Refulgencia y tinieblas

Fin de semana bipolar en relación a la pelota en el futbol mexicano. Lo lindo, los Tigres volvieron a ganar, son por mucho la organización de la década, cosa espinosa de lograr dada la paridad en este deporte en nuestra nación, más allá de la pasmosa diferencia entre ricos y pobres. Fueron justos campeones llegando a siete títulos, muchos de ellos en la época contemporánea, su sabiduría se impuso, su temple nunca fue amenazado, nunca dudaron de sus ideas ni de sus formas, y salieron inmunes de un bravío campo e inmueble que empuja hasta aplastar.

Me cuesta trabajo entender a algunos que creen que Tigres debe modificar su estilo, incluso creen que puede hacerlo, ni lo debe ni lo va hacer nunca mientras estés tú al mando de la cofradía, Ricardo Ferretti. Aunque les duela a muchos, eres un genio de la dirección técnica.

Voy a intentar explicar tu grandeza querido Tuca. Dejando de lado los múltiples logros y coronas, existen dos motivos por los cuales tu leyenda es monstruosa. Parece fácil que un personaje, sea el que sea, llegue con el dueño de la empresa y le pida que abra la cartera sin reparo alguno, que compre futbolistas foráneos y nacionales de brutal envergadura. Para seducir al jefe se debe poseer una pulcra historia, una enorme credibilidad, un largo y exitoso bagaje, una destacada capacidad de convencimiento, una seguridad total en las habilidades, para atreverse a proponerle y, sobre todo, convencer a su dirigencia de contratar lo mejor de lo mejor sin el menor rubor. Pues bien, tú Ricardo lo vienes haciendo con un tino de medallista de oro en los Juegos Olímpicos en tiro con arco, rara vez fallas en tu elección de a quién contratar. Has conseguido hacer de Tigres un sitio aspiracional, todos quieren ir a jugar a tu equipo, sabedores que estarán en el mejor club del país, y que frecuentemente estarán coqueteando con el triunfo.

El segundo punto, no menor, es tu capacidad para gestionar a los titanes que tienes en tu vestidor. Anda que controlar los egos de futbolistas destacados, mayúsculos, y que ganan casi siempre, no es una tarea para cualquiera. No sólo has conseguido reunir a los mejores en tu plantilla, has logrado que pugnen por un bien común, y que no se aburguesen. La base de tu entidad es prácticamente la misma hace varios, varios años, y sigue compitiendo a un excelso nivel. Por supuesto que habrá jugadores inconformes, hastiados tal vez, pero es tal tu buena conducción, junto a la de tus extraordinarios socios como Hugo Hernández, Guillermo Orta, Miguel Mejía Barón, Antonio Sancho y Miguel Ángel Garza, que esas naturales desazones de ciertos futbolistas no lastiman el corazón de la cofradía.

Sabes que te quiero mucho y te quiero bien Ricardo, y a la distancia disfruto tus éxitos, nadie te ha regalado un carajo, cada conquista la has conseguido con sumo trabajo y compromiso.

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Del León no queda más que aplaudirlo de pie hasta que nos ardan las manos, maravillosa entidad que se robó la Liga MX, que nos acarició el alma, que nos hizo gozar como nadie en el torneo, y que de esta amarga lección saldrá fortalecido. Son un fascinante y vanguardista club, con una excelsa dirigencia tanto en los despachos como en la cancha, han implementado un delicioso sello que les costó trabajo establecer en las últimos cruces, pero eso no empaña en lo absoluto su ascenso.

La lectura de la derrota debe ser dolorosa y algo turbia, pero si logran leer bien entre líneas, sabrán que están en el camino correcto para seguir animando y jalando la competición mexicana a mejores parajes, que así sea.

En relación con lo siniestro del fin de semana, los titulares se los llevó la Selección Juvenil Nacional en Polonia arrastrando las piernas y arrastrando el prestigio.

Triste presentación en sus dos primeros partidos. En el duelo ante Italia fueron atropellados por una abismal diferencia física que los hizo ver como niños de párvulos, parecían dos equipos de diferentes categorías, los mexicanos parecieron muñequitos de trapo que eran azotados por la marejada italiana sin encontrar salvavidas. Ante Japón lo mismo, fueron igualmente atropellados, nada más que aquí no tuvo que ver el aspecto físico, en ese rubro eran similares a los nipones. En donde fueron ampliamente rebasados fue en velocidad, técnica individual e inteligencia, mientras los japoneses jugaban de manera frontal, utilizando uno dos toques, con unas rotaciones y movilidad digna de video juego, los nacionales optaron por tirar largos pelotazos en espera de algún milagro, resultado, fueron de nuevo expuestos en el marcador y en la manera.

México en dos juegos no ha propuesto soluciones, ni dentro del campo, ni fuera del mismo. Hasta el momento Diego Ramírez, el puesto te ha quedado enorme, aunque si uno revisa tus blasones para arribar a tan dignataria ubicación tampoco es que pudiéramos esperar algo distinto. Esto aunado a la pírrica cantidad de minutos en Primera División que poseen los futbolistas juveniles mexicanos, una vergüenza saber que incluso muchos ni siquiera han debutado, y estamos hablando de un Mundial Juvenil, no Infantil.

De esta debacle los culpables son varios, jugadores, entrenadores, clubes mexicanos, dirigentes, y el sistema de competencia que permite el arribo sin menor filtro de foráneos de medio pelo bajo el pretexto que el negocio debe subsistir.

Pues vaya ridículo que han montado en la hermosa Polonia, faltando el cruce con Ecuador quien ganó el torneo sudamericano, así que la sangría todavía no culmina.

La vida se compone de claroscuros, por ende, la pelota igual.