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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

David Patiño, salvador

2018-01-23 | Luis García
LUIS GARCíA
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El viernes pasado, en el programa de ‘Los Protagonistas’, tuve la fortuna de charlar contigo de varios tópicos de la vida y del deporte. Y más allá de la entrevista, lo que disfruté mucho fue volver a coincidir, eres un hombre y personaje con el cual me unen buenas historias personales y de futbol. 

En el ámbito humano somos compadres. Mi ahijada María Fernanda, que hace largos años no veo, me cuentas, terminó su carrera de manera impoluta y destacada, y ahora vive en Cozumel. Así como también me confiaste que tus hijos menores poseen una gran debilidad por la música como tú, tu esposa Mariana y tu familia política.

En el programa interpretaste la rola que siempre interpretas cuando tienes oportunidad, tu especie de homenaje a Alex Lora, ‘Terminal del ADO’, canción que te gustaba tocar y cantar desde tiempos inmemorables, desde aquellas épocas en los asados de Pumas cuando habíamos terminado de comer la carne que con tanto esmero y pulcritud preparaba el profesor Ariel González, y acompañá- bamos el ágape con unas cervezas.

En el rubro deportivo nuestras añejas historias son fabulosas. Fuiste uno de mis mejores socios en la cancha, gracias a tus pases de gol rompí alguna que otra red enemiga en Ciudad Universitaria y otros parajes, así como tuvimos el honor de combinar nuestras locuras en la Selección Nacional Mexicana, en donde tu inoportuna lesión nos impidió hacer magia en el Mundial de Estados Unidos 1994.

Después de ponernos ligeramente al corriente en las cuestiones personales y futbolísticas del ayer, empezamos a platicar de la pelota, del juego, de Pumas como club de futbol. Con tu conocida sonrisa me confiaste que estabas feliz, que habías peleado mucho estar en la actual posición de entrenador del primer equipo. Que entendías que tu llegada había sido después de una serie de fortuitas y nada convencionales circunstancias, pero que durante años habías estado ahí, esperando el rebote para meterla al ángulo y que por fin habías anotado el gol de tu vida en relación con la dirección técnica.

En cuestión de minutos me hiciste un desglose y delicioso análisis de tus Pumas. Empezaste por la recuperación de Josecarlos Van Rankin, al cual le permitías mayor libertad que a Luis Fuentes, a quien gustabas de amarrar un poco más dadas las solventes habilidades defensivas de tu lateral izquierdo. Me dijiste que estabas feliz con el arribo del español Alejandro Arribas, el cual te ayuda en tu idea de achicar la cancha, de caminar hacia adelante y de estar compactos. Te deshiciste en elogios hacia Marcelo Díaz, al cual señalaste como un caballero y un genio con el balón en los pies, y que junto con David Cabrera son los caciques, pero que al no tener tan buena recuperación, la filosofía debe ser que los rivales intenten quitarles el balón a ustedes.

Me hablaste que estás encantado con el virtuosismo de Matías Alustiza, al cual no pretendes ni vas a encarcelar en un rígido sistema, que le permites total independencia, en el entendido que los demás deben estar atentos a compensar sus sensacionales sortilegios cuando no tienen la pelota. Aplicaste la sensatez que te caracteriza y pusiste a Jesús Gallardo en su demarcación natural de medio extremo por izquierda con la idea de regalarle muchos duelos individuales para que explote su fortaleza, rapidez y habilidad, me reconociste que como lateral en línea de cuatro defensores no sirve, no tiene las bases mínimas para defender con atingencia. Me hablaste maravillas del otro español Abraham González, a quien dices es otro mexicano más, y al cual quieres y mucho, y que te parte el alma no colocarlo en el once titular, pero según mencionas hoy no tiene cabida. Terminaste tu exposición individual con Mauro Formica, a quien defines como un alma noble, tanto que eso mismo es su debilidad, en ocasiones le falta cierta perversidad que equilibre su excesiva bondad, confesaste.

Me encantó tu preciso análisis de cada uno de tus soldados, así como de tu fuerza colectiva, máxime que lo confirmas en la cancha, no eres de los que afuera del campo ilusiona con discursos rimbombantes y luego adentro del mismo da penita ajena, todo lo contrario, a tu equipo lo has provisto de bases sólidas que los tuyos han entendido y les ha permitido mostrarse como una entidad redonda que combina forma y fondo.

Tu postrero comentario al respecto de tu organización me inquietó, y a la vez me entusiasmó.

Mi sobresalto fue porque me dijiste que la institución universitaria, como se le conoce, está en su último turno al bat. Que la búsqueda de regresar al origen, a la querencia, a esas épocas doradas de cantera y de ser proveedor de Selecciones Menores y Mayor vive sus póstumas palpitaciones.

Que si tu proyecto no conquista vendrán importantes inversionistas que desterrarán cualquier vestigio del glorioso pasado convirtiendo al club en una Torre de Babel alejado de la eterna esencia universitaria.

Mi entusiasmo descansa en que está en tus manos ese regreso a tierra santa, y por lo pronto en este inicio la cofradía va con rumbo claro y cierto, todos esperamos que por ahí continúe por el bien de la prosapia, ideología y colorida historia de los Pumas.    

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