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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

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2017-06-13 | Luis García
LUIS GARCíA
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Sin el menor atisbo de duda, eres uno de los predilectos para tu entrenador Juan Carlos Osorio, tanto que incluso las tan connotadas y frecuentes rotaciones que introduce cada partido ni te inmutan; ésas a ti no te aplican.

Si bien fuiste un pulcro y plausible complemento en la grandiosa obtención de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, fue hace cerca de tres años cuando maravillaste a propios y extraños. Tu sublime actuación en la Copa del Mundo de 2014 fue electrizante, la pelota la hiciste tuya y la cancha fue un perfecto lienzo donde expresaste tus mejores trazos.

Te encargaste de todo a favor de la Selección azteca, arrastrando el balón, pisando todas las zonas del campo imaginables, pegándole a gol desde cualquier resquicio y posición, quitándote rivales de encima cual conos, desbordando con una fabulosa fusión de poderío y gracia; fuiste generoso y eficaz en la recuperación, y un visionario asistiendo. Junto con Rafael Márquez fueron los mejores del campeonato y cargaron al equipo, haciendo soñar a millones que se conseguiría un sitio nunca antes alcanzado; el sueño se truncó, pero tu desempeño fue colosal.

En Brasil fuiste una estrella rutilante, rozaste momentos de crack, ya que no sólo utilizaste tu rozagante estado físico, sino que mediante tu inteligencia para entender el juego nos volviste locos de alegría. De la nada irrumpiste con inaudita fuerza y te sentaste en un trono muy por encima de la media del futbolista mexicano.

Habías logrado un meteórico despegue, el cual continuó teniendo resonancia en Portugal, aún lo sigues haciendo con el Porto, pero en la Selección Mexicana, sin haber puesto en riesgo tu lugar (insisto, eres inamovible), desde aquel luminoso episodio en el Mundial tu rendimiento ha venido gradualmente a la baja.

Buscando que regreses al origen y a esos destellos que hicieron que dignatarios clubes de Europa preguntaran por tu situación contractual en Portugal, te han intentado colocar en varias demarcaciones en medio campo, recientemente eres el medio de contención de tu cofradía. No eres un especialista en esa posición, y con ello regresamos al desgastado, pero necesario debate sobre el tema de los futbolistas que son habilitados en lugares que desconocen o donde están imposibilitados para exponer su real valía.

En aquella monumental cátedra que diste de jugar a la pelota en el último Mundial, tuviste a un fiel y grandioso escudero por detrás de ti. Fue José Juan Vázquez quien te liberó de cuestiones defensivas para que volaras sin ataduras; vaya paradoja, ahora eres tú quien tiene que ser escudero de otros, en lo particular creo que ahí te cercenan las alas.

Cuando se dan este tipo de decisiones de acomodar a los jugadores en sitios que no son su esencia, me acuerdo de ti, César Luis Menotti, y de las grandes charlas que nos dabas sobre cualquier tópico del futbol. Y recuerdo fundamentalmente cuando versabas sobre la especialización; a ti te encantaban aquellos jugadores que desde la cuna habían vivido en la misma posición dentro del campo, adorabas que conocieran los recovecos de la demarcación y aseverabas, con conocimiento de causa, que acababan imponiéndose a los improvisados.

Regresando a la actualidad, el pasado domingo, Héctor Herrera, ante Estados Unidos, jugaste muy bien debido a la cautelosa propuesta de Bruce Arena al colocar dos medios de contención como Michael Bradley y Kellyn Acosta muy cercanos a sus defensores centrales; tú jugaste libre todo el duelo. Fuiste el absoluto dueño de la pelota y la hiciste fluir con suma atingencia, nunca te confundiste pretendiendo entrar por en medio, con tu agraciada circulación hiciste la cancha lo más horizontal posible, incluso tiraste una tercia de cambios de juego, pegándole de tres dedos que fueron deliciosos.

Tocaste muchas veces la pelota y todas con suma agudeza, guardando las distancias del escenario y la importancia, me hiciste recordar aquel maravilloso comandante que consiguió pararme varias veces del palco de transmisión en los estadios de Brasil por la desbordada emoción que generabas. El partido ante el acérrimo rival de la zona, Estados Unidos, puede ser un punto de inflexión en tu retorno al trono. Cuentas con el total respaldo de tu entrenador nacional, contigo va igual a misa que a la guerra, eres su pilar, su capitán moral; puede ser un buen momento de retribuir su tan correcto apoyo.

No suelo perder mucho tiempo en cuestiones físicas, me gustan más las expresiones que se hacen mediante la redonda, pero a diferencia de otras ocasiones cuando tu campeonato local terminaba, daba la impresión de que venías arrastrando las piernas, pero ahora se te percibe limpio, sin tanta carga en las mismas, buen síntoma para tomar el estandarte de líder que en un pasado reciente tenías tatuado. Ojo, estoy cierto que eres un futbolista de alcurnia, poderoso, de esos que siempre quieres tener de tu lado y en tu equipo, pero también creo que tu verdadero potencial está ligeramente más arriba del que nos has enseñado a últimas fechas.

Si México pretende sacudir para bien la Copa Confederaciones, necesita que estés en esa honorable franja de rendimiento que te hacía levitar cuando los demás caminaban, y después de observarte el juego pasado, tengo la impresión de que así será. 

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