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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Futbol mexicano, progresión

2018-04-27 | Luis García
LUIS GARCíA
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Estamos en previa época mundialista y, por ende, la pelota está más feliz y vivaracha que de costumbre. Lo que resulta fantástico es que esa alegría ha sido contagiada al futbol mexicano, que en estos últimos días ha sufrido una sana y palpable evolución, como hace mucho tiempo no se veía. Y lo anterior quedó bien demostrado con el acuerdo entre dirigentes y futbolistas profesionales sobre erradicar el ‘Pacto de Caballeros’.

Este perverso pacto, que alguna vez fue muy bien definido por mi gran doctor Miguel Mejía Barón como el ‘pacto de bandoleros’, es una especie de esclavitud en la cual el futbolista profesional al terminar su contrato, de forma inverosímil, seguía perteneciendo al club sin tener ninguna liga con el mismo, siendo lo más alarmante que los demás clubes bloqueaban la posibilidad de contratación, insisto, un juego perverso en el que el único que padecía era el jugador.

Pero esto se acabó, la mesura, inteligencia y sensibilidad de ambas partes, primero en sentarse a la mesa de negociación y mostrar sus cartas, logró romper las cadenas que injustamente sujetaban al futbolista profesional a una jaula de oro.

Como bien declaraste Álvaro Ortiz, que eres la mente brillante de este noble movimiento, el oscuro pacto todavía n está muerto, pero se está en camino de desterrarlo. Hoy el futbolista profesional mexicano se involucra en las obligaciones de hacer crecer su deporte, por fin se dio cuenta que su voz y su voto son medulares, pero desde ningún punto de vista puede obviar la delicada situación económica que vive la pelota en nuestra nación.

El modelo de negocio en el futbol mexicano no genera ganancias, existen múltiples entidades deportivas que sufren para llegar a fin de mes, por todos es sabido que muchas de las organizaciones que conforman el futbol mexicano viven groseramente en números rojos. De este esencial aspecto el jugador no puede desentenderse, estoy cierto que si llega a desaparecer el vetusto y prosaico modelo de transferencias, también desaparecerá un importante grupo de medianos futbolistas tanto nacionales como foráneos, que sólo son rémoras. Personajes de medio pelo que aprovechan la inhabilidad e ineptitud de varios directivos mexicanos para establecer contratos a mediano y largo plazo, y sólo subsistir.

Con un nuevo modelo de transferencias se va a priorizar al buen futbolista, al gran futbolista, así como a muchas jóvenes promesas, y los que quedan en el medio van a fenecer, como lo decía Charles Darwin en sus afamados estudios sobre la selección natural.

Otro asunto que generó grandísima felicidad al futbol nacional fue el campeonato internacional de las Chivas del Guadalajara, no suelo exhibir ningún tipo de filiación con ningún club, intento disfrutar lo más posible los logros conseguidos por diferentes clubes si éstos son gestados con honor. Los jugadores del Guadalajara manifestaron grandeza, elegancia y puntualidad dentro y fuera de la cancha. Montaron una poderosa protesta fuera de la cancha por ciertos adeudos, no desatendieron sus asuntos deportivos, pero fueron muy claros en que pugnarían por sus derechos sin importar si ganaban o perdían. Para mí antes de saltar a la cancha y enfrentar al equipo de Toronto, ya habían ganado.

Y en el tema estrictamente futbolístico, los jóvenes jugadores del equipo rojiblanco volvieron a exhibir aplomo, estirpe y una raza insostenible. Doblegaron al mejor equipo no de la MLS, sino de la Concachampions. Durante un lapso del partido fueron rebasados, no encontraban la rutas de escape, pero supieron sufrir, supieron refugiarse y durante gran parte del segundo tiempo se convirtieron en mandones. Llegaron los penaltis y se crecieron tal titanes, le ejecución de cada uno de los jugadores fue sencillamente impecable. Otra noche mágica que el Guadalajara nos regaló, otra noche mágica en donde tú, Matías Almeyda, volviste a volar, eres un genio, pero sumamente comprendido.

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