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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Julio Furch y Luis Suárez... cuatreros

2018-10-30 | Luis García
LUIS GARCíA
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El viernes por la noche tuve la posibilidad de estar en la transmisión del duelo entre Santos y Monterrey, en donde los de La Comarca prevalecieron, aunque los Rayados merecieron como mínimo el empate, fue un cruce propio de Liguilla, ambos poseen deliciosos e ilimitados recursos individuales para contender por la corona de este Apertura 2018.

Dentro de los múltiples activos con los que cuentan las dos organizaciones, tú, Julio Furch, volviste a erguirte en héroe, con tu poderosa definición de media vuelta después de forcejear con inteligencia y gallardía contra José María Basanta en el área regiomontana, sellaste la victoria para los tuyos y te mantuviste en la cima de los goleadores con once pirulos, uno por encima del grandioso francés André-Pierre Gignac.

Pero sería simplista analizarte en exclusiva sólo por tus múltiples anotaciones, tu injerencia en el juego santista es total. Sabes jugar de llanero solitario cuando las circunstancias así lo demandan, tu descomunal carrocería te permite retener la pelota y cuidarla como si fuera tu hijo, difícilmente pierdes un balón o tomas una mala determinación.

No sólo eres partícipe de la definición en los últimos metros o dentro del área rival, cuando te involucras en la posesión haces que las jugadas de tus compañeros continúen en gestación, no eres un obstáculo en la generación del juego ofensivo, eres también un gran facilitador.

Cuando los tuyos se meten en problemas, al primero que buscan es a ti, no es nada complejo encontrarte, eres una rubia torre muy sencilla de localizar sobre el terreno de juego, máxime que cuando te hacen llegar la pelota, no importan las condiciones, tú la haces propia, la mimas, la consientes y la regresas siempre en mejor estado del que te la entregaron. El semestre pasado te adecuaste a ser el segundo de la fila, tu compadre Djaniny Tavares fue el guapo de la película, te robó las marquesinas, pero tal situación jamás te incomodó, al contrario, visualizaste un área de oportunidad para funcionar con atingencia desde la sombra.

Ejerciste un rol secundario, un papel complementario, pero nunca te hiciste menos, nunca te sentiste menos, identificaste que serías un fabuloso escudero del de Cabo Verde, y así lo fuiste, todos salieron victoriosos, tú más que los demás porque fuiste sumamente generoso, le permitiste el protagonismo a otro en beneficio del colectivo, eso sólo lo hacen los tipos inteligentes, los que muy seguros de sí mismos, y sobre todo, de sus envidiables facultades.

Eres un delantero ciclópeo, de esos que uno siempre elige para jugar de su lado, nunca en contra, ya que normalmente se tienen las de perder si tú te encuentras en el sitio del oponente.

El sábado después del juego, en camioneta nos dirigimos de Torreón a Reynosa, en donde mi amado nalgón Martinoli y yo participamos como narrador y comentarista en un lindo evento de las Leyendas de Reynosa, en las que participaron varios fantásticos exfutbolistas de la jerarquía de ustedes Antonio Carlos Santos, Luis Roberto Alves 'Zague', Raúl Gutiérrez, Paulo César 'Tilón' Chávez, Jonny Magallón, Héctor Reynoso, Xavi Báez, Reinaldo Navia, Rodrigo 'Pony' Ruiz, Marco Antonio Sánchez Yacuta y Damián Álvarez, junto a otros personajes que también raspaban bien la 'bocha'. El domingo nos levantamos muy temprano para regresar a casa, y la sorpresa fue que había mucha neblina y nuestro vuelo se retrasó cerca de tres horas, por cuestiones naturales nos molestamos, pero rápidamente pasó el enojo, ya que nos postramos en el aeropuerto para observar el duelo entre el Barcelona y el Real Madrid, por lo menos la salida tardía de nuestro avión nos permitió observar un excelso enfrentamiento.

El abultado resultado -si estoy cierto, no fotografía la realidad del trámite-, si bien el Barcelona en el primer tiempo fue un vendaval, en el segundo el Real Madrid también lo fue, pero con mucho peor suerte de cara a la portería culé. Pero dentro del gran concierto que catalanes y madridistas nos regalaron, volviste a robarte la fiesta, Luis Suárez, eres un titán, eres una bestia, no te guardas nada, te das a manos llenas en pos del espectáculo, más bien, tú eres el espectáculo sobre la cancha.

Eres por mucho el mejor centro delantero del planeta, eres un nueve extraterrestre, tu ferocidad es insostenible, no te conformas nunca, tu voracidad no tiene límite cuando vas al ataque.

Tu vínculo con el gol es natural, no te esfuerzas para reventar las redes enemigas, no te importa el rival que enfrentas, los colores, la filiación, tú naciste para hacer daño, bien entendido el concepto, pero lastimas de una manera tan grácil que el siguiente paso es que algún despistado te dé las gracias y te abrace por condenarlos con tus fieros goles. Pero existe otra seductora condición tuya que en lo particular me seduce, me parece magnífica y nada, pero nada común, y estoy seguro tiene casi el mismo valor que tus medulares anotaciones.

Me refiero a tu eufórica manera de festejar cuando alguien más que tú en el equipo anota un gol, en tu mente, alma y corazón la envidia no tiene cabida, los goles los gritas y los celebras de igual forma sin importar si los metes tú o los hace cualquier otro compañero.

Fuiste el primero en llegar a abrazar a tu compadre, el chileno Arturo Vidal, y le diste también un par de emotivos manotazos en el pecho reconociéndole su majestuoso remate de cabeza, incluso en la felicidad ajena no te guardas nada.

Me maravillas, maravillas al orbe, cuando parece que no puedes realizar algún otro malabar que eleve más tu condición de deidad como delantero y futbolista, tú te arreglas para subir otro peldaño, la neta, es una canija gozada observarte volar.

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