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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Salón de la fama

2015-11-05 | Luis García
LUIS GARCíA
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Como ando de evento en evento, ya me siento embajador, por lo que ahí les va mi crónica social de lo que viví en Pachuca el martes, sé que a muchos les castran mis crónicas sociales, pero hasta el momento mi jefe Carlos Ponce todavía no me prohíbe nada, así que se aguantan.

Llegamos temprano al museo para conocer todo lo referente a tan honorable recinto, después pasamos a la parte interactiva para que Mariano, mi enano, pudiera divertirse y jugar un poco antes de la comida y la ceremonia de inducción. Dada la desbordada emoción que me abrazaba, tuve insomnio y me sentí abrumado durante mucha parte del día, fue hasta el momento en donde me senté a comer y llegó Daniela, esposa de Nacho Hierro; cabe mencionar que odia que le diga que es la esposa de, me dijo empújate un par de tequilas y verás que todo se aligera, bendita verdad, a partir de ahí empecé a disfrutar cada instante de la fiesta.

Llevé una banda pesada y grande, me acompañaron en esta fabulosa odisea la ‘Roska’ Pérez, mis hijos Lorenza y Mariano, mis papás, mi suegra, mi hermana Mónica y su esposo Rodrigo, mi cuñado Luigi, mis sobrinos Claudio, Luisa y Pato, y una gran bola de amigos como Sandi, Raúl, Jorge y Pau su novia, Frank, Alex, Neto, Paco, Rodolfo y su esposa Paty, Rodrigo y los arriba mencionados Daniela y Nacho. Parecía político en campaña por la enorme tropa que me acompañó, la cual me hizo sentirme doblemente satisfecho y privilegiado. Fue un suceso extraordinario, desde la organización, logística e implementación, la neta mi querido Toño Moreno puede producir y dirigir el Oscar, debe sentirse sumamente orgulloso de lo que han creado.

Durante la comida saludé a múltiples celebridades de la pelota, pero lo mejor fue cuando Mariano mi hijo, el gran ‘Bicho Pérez’ quiso ir a saludar al jefe del Pachuca, así se refiere a Jesús Martínez. Fue un episodio sublime, ya que Jesús de manera inmediata lo cargó y le trajo una maleta llena de playeras oficiales del Pachuca con el número 10 en la espalda y su apodo en la parte baja de la playera, mi hijo estaba vuelto loco. Fue un gesto que le agradeceré por siempre a Jesús; ahora, durante la ceremonia, Mariano le regresó el gesto al presidente cuando lo entrevistaron sobre qué me quería decir al respecto de mi inducción al Salón de la Fama, y Mariano, con una seguridad envidiable, dijo: “Le voy al Pachuca”. El teatro entero aplaudió el natural y sentido comentario de mi enano, quien remató diciéndome ‘felicidades, papi por ser el mejor’; casi salto del sillón y me voy de bruces.

Una hora antes del inicio nos llevaron a los que seríamos investidos y a nuestros presentadores; mi padre sería el encargado de presentarme y aunque no me lo expresó abiertamente estoy cierto le fascinó, en un camión tras bambalinas a realizar algunas entrevistas, obviamente Vicente del Bosque, Daniel Passarella y Ruud Gullit acapararon los micrófonos. A escasos minutos de salir a escena, Toño Moreno nos reunió y nos señaló con energía y clase a la vez cómo entraríamos y en dónde nos deberíamos sentar; fungió como un perfecto director de orquesta.

Después de esa pequeña junta, observé a mi padre charlando con Miguel Ángel Gil, presidente y dueño del Atlético de Madrid; me acerqué a saludarlo, nos dimos un caluroso abrazo y me contó de las penurias que vivió a principio del año 2000 cuando fueron perseguidos políticamente él y su padre, hasta la actualidad en donde son dueños de un equipo en la Liga de la India, el Atlético Kolkata, que, por cierto, ya ganaron la Liga, y quienes en lugar del oso y el madroño en el escudo tienen a un tigre de bengala, animal típico de la región. Quedamos en próximamente buscarnos en Madrid para comer y seguir la charla.

A escasos segundos de entrar al estrado saludé a Vicente del Bosque, con quien platiqué del futbol español y su selección, me confió cuándo dejará de dirigirla, pero no lo diré. Durante la ceremonia estuvimos platicando mucho tiempo, un tipazo, un hombre cordial, simpático, inteligente y sumamente sensible. Todo sucedió muy rápido, la entrega de los sacos, de los trofeos, los discursos de todos. Por momentos me sentí fuera de la película, como si todo estuviera pasando fuera de mi alcance o comprensión; la verdad es que sigo intentando serenar mis emociones y comprender qué aconteció. Estoy cierto que con el paso de los días recuperaré la cordura y asimilaré mejor la brutal vorágine de sensaciones que me abrazó y me trajo por varios sitios del pasado y presente.

Lo dije en mi discurso y lo repito, el o los que hayan votado o hecho que estuviera sentado en el mismo sillón de los próceres de la pelota de esta quinta generación del Salón de la Fama son unos irresponsables e inconscientes, pero se los agradezco con el alma, la felicidad que me hicieron sentir es impagable. Todo concluyó tan rápido como inició, el martes fui inmortal, nunca he creído serlo, soy un tipo de lo más mundano, pero sin duda tengo claro que algo cambió este martes por la noche; sigo en búsqueda de saber qué.

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