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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Liguilla, centro

2018-12-04 | Luis García
LUIS GARCíA
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En esta salubre pugna de los del norte con los del centro, hacía largo tiempo que estos últimos no dominaban el escenario, si no estoy mal, es la segunda ocasión que Cruz Azul, Pumas y América arriban juntos a una instancia de Semifinales, la primera fue aquella que culminó con la Final del Clásico capitalino en favor de los de amarillo.

Cada uno de los tres del centro con su sello, genética y formas han llegado al penúltimo escalafón de justa manera, disímiles presupuestos, objetivos y obligaciones, pero no se les puede refutar nada a los tres clubes capitalinos.

No pretendo ser regionalista ni mucho menos, pero me voy a explayar mucho más con la gente del norte, los Rayados, el gran Monterrey.

Se presentó en calidad de víctima ante Santos, llegó a Torreón con una pequeña renta; injusta a todas luces, tuvo que haber liquidado la eliminatoria en casa, pero te cruzaste tú, Jonathan Orozco, y alargaste la agonía santista.

Me tocó transmitir el cruce de Vuelta, los Rayados en el inicio fueron un vendaval, buscaron el partido y pusieron a trabajar a la defensiva de Santos de manera frecuente y brava. Uno de sus pecados fue que se olvidaron de su propuesta de arranque y empezaron a caminar hacia atrás, primero unos pocos metros, otros más, otros más y terminaron refugiados en tu portería, Marcelo Barovero.

Se equivocaron al pretender defender amontonando gente, se entiende que en un cruce de Liguilla existan lapsos que debes subsistir sin la pelota, pero eso es diferente a atrincherarse en el cuartel sin respuesta. Sufrieron, y mucho, los grandes equipos lo saben hacer, pero arrancando el segundo tiempo entendieron que la barricada debía ser puesta en mediocampo, no en su área grande, y cuando el partido estaba atascado, apareciste tú, Nicolás Sánchez, que te habías cansado de vociferar durante el primer tiempo, pues bien, te elevaste y con dulzura rozaste el balón para meterlo pegado al primer poste, fue aquí en donde se erigió la conquista de La Comarca.

A todos les cambió el rostro, a los locales que se extraviaron y nunca encontraron la ruta de escape, y a los foráneos vestidos de azul que vivieron media hora de las más sencillas de su existir. Incluso tú, Avilés Hurtado, que penosamente no andas tan fino como sueles hacerlo, te liberaste y en el segundo pirulo montaste una obra de arte en solitario para asistir a tu compadre Funes Mori y que terminara de empujar al abismo al oponente vestido de verde y blanco.

Otro par de futbolistas que me embelesaron el alma y los sentidos fueron ustedes dos, Rodolfo Pizarro y Carlos Rodríguez.

Tú, Rodolfo, en el partido de Ida fuiste un sol, hace mucho no te veía brillar tanto en un partido, pediste la pelota siempre, la tocaste como mil veces y casi siempre la tocaste bien, fuiste un mariscal de campo en toda la regla, en la Vuelta te marcaron mejor, aun así fuiste un gran salvoconducto en los momentos amargos, y en los dulces te regodeaste.

Tú, Carlos, eres un escuincle imberbe, apenas cumplirás veintidós años iniciando el 2019, y juegas como si tuvieras cuarenta años, has liberado a Pizarro de ser el único encargado de generar juego e ideas, y te has convertido en su leal socio, se buscan cual gemelos, o por lo menos en Torreón así lo observé.

Monterrey es un trabuco de organización, lo viene siendo hace mucho tiempo, tú, Diego Alonso, has sido un éxito, has jugado dos campeonatos, en el primero llegaste a la última instancia, sí, perdiste en casa, es grave, muy, pero llegaste, y ahora están entre los cuatro mejores de la Liga MX, más no se puede pedir.

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No pretendo cuestionar a una de las mejores aficiones del planeta, la de los Rayados, pero sorprendió que no se retrataran en su lindo estadio; me parece maravilloso que ausentarse sea una forma de protesta, me resulta una sesuda manera de hacer patente su inconformidad, pero el equipo respondió y está en Semifinales de nuevo, sitio que al que llegan con suma continuidad.

Yo no soy de los que cree que si no ganas no sirves, y si ganas sirve todo, no comparto dicho pensamiento, en cualquier orden de la vida sólo gana uno, bajo esa ideología todos los demás son desechables, no lo creo ni cerca.

Demeritar al Monterrey porque no ha ganado me resulta simplista y torpe, esta entidad ha apostado por montar fantásticas plantillas, por construir un estadio que es de los mejores de Latinoamérica, por tener unas instalaciones de entrenamiento y desarrollo de élite mundial, se ha preocupado porque su gente tenga un digno espectáculo y se sienta orgullosa de sus colores, orígenes y grandeza, y estoy cierto lo ha logrado.

Por supuesto que ceñirse la corona es un delicioso colofón, pero si no lo logran o no lo han logrado, todo lo que han construido con años de tesón, inteligencia, emoción, economía, visión y recurso humano no tiene por qué evaporarse, ahí está, y es desde esos sólidos cimientos sobre los cuales se puede ser campeón, nadie lo es desde la inopia.

No pretendo que estas líneas se entiendan como que soy un ferviente aficionado de Rayados y quiero que ganen, simplemente soy admirador de cómo han ido construyendo y moldeando la entidad, eso me parece extraordinario y sumamente valioso por encima del resultado de una Semifinal o una Final, qué le voy a hacer, soy un romántico, no un estadista. 

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