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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Campeones

2017-05-30 | Luis García
LUIS GARCíA
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El fin de semana viví dos grandes historias de éxito, en una estuvo involucrada la pelota, y fue el campeonato de Chivas, y en la otra estuvo involucrado mi corazón y alma, ya que fui testigo de la gesta de mi esposa Rocío Lara, quien corrió su primera ‘Spartan Race’. Empiezo con Chivas. Su corona debe ser celebrada no solamente por quienes tengan alguna filiación con tan digna organización, cuando gana el mejor, debe ser reconocido y aplaudido, no pasa con la frecuencia que debería, pero aquí sucedió. 

Chivas fue sensiblemente superior en los dos duelos, fue un equipo sumamente generoso en el esfuerzo, pero muy inteligente en esa generosidad. 

Existieron actuaciones individuales deliciosas, la tuya, Orbelín Pineda, la que más me sedujo, para mí fuiste el mejor futbolista del Guadalajara durante la Liguilla, lo que corriste y pensaste fue descomunal, eres un genio cuando de jugar a la pelota se trata.  

Las Finales que te mandaste, Jesús Sánchez, fueron de monumento, diste una cátedra de cómo se desempeña un lateral derecho, inentendible que no estés en la Selección Azteca, entiendes y expresas como nadie en México dicha demarcación.  

Tú, Alan Pulido, te consagraste, siempre me pareció impresionante la confianza que manifestabas en ti mismo, la presumiste sin recato, y en el momento cumbre, cuando aparecen los héroes, irrumpiste con dos goles, el segundo una obra de arte desde el movimiento alejándote del emisor y con la parte interna de tu botín derecho le diste rumbo a la conquista. Carlos Salcido, tú fuiste el mariscal, ese sabio que guía a sus pupilos por el mejor sendero, como medio de contención o como defensor central, tu bagaje fluyó a raudales. Debes estar entre los diez mejores futbolistas de la historia de nuestro país, eres un coloso. 

Tú, José Juan Vázquez, fuiste el más feroz de tu grupo, abrazaste la bandera de la voracidad y te encargaste de destrozar los circuitos entre los mediocampistas y delanteros de Tigres, titánica labor que hiciste incluso con placer, fuiste una piedra angular de las audaces ideas con las que enfrentaron la cruzada. Rodolfo Pizarro, tú eres un poderoso artista, aun viniendo de una prolongada lesión le diste profundidad a tu equipo, cuando la pelota llegaba a tu regazo pasaba largos momentos bien cuidada, siempre fuiste una ruta de escape para tus compañeros, sabían que si lograban hacerte llegar el balón la cosa caminaría bien, así lo entendieron y te la daban siempre. Insisto, luminosas actuaciones individuales, pero que no se compara con la armonía y sincronización que expusieron como colectivo. Parecían una perfecta orquesta en donde ninguno desafinó ni una nota, y perfectamente bien orientados por tu mente brillante, Matías Almeyda. La maestría con la que planteaste ambos cruces será memorable, la rotación de las piezas que implementaste confundió a tu rival, lo desesperó, lo maniató y lo liquidó.  

Boicoteaste cualquier camino alternativo que Tigres pretendió crear, hiciste que durante los dos partidos el rival viviera en total incomodidad , padecieron lo indecible, y todo tuvo que ver con tu bien maquinada propuesta y adecuaciones estratégicas durante el recorrido. 

Dejo la pelota y paso a relatar tu hazaña de campeona, amada japonesa ‘Roska’ Pérez, cumpliste otro reto más en tu vida, tu primera ‘Spartan Race’. Debo señalar que la previa fue un parto, no parabas de hablar de lo que entrenabas, de lo que debías comer, de los obstáculos, de tus compañeras de equipo, fue como una sana obsesión que la familia llevamos con gusto.  

Se aproximaba el envite, tu ansiedad era evidente, y para acabarla de joder una semana antes corriste una carrera de ocho kilómetros y te lastimaste la planta del pie y el tendón de Aquiles. 

Surgieron dudas sobre si estarías sana, y nos acordamos del Dr. Medero, un genio de la acupuntura, y en un par de sesiones te sacó y, de paso, te trató asuntos emocionales que traías atorados.  

Llegó el día, te fuiste muy temprano a Juchitepec, hiciste una maleta que pensé te mudarías de casa, Mariano y yo salimos un poco después. Me habías dicho que calculabas hacer tres horas, así que aparecimos en el lugar a las 11:30 a.m. 

Emocionados fuimos a varios obstáculos y no te vimos, pasamos junto a donde estaban tocando desquiciante rock pesado, y al final nos apostamos en la meta para vitorearte con gran júbilo. Cabe mencionar que fue en un sembradío de papas, por lo que había tierra en todos sitios, tanto que en cuestión de minutos ‘Bicho’ Pérez y yo parecíamos mazapanes. 

Pasaron un par de horas y empezamos a preocuparnos, pasaban y pasaban mujeres y hombres desgastados hasta la médula, y no surgía tu figura. 

Decidí empezar a cuestionar a los que ya habían acabado, y me tranquilizaron diciéndome que era una locura, que todos estaban haciendo más tiempo del esperado. 

Debido a que tenía transmisión de la Selección Azteca tuve que tomar la horrible decisión de irme sin verte cruzar la meta, aspecto que rumié y me dolió profundamente. 

Te había llevado José Luis, le avisé que te dijera que me había ido, pero que estuvimos esperando con ansia.  

Prácticamente cuando Mariano y yo estábamos subiéndonos al coche, me marcaron avisándome que habías llegado, salimos disparados a tu encuentro, estabas toda enlodada, te abracé con mucho sentimiento, estabas llorando, lo habías logrado, de nuevo cumplías lo que te propones. 

Sentí un enorme orgullo y amor por ti, me sentí honrado de ser parte de tu vida, sabía que había sido una promesa que le habías hecho a tu papá Poncho que hoy nos cuida desde el cielo, un regalo entre guerreros como se solían decir. 

Soy ‘Spartan’, me dijiste, y a partir de ahora quieres que te salude de esa forma, así lo haré, te admiro por tu indomable corazón de león y por la manera en cómo te desafías. Como escribí al inicio, Chivas y Rocío Lara, dos grandes historias de éxito que disfruté sin paragón. 

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