valores de tu club, de conocer perfectamente a tu gente, a tu afición.

Hablaste con sumo orgullo del Wanda Metropolitano, el mejor estadio del planeta en todas las aristas analizables. Señalaste con claridad el tema del brutal presupuesto que hoy tienen; por encima de los 400 millones de euros, que es esencial para competir en las grandes Ligas como hoy hacen, que al talento hay que comprarlo y retenerlo, cosa nada sencilla con los tiburones que existen en el mar.

Fuiste enfático en el obligado crecimiento internacional en donde naciones como China, India, Israel, México y Estados Unidos son y serán medulares. También nos contaste de las Academias, y de tu necedad de dotar a las niñas y niños de educación escolar y, a la par, formación deportiva.

Le diste gran crédito al gran Javier Aguirre, a mí me agradeciste la presentación, la cual fue un placer realizar, y mencionaste a mi familia, cosa que me enchinó la piel, es más, en privado me pediste que te saludara a mi padre.

Obviamente, reconociste a Diego Pablo Simeone, artífice del actual éxito colchonero. Fue una poderosa exposición que dejó claro la revolución que montaste, el Atlético de Madrid pasó de ser un digno contendiente español a ser un temible monstruo en Europa. Y todo lo anterior lo basabas en la pulcra y sana gestión de tres grupos.

El primero: la afición, conocerla, comprometerla, respetar sus costumbres y valores e involucrarla.

El segundo conglomerado: los medios de comunicación, dijiste que sería una torpeza dejar fuera de la ecuación a quien puede potenciar tus marcas e ideas.

Y el tercero, y obvio: el vestidor, te vanagloriabas que después de mucho tiempo habías aprendido su complejo lenguaje, y que buscabas ser empático con ellos.

Fue una gran tarde de futbol, me encantó volverte a ver querido Miguel Ángel, de esos lujos que me regala la pelota sin merecerlo, pero que me ensanchan el pecho, me hacen ser consciente de mi felicidad y ser sumamente agradecido con el balón y la vida. Muchas tardes más de éstas, carajo.

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