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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Confusión

2017-09-22 | Luis García
LUIS GARCíA
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Ayer me volví a levantar atribulado, con una mezcla de amargura, optimismo, frustración y esperanza por lo que nuestro país ha vivido en los últimos días. Sigo inmerso en una gris nebulosa que no me permite ni sentir ni pensar con claridad, me siento rebasado por esas poderosas muestras de solidaridad y generosidad de todos los mexicanos, así como por las múltiples lágrimas derramadas debido a los caídos y a sus familiares.

No tenía ni idea qué podría escribir este día, el deporte si bien es un conductor de emociones, en estos instantes es insignificante. Y de la nada mi maravillosa hija Lorenza me mandó este exquisito, esclarecedor, espeluznante y reflexivo texto escrito por ti Samia Becil Canavati, el cual quiero que la gente lea y asimile. Es por ello que me tomé la libertad de publicarlo aquí en mi ínfima trinchera en RÉCORD, ya que hoy la pelota puede esperar, las duras y sabias lecciones que este nuevo sismo nos dejó, ésas no pueden esperar. Aquí el fantástico texto de Samia:

19 de septiembre de 2017. Hoy Dios sacudió mi mundo. Lo sacudió, pero no me soltó. Lo sacudió y me despertó. Lo sacudió tan, pero tan fuerte, que me desperté como una persona y me fui a dormir como otra completamente diferente. Me di cuenta lo tonta que fui por dar el tiempo por hecho. Lo ingenua que fui al pensar que no era necesario decirle a mis papás cuánto los quiero, a mis hermanos que no podría vivir sin ellos y a mis amigos que el tiempo con ellos se hace ligero.

Son en situaciones como éstas en las que te das cuenta que la vida es rápida y que no perdona a nadie. Que cuando te toca, ni aunque te quites y cuando no, ni aunque te pongas. Que la vida se acaba cuando menos te lo esperas y que en una milésima de segundo todo puede cambiar. Son momentos como éstos en los que nos damos cuenta que no debemos dejar discusiones a medias, mal entendidos sin resolver y amores sin perdonar. Son momentos como éstos en los que un abrazo vale más que mil palabras y un beso más que mil suspiros. Son momentos como éstos en los que nos damos cuenta de que lo único que importa es el amor, cuanto das y cuanto recibes, aunque muchas veces estos dos no vengan en proporciones equilibradas. Lo más importante en esta vida es amar, amar sin medida. Son momentos como éste en los que me arrepiento de todas las palabras que me guardé, todas las lágrimas que no lloré, todas las risas que desperdicié, pero sobre todo, todos los días que sobreviví en vez de vivir.

Y es que el tiempo se convirtió en traicionero. El tiempo traicionó a niños que creían que volverían a jugar futbol con sus amigos en el recreo y a madres que creían que volverían a casa a encontrarse con sus hijos. El tiempo traicionó a padres que no tuvieron tiempo de darles un beso de despedida a sus hijos porque ya iban tarde al trabajo y a amigos que siempre dejaban esa salida a comer para la próxima semana. El tiempo traicionó a todos esos amores que prometieron reencontrarse en el futuro.

Los humanos vivimos por el “todo a su tiempo”, pero es que hoy tengo miedo de que ese momento nunca llegue. Y aunque mi cabeza y mi razón me dicen que sí está en los planes de Dios, ese tiempo llegará, mi corazón y mi alma sienten demasiada impotencia y me dicen que ya no espere más.

Vivir es un privilegio que a muchos hoy les fue revocado. Estar vivo hoy es una oportunidad para empezar de cero.

Estar vivo hoy es una oportunidad que Dios nos esta dando para que volvamos a tomar el control de nuestras vidas y cumplamos las promesas que hicimos, los sueños que soñamos y las metas que nos propusimos. Estar vivo hoy es una segunda oportunidad para recuperar a aquella persona que perdiste, para pedir perdón a quien heriste, para decir todas esas palabras que te guardaste. Estar vivo hoy es la oportunidad perfecta para empezar a amar como nunca antes has amado.

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