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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Salto

2016-10-25 | Luis García
LUIS GARCíA
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1 RAÚL GUTIÉRREZ

Si bien es cierto culminó tu periplo; exitoso en todos los sentidos, en Selecciones Nacionales, me parece una perfecta oportunidad para volar. Tus lozanas alas están ávidas de surcar otros amenazantes cielos, esto no significa que no puedas ni debas regresar pronto a cumplir uno de tus sueños: dirigir a la Selección mayor. Si reflexionamos sobre los personajes que tienen una real posibilidad de más adelante ocupar el trono que hoy ostenta tu colega Juan Carlos Osorio, tu nombre es uno de los mejor situados.

Tu escalada fue gradual, inteligente y bien cimentada, pero arribaste más rápido de lo presupuestado hasta la cima de la cadena alimenticia y los dirigentes nacionales no supieron qué hacer con tu sabiduría. tú con tu visión y pragmatismo les indicaste qué hacer. Eres un tipo que gusta del intercambio de conceptos, no sueles imponer tu pensar, tu pasado en la docencia; no olvidemos que posees la formación y el título de maestro te hace abrazarte a los finos argumentos para implementar y permear tus ideas. 

Hoy sales al mercado, a un mercado que no cuenta con la legislación moral ni legal que debiera, un mercado en donde retumban hasta la saciedad los nombres y apellidos de siempre, un mercado en donde no cualquier club se aventura por lo no convencional, un mercado estancado que engulle lo que no conoce. Aun así, el mentado mercado de entrenadores en México hoy sonríe, tu presencia viene a refrescar la sobada baraja, tus pensamientos vendrán a convulsionar lo aburrido y lo establecido. Tu notable grupo de trabajo, el gran Juan de Dios Ramírez Perales y Marco Antonio Sánchez Yacuta serán dos esenciales bazas en tu revolución. 

A tu natural capacidad de lectura de los partidos, esta virtud que es sumamente peliaguda de encontrar y que la exhibías sin pudor cuando eras futbolista, le has agregado a tu chamba una metodología de vanguardia. Los sonoros y frecuentes triunfos que fraguaste respaldan tus maneras, aunque algunas vacías voces provenientes de cabecillas de equipos de la Primera División con quienes batallaste porque no te prestaron futbolistas en tiempo y en forma y quienes frecuentemente se tropiezan con su larga lengua, cuestionaron tus resultados en los pasados Juegos Olímpicos. Como bien señalaste con esa pulcritud y serenidad que te caracteriza antes de Río 2016, los resultados iban a estar en función del apoyo recibido, nulo apoyo, nulos resultados, y no hay que ir a la Universidad para entenderlo. 

Tuve la enorme fortuna de compartir vestidor contigo, tanto en América como en la Selección Nacional, y mejor aún fuimos compañeros de cuarto con Selección en aquellas helados parajes de Punta del Este en Uruguay cuando jugamos la Copa América en 1995. Recuerdo las largas charlas que teníamos sobre la pelota, la vida y sobre la nada, tirados en un colchón en el piso del rupestre hotel que no contaba ni siquiera con la base para colocar el referido colchón. Cómo olvidar cuando llegaba el grandísimo genio de Octavio Rivas; en paz descanse, a realizar sus manipulaciones energéticas tipo Mr. Miyagi de Karate Kid en mi jodido tobillo, y tú sentías el mismo calor que yo en tus pies.

Siempre me maravilló la capacidad que tuviste de estar en control de las situaciones, mientras varios de nosotros nos costaba exponer inteligencia emocional, tú parecía que sabías del problema de antemano, ya lo habías estudiado e invariablemente dabas con la respuesta adecuada. Como cuando en el primer partido del Mundial Juvenil a tus pupilos los arrastraron perdiendo 6-0 contra Nigeria, pues bien, todos esperaban que después de tal atropello destazaras a tu joven equipo y modificaras sin recato tu alineación inicial. Tu mensaje fue contundente y claro, iniciaste con los mismos once el siguiente partido, el resultado, llegaron a la Final del campeonato otra vez ante Nigeria, fueron superados, pero no con tal amplitud. Pero ahí volviste a dejar una huella indeleble de cómo gestionas el recurso humano, tus jugadores no son prescindibles por una mala tarde, al revés, los respaldas contra todo y contra quien sea.

Tu peculiar e instruido humor armonizaba a los grupos, sabías tirar dardos así como los aguantabas estoico. Como aquella ocasión que en el pequeño auditorio en Coapa en una de las duras pláticas con Marcelo Bielsa, quien tenía la costumbre que después de cada partido sentarnos y públicamente darnos calificaciones. Después de un mal partido ante Veracruz que perdimos, acudimos a lo que sabíamos sería una dolorosa cita, empezó uno por uno a calificar nuestro pobre desempeño, y llegó contigo y dijo, usted Gutiérrez es un futbolista de 7 puntos, pero ante Veracruz la rompió y jugó como si fuera uno de 9 puntos. El ambiente era tenso por obvias razones, pero más de uno soltamos una contenida carcajada, tú fiel a tu capacidad intelectual aceptaste la sorna que duró algunos días, y rápidamente encontraste algún filón para que empezáramos a joder a otro y desviar la atención de dicho aseveración.

Con esto quiero decir que tú le haces bien a las cofradías, tú las potencias, tú las unes, pero no solamente mediante la vía de la emoción, sino del cacumen. Celebro tu salida de las Selecciones Nacionales, y no por otra cosa más que la de saberte elegible para un equipo de la máxima categoría. Y vaya que a varios de estos clubes les haría muy bien sentarse contigo a la mesa de negociación y ofrecerte sus proyectos. Se van a topar con un hombre probo, conocedor, vanguardista y empático. Bienvenido a las espinosas lides Raúl, estoy cierto que triunfarás con mucho eco.

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