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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Hasta pronto, 'Poncho'

2016-12-06 | Luis García
LUIS GARCíA
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Hace una semana te fuiste a otra dimensión, tu partida ha sido extremadamente dolorosa para todos tus afectos, pero de esta sombría experiencia que fue verte iniciar tu viaje aprendí que te debemos hablar en presente, así lo haré, tu presencia la reverenciaré cada día.

Nos conocimos hace poco más de nueve años, en este entonces mi rol era de tu yerno, inmediatamente abrazado a esa desfachatez característica tuya me hiciste bajar la guardia, mandaste al carajo las formalidades y en muy poco tiempo de mi posición de yerno pasé a la de amigo. Eres uno de mis mejores amigos, y la neta no soy como Roberto Carlos con eso del millón de amigos, me cuesta socializar, soy un ogro, osco y sumamente penoso, por eso me siento muy orgulloso de saberte mi amigo.

Cómo olvidar los fabulosos años nuevos en Playa del Carmen en donde vivimos varios amaneceres y mientras veíamos el sol surgir sabíamos que vendrían tiempos mejores. También en estos viajes aprendí a jugar elevadores, fascinante juego en el que cada uno pone su chupe en orden sobre la mesa y lo vas acomodando de acuerdo a la cantidad de bebida que le vas bajando, una ridiculez sin duda, pero típica de nuestras reuniones. En esas fiestas también tenías la costumbre de ponerte filosófico y hablarle a cada uno, e intercalabas tus malísimas bromas; debo decir que no conozco persona peor para contar chistes que tú, con aspectos profundos de nuestras vidas, buenos y malos. Y cada vez que me tocaba hablar y hablaba de ti, mi discurso era el mismo, siempre te dije que eres un tipo que aglutina, que suma, que hace que las voluntades se reúnan a tu alrededor, una extraña especie de predicador. 

Nuestra amistad fue creciendo y madurando, y poco a poco a esta relación se fueron sumando otros personajes amigos míos, y así surgió el famoso grupo de los ‘Muertos’, conformado por tu hijo el amargo de Luigi, Sandi, Lalo Méndez, Raúl Ruiz, Lalito Méndez, Benjamín Medina, Paco Torres, Alex Ruiz y Jorge Velázquez. Y esta garbosa comunidad estuvo contigo y estará por siempre contigo, caminamos juntos, felices, sonriéndole a la vida, como tú te cansabas de enseñarnos y hacer. 

Si algo te define es que tú celebras la vida, no entiendes el existir de otra manera, vives feliz, jodiendo, hinchando las bolas, eres un extraordinario ejemplo que en la vida hay que cagarse de risa. De pronto irrumpió la terrible enfermedad del cáncer, como un caballo del apocalipsis, lo único que no vio venir este negro corcel es que tú eras el jinete, se topó con un descomunal hombre que lo enfrentó con poderío. El último año fue áspero, te fuiste consumiendo, pero peleaste hasta el final, tu espada la cual utilizaste para defenderte te la llevaste contigo, es una extensión de tu alma. Toda la vida me diste lecciones, pero en estos últimos momentos te empeñaste en darme elevadas enseñanzas, eres un inquebrantable guerrero, un ser indómito, un rebelde por naturaleza, te fuiste cuando quisiste, como quisiste, en donde quisiste y con quien quisiste. 

Regresando a uno de los tópicos que escribía líneas arriba, en tus últimos días de estadía terrenal nos volviste a convocar a tu lado, volviste a aglutinar a tu familia, a tus seres queridos y amigos, que por cierto te sobran. Estuvimos en tu departamento tres o cuatro días juntos, fue un extraño ritual que montaste tú y que nos permitió despedirnos por un lapso de ti. Lo fuimos haciendo uno a uno y a nuestra manera, estoy cierto que lo hicimos lo mejor que pudimos. La tensión, la desesperanza, la tristeza y también la alegría se presentaron con suma fuerza y por momentos durante ese exótico conclave familiar atropellados por un torbellino de espinosas sensaciones algunos no nos manejamos tan bien. 

Debes estar sumamente satisfecho y honrado de tus tres hijos, Luigi, Ana Xi y mi amada japonesa ‘Roska’, se fusionaron como un muégano, sin duda, su dolor es brutal e incomprensible, pero fuiste tú quien los atribuló, pero también los proveíste de luz para fortalecer su vínculo. Son tu legado, y son un fantástico legado, son dos mujeres redondas y un hombre excelso, son hermanos de verdad, no por mote o por obligación sanguínea, son una real tribu, con manías como todas las tribus, pero se encargaron de manifestarnos claramente que son y serán un gran equipo. 

Lo hiciste muy bien con esta tercia, estos tres juntos pueden ir a cualquier guerra y la van a ganar. Tus nietos son otra gran parte de tu plural legado, mis hijos llevan tu sangre, estate seguro y tranquilo que la van a honrar. También mi suegra Rocío Martínez, se llevó las palmas, su contención, amor y respeto fueron ejemplares, estoy cierto lo sabes, porque al final te platicaba mucho, incluso dieron cierre a lo que fue una gran historia entre ustedes. Acomodaste todo en tiempo y forma, siempre estuviste en control, como te gusta hacer, tú no entiendes la vida si no eres el centro, y claro que lo eres, un centro vigoroso. 

Muchas gracias ‘Poncho’ por aparecer, estar y permanecer en mi vida, me abriste las puertas de tu familia y me dejaste entrar sin pedirme identificación o credenciales, me arropaste en tu regazo y me hiciste pasar momentos felices, muchos, miles. Seguro te acuerdas de las hermosas palabras que te, y nos dio, el director de tanatología en tu funeral, te tendremos presente siempre, hablaremos de ti en presente, fuiste, eres y serás el cacique de tu familia, te necesitamos cerca cabronazo, nunca lo olvides.

Durante el tiempo que me toque estar de este lado de la cancha cuidaré y veneraré a tu hija Rocío, ella es igual a ti, tozuda, brava, controladora y jefa. Y cuando me toque jugar en tu cancha otra vez, reiré a tu lado y te escucharé decir: ‘a chingar a su madre’. 

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