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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Pumas

2018-10-02 | Luis García
LUIS GARCíA
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El domingo fue un día fabuloso en todos los sentidos, volví a casa, y lo mejor del asunto es regresar al origen de la mano de los tuyos, de tu familia, y así sucedió.

Después de varios años volví a estar en un partido de futbol en un inmueble sagrado para mí, el templo de Ciudad Universitaria. La vuelta al hogar fue orquestada por ti, querido Kurt Groenewold, director de mercadotecnia de la Liga BBVA Bancomer MX, somos amigos desde hace mil años cuando estudiábamos juntos, y me sugeriste que mi hijo Mariano pudiera ser parte del protocolo en el duelo de mis amados Pumas contra el honorable Puebla.

Inmediatamente te dije que sí, conociendo a mi enano, quien es igual de penoso que su padre, estuvimos ensayando la frase que debería decir en el juego durante varios días. Previo al gran evento estaba sumamente emocionado, y a la vez muy nervioso, todos los días me preguntaba cuánto faltaba para tan fabuloso acontecimiento.

El sábado toda la familia, menos Lorenza, mi hija mayor que se fue de viaje con sus amigas, fuimos a la tienda de Pumas para comprar nuestras playeras y personalizarlas, por todos los métodos posibles intenté convencer a mis tres hijos pequeños que se pusieran el número 12, el cual porté con sumo orgullo en mis inicios como futbolista; la única solidaria fue mi 'Roska' Pérez, quien gustosa accedió a ponérselo.

Salimos muy felices con nuestras prendas, un día antes había empezado la odisea que culminaría con las palabras de mi hijo y el duelo al mediodía. Sin razón aparente tuve insomnio, parecía que el que iba a hablar era yo, normalmente no suelo ser muy expresivo con mis emociones, pero era evidente, también estaba ansioso por lo que se viviría.

Llegamos temprano, nos citaron a las 10 de la mañana, nos reunimos en la explanada con las otras niñas y niños que participarían en el protocolo, bajamos por el palco de los familiares rumbo al vestidor y de ahí a la cancha.

Me topé con un par de entrañables personajes de antaño, uno de ellos el ingeniero en jefe de la cancha, platicamos y nos reímos de épocas pasadas, y me confesó que se va a retirar para irse a disfrutar a sus nietos, fue contundente al decirme que su ciclo había terminado.

También me reencontré con el famoso 'Quintín', el gran utilero de Pumas, recuerdo que cuando subí al primer equipo era un desgraciado, te aventaba la ropa y te decía "ahí está para que te vistas chamaco 'caguengue'", pasado el tiempo nos hicimos grandes amigos y descubrí el enorme corazón que se le sale del pecho.

Mariano 'Bicho Pérez' empezó con los ensayos, sus hermanos Roberta y Luis estuvieron muy pendientes y apoyándolo en todo momento, tuvimos el honor y placer de conocer a Leo, niñito con leucemia que también estaría en el evento y llevaría el balón, y a su hermano mayor, entre los tres hicieron buenas migas.

Saltaron los futbolistas a la cancha a calentar y ahí aproveché para meterme al vestidor con Mariano en búsqueda tuya compadre querido, David Patiño, con esa calidez y educación que te caracteriza me abrazaste e hiciste lo propio con mi vástago, te deseamos suerte y me confiaste que los equipos de Enrique Meza eran tozudos y enigmáticos; al final el resultado de empate avaló tu perfecta concepción de lo que sería el duelo.

Subimos de vuelta a la cancha y apareciste tú, Rodrigo Ares de Parga, sé de fuentes amigas que estoy lejos de ser un tipo que te caiga bien debido a mis juicios sobre tu gestión, pero debo reconocer tu clase y elegancia para irme a saludar, saludar a mi esposa y a mis hijos, agarrar a Mariano y contarle la historia que cuando metí el segundo gol a Irlanda en el Mundial de los Estados Unidos, había sido uno de los mejores días de tu vida, casi a la par que cuando fuiste padre, insisto, más allá de los distintos puntos de vista que podamos tener, fuiste un caballero y no tengo más que reconocértelo y agradecértelo.

Por fin se venía el momento cumbre, minutos antes se vino el himno del Club Universidad, hacía décadas que no lo escuchaba en la cancha, bueno, se me removieron las entrañas de forma inexplicable, no lloré de milagro, fue un momento delicioso y poderoso.

Mariano, Leo y su hermano estaban colocados para iniciar el protocolo, mi enano nos volteó a ver por última vez, alzó el dedo pulgar de su mano izquierda, en la derecha traía el micrófono, y resopló, estaba sumamente nervioso, controló sus emociones y caminó altivo, gritó con mucha fuerza la frase de "Juega limpio, siente tu Liga", saludó al árbitro central y a los capitanes Barrera y Angulo, y regresó caminando feliz, lo había logrado, le había costado mucho esfuerzo debido a lo penoso que es, y se sabía triunfador, su mamá y yo celebramos como si hubiera metido un gol en la Final, papás cuervos, ni cómo negarlo.

Ahora sí a disfrutar el juego, fuimos al palco de Andrés Trillo y su esposa Verónica, quien es hija de Javier Jiménez Espriú, tienen dos extraordinarios hijos, Andrés y Adriano, también estaba la otra hija de don Javier, de nombre Alejandra, quien fue la encargada de ponerle 'Goyo' a la mascota de los Pumas, y su esposo Santos. Ahí vimos el primer tiempo, en el segundo decidí subirme a la tribuna debajo del Palomar con Mariano y Luis, porque durante los ensayos divisamos a Octavio Pous y su hijo Iñaki, quien es de los mejores amigos de Mariano.

Fue una surrealista experiencia, me pidieron varios autógrafos, algunos inconscientes me decían que me bajara a jugar, otros me pedían que les hiciera hijos, me topé con Pepe Marín, gran amigo de mi padre y sus dos nietos, no pude pedir la tradicional chela, y salvo un par de ignorantes con seis galones de cerveza encima que me insultaron señalándome como americanista, me encantó, tanto que hemos decidido ir a esa tribuna la mayoría de las veces que juega Pumas.

Saliendo del estadio, ya en la camioneta, empecé a reflexionar sobre lo vivido, fue en ese trayecto cuando la emoción dejó de rebasarme y pude darle correcta dimensión a lo que significó estar ahí. Estoy, y como familia estamos, sumamente agradecidos contigo Kurt, y con toda tu gente de la Liga BBVA Bancomer MX, con los Pumas y toda la gente de operaciones, y contigo Rodrigo Ares de Parga, por las finísimas atenciones que tuvieron con nosotros, por el excelso trato a cada uno de los integrantes de mi familia y a mí, nos hicieron vivir un día maravilloso, regresé al que fue y es mi hogar, lo hice con los míos, y nos lo hicieron muy especial, no fue un domingo cualquiera, no lo fue, fue un domingo que quedará tatuado en nuestra alma y mente por siempre. Gracias por ello. 

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