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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Locura

2017-03-14 | Luis García
LUIS GARCíA
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En los últimos días hemos vivido una novela de horror en el futbol mexicano, una novela negra en donde no existen ganadores.

En una tosca revuelta como la emprendida no se puede señalar a nadie como conquistador, todos perdimos, todos sin excepción alguna. 

Y tampoco creo que la actual situación sea rectilínea, observo y percibo un sinfín de coyunturas, un sinfín de escabrosos temas que nos han llevado al precipicio. 

Primero: el futbol mexicano históricamente ha manifestado que es reactivo, no preventivo; se mueve con la velocidad de un oso perezoso, supongo que son tantos los intereses.

El futbol es el deporte más importante del planeta y, por ende, de nuestro país, ni modo que no existieran intereses, pero cada ocasión que deben tomar una cardinal resolución exhiben una desquiciante pesadez, y siempre terminan salpicando de lodo a la pelota.

No podemos obviar en ningún instante que existió un detonante de la amarga fábula, un par de árbitros fueron agredidos, los baratos tecnicismos de querernos esclarecer la diferencia entre intento y agresión en la actualidad estorban y son absurdos. 

Me resulta deleznable que no entendamos el contexto en el que hoy vivimos, como sociedad mexicana estamos enojados, estamos intransigentes, nuestro tejido social se viene resquebrajando de manera temeraria, y cada uno desde nuestra ínfima trinchera estamos obligados a mandar un urgente e imperativo mensaje de tolerancia.

En nuestro México hemos generado una triste costumbre de desestimar a las autoridades, no importa si es futbol o no, tenemos un equívoco desprecio por las jurisdicciones, situación inaceptable en toda regla, por lo que solapar cualquier tipo de agravio es inadmisible. 

Segunda arista del conflicto: lo mencioné arriba y lo retomo, la lentitud de la Federación Mexicana de Futbol y la Comisión Disciplinaria para decidir y establecer las sanciones correspondientes acorraló a los árbitros, quienes se enteraron minutos antes del inicio de la Jornada 10. 

Los árbitros, quienes manifestaron una plausible unión, sintiéndose desamparados y vulnerables, posición sumamente entendible, no vieron la película completa en la que supuso una severa afectación económica y decidieron parar para hacer valer sus tan pisoteados derechos. 

Tercera hebra: los clubes de futbol y su eterna corta visión, su necedad de defender al jugador insurrecto en lugar de formarlo mejor, y en su caso cuando se equivoca castigarlo sin esperar que venga un órgano rector externo para hacerlo. 

Utilizan el fácil sendero de la influencia para negociar los castigos, otra terrorífica práctica que se ha convertido en hábito en el futbol nacional. 

Voy a tu caso específico, Pablo Aguilar. Reviso tu carrera en México y fuera de aquí, y estoy cierto que eres un futbolista notable, de esos que cualquiera quisiera tener en su vestidor, no tengo duda de que has hecho el medio mexicano mejor, pero tomaste una terrorífica decisión en un momento de calentura y, por ende, tiene que haber consecuencias, tan simple y tan complejo. 

Tú, Enrique Triverio, llevas muy poco en nuestra Liga, así que no puedo profundizar en tu aporte, pero igual te equivocaste y tendrás que asumir las duras derivaciones. 

De este grotesco episodio, con excepción de la afición que paga un boleto por ver o ir a un supuesto digno entretenimiento, todos los demás somos responsables de la Liga bananera que estamos gestando; sin duda, unos tienen mayor injerencia, pero todos andamos revolcados en el mismo moho. 

El futbol de la Primera División en México va a retornar, la pelota volverá a rodar, lo importante es qué carajo aprendimos de lo sucedido, qué practicas debemos desterrar, qué nuevas reglas de juego debemos seguir, qué planes se van a establecer para prevenir y no reaccionar ante volátiles situaciones que a todos alteran, la bronca no descansa en que regrese el futbol, es cómo va a regresar. 

No podemos solapar las agresiones a las autoridades, usando el torpe pretexto de que su desempeño es muy malo, porque si nos pegaran por cada vez que hacemos mal nuestro trabajo, estoy cierto que todos, repito, todos, nos llevaríamos varios zapes al día. Tampoco creo en que el balón sea rehén de nadie, ningún involucrado en el futbol nacional debería tener la potestad de hacer lo que se le venga en gana. 

Ni jugadores ni entrenadores ni dirigentes ni árbitros ni medios de comunicación ni agentes ni clubes, todos somos una especie de prestadores de servicio; algunos más sofisticados y medulares que otros. 

El cliente es el aficionado mexicano, quien a pesar de su gran capacidad de reinvención y mesura, no nos cansamos de mancillar. 

Creo en las autonomías de los gremios que conforman el futbol nacional y en sus resoluciones, pero también creo en que es imposible que trabajen como entes aislados, tienen que existir vínculos, y por encima de todo creo en el debate de las ideas, no en la imposición de las mismas. 

La pelota, tan magnánima ella, nos regala otra nueva y excelsa posibilidad para que mediante sus sonoros gajos hagamos un mejor país, no un mejor futbol, eso sería una visión cortoplacista, la cual nos tiene atascados en los dantescos escenarios de hoy. 

Levantemos la vista más allá de nuestra propia nariz y aprovechemos este triste evento para pugnar hoy más que nunca por el deber ser.  

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